La realidad siempre se impone, por eso vivir de espaldas a ella sólo consigue empeorar la situación. Agarrarse a un clavo ardiendo, lo mismo, porque nos quemaremos y tendremos que soltarlo y caeremos igualmente. Felipe VI, tras diez años de reinado, es las dos cosas: una fatal realidad y un clavo ardiendo.
Los que hoy, civiles, militares o clérigos, celebran su gestión alegando para ello nada más que afirmaciones categóricas vacuas y sin respaldo argumental, o peor aún en contra de los hechos incuestionables, evidencian, en el fondo, lo dicho. Festejar por festejar, loar por loar, también lo hizo Nerón en medio de aquel pavoroso incendio, pero de nada le sirvió, ni a éstos les servirá, porque la penosa realidad se impondrá y el clavo ardiendo habrá que soltarlo. Ambas cosas, cuanto antes, mejor; es mi consejo.
Además, y según los antecedentes, esos mismo que hoy se agarran a él, serán los primeros en soltarlo porque sólo les mueve el miedo a lo que se barrunta; son, también, los de siempre, los que no han sido capaces de decirle, desde el primer día, que estaba desnudo, como tampoco lo hicieron con su padre. Son los mismos que proclaman a un Dios, a una Patria y a ese mismo rey, pero que en realidad no aman ni creen en ninguno de ellos y sólo buscan conservar sus privilegios aunque sea agarrándose a un clavo ardiendo. Son los mismos que un día se acostaron monárquicos y se levantaron republicanos, y otro día franquistas y al siguiente ya eran demócratas de toda la vida. Son los que hoy le aplauden y cuando no esté renegarán de él. A los otros, al menos, hay que reconocerles que creen en lo suyo, que son coherentes con ello y que tienen muy claro de siempre sus objetivos y, además, ponen voluntad y empeño, por eso, llevan ya casi medio siglo alcanzando e imponiendo todo lo que se proponen; también porque saben que enfrente no tienen, esta vez, a nadie.
Los aduladores nos insisten en que el rey nada puede y todo lo tiene y debe sancionar. Eso mismo fue lo que impuso aquel tan mal palo, Juan Carlos I, del que Felipe VI es la peor de las astillas.
Falso. Mentira. La Constitución, aún llena de basura, dice bien claro que al rey le corresponde, lo que por el principio de prevalencia está por encima de todo lo que viene a continuación, “arbitrar y moderar el regular funcionamiento de las instituciones”; y de todas, sin excluir ninguna, tampoco al Gobierno ni al Parlamento. Un árbitro es un juez y como tal tiene la autoridad y obligación de dictar sentencias de “pitar” falta, fuera de juego, sacar tarjeta amarilla o, si fuera el caso, roja. Y el rey, ha jurado cumplir la Constitución, peor también hacerla cumplir. Ni su padre ni él lo han hecho nunca, sino todo lo contrario, pues la han incumplido y han dejado a otros incumplirla, entre otras cosas cuando ambos han sancionado reiteradamente leyes y/o decretos manifiestamente inconstitucionales.
Felipe VI tuvo la oportunidad y la obligación de corregir, y radicalmente, el rumbo que imprimió su nada augusto padre a la Corona, a la Monarquía y a la Jefatura del Estado; ese mal rumbo que le llevó a su bien merecido exilio. Pero le han faltado agallas, convicción, personalidad, inteligencia y, más aún, patriotismo; demostrando, eso sí, ser un Borbón hasta las trancas.
Y con ello ha dado armas al enemigo, porque si como dice él y dice el coro de alucinados que aún se agarran a él, nada puede y todo lo tiene que sancionar, entonces la conclusión es única, clara e incuestionable: para nada vale y por ello es prescindible y obligado prescindir de él y de su monarquía estéril, yerma y vacua. Porque si es como él y sus zumbados pelotas dicen, entonces va a firmar las siguientes leyes, ya no sólo inconstitucionales, que también lo serán, sino peor aún, tan antinacionales como la de la amnistía, esas que un Gobierno y un Parlamento inconstitucionales y antinacionales le van a pasar a la firma a no tardar mucho que serán, por este orden: la del referéndum secesionista de Cataluña, la de la secesión efectiva de dicha región y de las que le van a seguir, la de la formación de la Confederación de Nacionalidades Hispanas y la de la creación de la República Confederal de Naciones Hispanas; ah, y la última, la que le dará veinticuatro horas para salir de ExEspaña con su familia y lo puesto; su esposa, que no es reina, sino “reina consorte”, se quedará tras abandonarle.
El lema elegido para definir sus diez años de rei… nada, no puede ser más insultante por cínico “servicio, compromiso y deber”. Ninguno de tan altos conceptos e ideales conoce ni ha cumplido ni hecho cumplir nunca. Cualquier otra cosa tal vez se podría haber pasado, pero el elegido es un escupitajo a la cara e inteligencia de los españoles que aún lo somos, nos sentimos, enorgullecemos y seguiremos así hasta el final.
Con Felipe VI ha perdido España la segunda oportunidad de oro que ha tenido en su historia, la primera fue con su padre, para no repetir lo peor de ella, así como para haber aprendido, de una vez por todas, de sus enseñanzas. Todo lo recibieron y gratis total, todo lo tenían hecho, sólo debían conservarlo y engrandecerlo aún más, pero son Borbones, una estirpe maldita que se nos impuso un mal día a los españoles, cuya existencia no debió superar 1814, ni 1931.
¿Lo que venga? Incluso por malo que sea, no podrá ser peor, pues en realidad será igual, lo mismo que ya estamos viendo y padeciendo.
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Paco :
Estamos llenos de traidores, empezando por el Rey, y también de la Jerarquía de la Iglesia (no dicen ni mú de la expulsión de los benedictinos del Valle de los Caidos),son falsos como Judas y Traidores como nadie, viven muy bien y no quieren perder sus privilegios.