24/11/2024 01:20

El resultado de las elecciones al Parlamento Vasco del pasado domingo 21 plantean sobre todo dos preguntas dignas de análisis: ¿Por qué los partidos nacionalistas-separatistas han logrado una hegemonía tan escandalosa y por qué Bildu ha crecido hasta el empate técnico con el PNV, en el primer puesto en escaños, pese a su sangriento pasado como formación heredera del brazo político de la banda terrorista ETA?

Respecto a la primera pregunta podemos encontrar tres razones. La primera es la alteración del censo electoral por el exilio de casi 200.000 vascos españolistas en los años de plomo de ETA, lo que constituye cerca de un 10% de la población. Una sangría de votantes potenciales así falsea los resultados desde entonces. La segunda razón es la cesión al nacionalismo de todos los resortes de la lucha cultural, por lo que lleva construyendo el “relato” histórico, político y social sin oposición los últimos 45 años. Esto crea en el elector vasco medio un esquema mental muy favorable a sus intereses.

La tercera es el agradecimiento de amplias capas de la sociedad vasca por el bienestar relativo del que han disfrutado en comparación a la media de las demás regiones del resto de España, gracias a los privilegios fiscales y al condicionamiento de las políticas estatales por parte del lobby de los industriales vizcaínos y guipuzcoanos. Aunque estos privilegios y ventajas están concedidas por el odiado Estado español, se considera a los partidos nacionalistas-separatistas como custodios y valedores de sus efectos.

Por supuesto, esta es una visión muy egoísta, insolidaria, mezquina y miope de la política, pero a la vez muy humana. Tendemos a valorar nuestro bienestar en relación a la de los puntos de comparación más próximos que podemos encontrar. Ciertamente, si el paro sube en toda España, también subirá en las provincias vascas, aunque lo haga algún punto menos que la media nacional; si sube la inflación, también empobrecerá a los vascos, aunque su media de ingresos este algo por encima que la de otras regiones; si la inmigración masiva invade España, también llegará a los barrios vascos y sus vecinos sufrirán sus terribles consecuencias; si las locuras de la ideología de género enrarecen a nuestra juventud, también lo harán a la suya; si se dispara la inseguridad, también amenazará a las familias vascas, etc.

Obviamente rentaría más a los vascos, por utilizar una expresión muy usada por la juventud, contribuir a solucionar los problemas a los que se enfrenta toda España, derivados de la imposición de las políticas globalistas que nos empobrecen y esclavizan, que conformarse con estar un poquito “menos peor” que otras regiones de España, pero la visión política, no ya de los vascos ni de los españoles, sino de la mayoría de los occidentales está profundamente limitada.

Finalmente, encaramos el problema del crecimiento de Bildu. El nacionalismo vasco, al igual que el catalán, nació como un movimiento no ya de derechas, sino de ultra-ultra-ultra derecha. Arana y sus primeros seguidores eran ultracatólicos, hasta niveles de fanatismo que sonrojarían a un católico tradicionalista actual, ruralistas y antimodernos. Con el tiempo, junto a ese nacionalismo rural y ultraconservador, surgió otro en las ciudades liberal y luego marxista, progresista y de izquierdas. Como el vector principal de su actuación era el odio a España, pronto las reivindicaciones conservadoras, religiosas y de crítica a la modernidad pasaron a segundo plano y ambos nacionalismos tendieron a colaborar y, en algunos casos, incluso a unificarse temporalmente. En todo caso, pese al predominio electoral y de movilización de masas del primero, en la batalla de las ideas tendió a imponerse el segundo.

Bildu y ERC, como representantes de ese nacionalismo urbano y progresista (urbanita y progre diríamos hay en día) amenazan con sorpasar a ese otro nacionalismo conservador y rural que representan el PNV y Junts, habiendo alcanzado unos niveles de apoyo electoral equivalentes a aquel y un claro predominio ideológico. Si a eso le sumamos el continuo blanqueamiento con el que el PSOE de Pedro Sánchez ha obsequiado a los proetarras para garantizarse su apoyo y continuar en el poder, podemos comprender como su pasado criminal no les ha pasado factura: ¡Si hasta los gobernantes del opresor estado español reconocen en Bildu a un partido progresista y democrático!

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Así las cosas, mientras las condiciones en las que se desarrolla la política vasca no se transformen radicalmente y cambien sus actores principales o estos de vean forzados a comportarse de un modo muy distinto no pensamos que puedan darse transformaciones sustanciales en su mercado político. La buena noticia es que la historia nunca se detiene y que la decadencia natural del modelo globalista afectará a las regiones vascas, como al resto de España y Europa, lo que terminará teniendo consecuencias transformadoras tarde o temprano.

José Manuel Bou Blanc

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José Manuel Bou Blanc
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Surreal

Ni los vascos ni el resto de los españoles somos de ultra izquierda pero nuestros políticos sí lo son. Aquí nadie habla de Pucherazos Soros-Indra pero la realidad es que en los escrutinios generales no se suman los votos de las actas de las mesas. Usted puede comprobarlo yendo el próximo viernes a los actos públicos del escrutinio general en las provincias vascas y alucinará viendo como se incumple la Ley Electoral (LOREG) y cómo los líderes de todos los partidos y las direcciones de todas las televisiones y medios están en el ajo y son nuestros enemigos. Están al servicio de los losd dueños de los fondos buitre y de quienes controlan al sionismo masónico que ya están a punto de empotrarnos en la genocida Abominación 2030

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