21/11/2024 15:06

Burundi es conocido como el país más pobre del mundo pero pese a esto cuenta con la Universidad de Ngozi (UNG), la que fue la primera Universidad privada de Burundi, nació en plena guerra civil precisamente como alternativa a la violencia y como esperanza al desarrollo del futuro de los jóvenes de esta localidad.

Esta Universidad está dirigida por El Padre Apollinaire Bangayimbaga, rector de la misma desde hace 16 años. Es un sacerdote que ha vivido en España durante 18 años, allí estudió durante dos años Filosofía en Logroño y más tarde cursó el doctorado en Teología en la Universidad Pontificia de Comillas, Madrid. Estuvo trabajando en la Parroquia de Lesmes, Alcobendas, como vicario parroquial durante once años. Esta es la razón por la que se él mismo se considera español de corazón. Siempre cuenta que lo que más le llama la atención de España es la solidaridad y por consecuencia el contagio que esta tuvo en él. Aunque también menciona su afición por la tortilla de patata…

De él precisamente surge la idea de hacer más accesible el acceso a la Universidad de los jóvenes burundeses. Según cuenta el Padre Apollinaire, desde los altos cargos de la Universidad es fácil darse cuenta de que todos los que acceden a la formación universitaria pertenecen a familias con un nivel económico algo más alto en comparación con el resto del país. Sin embargo, las personas con dificultades, que son la mayoría, no tienen esta oportunidad.

En Burundi la sociedad se divide en distintas etnias, un 84% hutus, un 15% tutsis y un 1% batwa (pigmeos); entre los dos primeros a día de hoy no hay realmente gran diferencia incluso cuesta clasificarlos. Sin embargo, los pigmeos se han quedado claramente atrás en lo que supone el avance de la sociedad, son claramente la rama más pobre de la población burundesa ya que antiguamente se dedicaban a la recolección, caza y cerámica, pero a día de hoy no les es suficiente para vivir. Debido a la escasez de recursos, estos poblados viven marginados socialmente y en unas condiciones de vida muy precarias desde hace años. Por eso, nacer ya clasificado en esta rama de la sociedad complica muchísimo las oportunidades para evolucionar y acceder a la educación universitaria.

En la Universidad de Ngozi se da especial importancia a los valores que la definen desde sus primeros días. Son nueve principios que regulan el comportamiento de la UNG en su día a día y en sus relaciones con cualquier persona, el primer valor de la Universidad y por el que se rigen todas sus acciones es “El compromiso con la paz y la multiculturalidad”.

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Esto se representa precisamente en la aceptación de todas las clases sociales en la Universidad, para alcanzar la reconciliación nacional para la paz.

A día de hoy, hay siete jóvenes Batwa cursando un grado universitario en La Universidad de Ngozi. El padre Apollinaire, agradece el gesto de la ONG española ASU ya que ha financiado la matrícula de todos ellos y les ha brindado esta oportunidad.

Todos están cursando el primer año de su grado universitario y hacen cada día un gran esfuerzo por ir a todas las clases a pesar de las muchas dificultades que esto les supone, acudir a la universidad cada día es un verdadero reto para ellos.

Por esto es muy importante la figura de un tutor que les acompañe y guie en este proceso, todos ellos cuentan con la ayuda de Amidou Nshimirimana, profesor de la Universidad y asociado a ella desde hace muchos años. Debido a su experiencia en la tutorización de alumnos becados, el rector cuenta con él y su confianza en numerosas ocasiones. Amidou estudió también en la Universidad de Ngozi Interpretación y traducción, y luego cursó el Master de Agroecología en España para completar su formación; a día de hoy colabora con la Universidad y con distintas asociaciones para hacer posible proyectos como este.

Después de meses estudiando, es fácil darse cuenta de las enormes dificultades que tienen los batwa para seguir su educación de forma continuada. En concreto estos siete jóvenes viven en poblados muy lejanos y cada día tienen que hacer trayectos de horas andando para llegar a clase, además de la vuelta a casa cada tarde… Por la distancia tan larga y el tiempo que esto conlleva, tienen dificultades para estudiar al llegar a sus casas porque ya es de noche y allí no tienen electricidad.

Lo más complicado para ellos es encontrar algo de comer a medio día, así que la mayoría de días no comen nada hasta que llegan de noche a sus casas. Los días que lo hacen tienen que perderse alguna clase para conseguir dinero de alguna forma y poder comprarse algo para comer.

El Padre Apollinaire al observar esta situación cada día se preocupa por la continuidad de sus estudios universitarios. A pesar de ser consciente de la enorme ayuda y el primer paso que supone la matriculación de estos jóvenes en la Universidad, muchas de sus necesidades básicas siguen sin estar cubiertas.

Por eso el siguiente paso para ayudarles y que realmente puedan cursar estos años de universidad en unas condiciones dignas, es instalar a todos en unas habitaciones para estudiantes que están muy cerca de la universidad, allí dispondrían de luz para poder estudiar por las tardes. Además tendrían de una cocina para poder cocinar cada día lo que compren en el mercado con un pequeño préstamo mensual para mantenerles. La idea es ayudar a estos jóvenes con su vivienda, comida, material y ropa y así puedan continuar sus estudios y no abandonen su educación por falta de recursos y oportunidades.

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El Padre Apollinaire, como rector de la UNG, solicita la ayuda de todo el que pueda participar a financiar un fondo para estos jóvenes, destinado a cubrir sus necesidades más básicas.

Agradece enormemente a sus amigos de Logroño, La Rioja, por el compromiso con este proyecto de ayudar a los Batwa.

Actualmente de ese 1% de la sociedad, hay 7 becados en la Universidad, la idea es con este fondo poder ayudar a unas 40-50 personas de la etnia Batwa a acceder a sus estudios; para así, intentar igualar las diferencias que existen entre estos pigmeos y el resto de la población, luchando contra la estigmatización que sufren.

Esta es la historia de estos siete jóvenes, con siete historias distintas, pero una misma ambición: Crecer en su educación.

Como redactora de este artículo, yo, Cristina, al vivir en Burundi durante dos meses, he sido consciente de primera mano de lo que supone nacer siendo “Batwa”, de hecho al visitar sus poblados cuesta entender como han alcanzado llegar a la Universidad porque realmente viven en la pobreza absoluta. Pero también resulta increíble ver lo agradecidos que están de poder cursar sus estudios y sus pasión por continuar a pesar de las dificultades.

Esta experiencia para mí ha supuesto ser consciente cada día de lo muchísimo que podemos ayudar con algo que para nosotros supone muy poco, y al conocer a estos siete jóvenes personalmente me han impresionado mucho la resiliencia de cada uno de ellos.

Todos ellos ya están cumpliendo su sueño de estudiar en la Universidad, pero su situación personal y económica sigue siendo la misma de momento, por eso es importante facilitar sus condiciones en lo que podamos. A ninguno de ellos les faltan ganas, solo una pequeña ayuda para cumplir su sueño de evolucionar y aportar algo a su país.

Cristina Antolín Sanféliz

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José Ignacio Herrera Badía

Grandes los pigmeos!

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