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El próximo día 28 de enero se cumplen diez años del fallecimiento de D. Blas Piñar, un hombre singular, incluso me atrevería a decir que providencial. Aquel 28 de enero de 2014 fue un día muy triste para los patriotas españoles. Nos invadió un profundo sentimiento de orfandad, pues al fin y al cabo Blas Piñar había sido para muchos españoles el referente, por antonomasia, del patriotismo español. El que fuera fundador de Fuerza Nueva en 1966, primero como revista, y luego unos años más tarde como movimiento político, se convirtió en un luchador infatigable por los sagrados ideales de Dios, Patria, y Justicia, sintetizando como ningún otro los ideales nacionalsindicalistas y tradicionalistas.

Blas Piñar mantuvo una heroica lucha contra el Sistema en defensa de sus ideales, que no eran otros que los valores de la civilización cristiana occidental, contra viento y marea, contra todo y contra todos, como el mismo llegó a decir en una memorable ocasión, a pecho descubierto, e imbuido de un sentido moral de la política que hoy brilla por su ausencia en el panorama político español. El fundador de Fuerza Nueva con su dialéctica apasionada y con sus extraordinarios conocimientos jurídicos, teólogicos e históricos hizo frente a una campaña permanente de persecución y difamación por parte del Sistema “democrático”, que dicen que nos hemos dado.

Blas Piñar, gracias a su carisma innegable y a su brillantísima oratoria llegó a ser elegido diputado por Madrid en las elecciones generales de 1979, llegando a ser uno de los más votados de toda España. Durante su etapa de diputado, cuando pronunciaba sus admirables discursos sin papeles de por medio, supo concitar el interés y la admiración de tirios y troyanos. Nunca defraudaba, siempre sabía dirigirse a sus señorías con una maestría dialéctica inigualable, con argumentos cargados de razón y de convicción. No en vano, el que fuera diputado del PSOE durante la Transición y, posteriormente, Presidente del Congreso, D. Manuel Marín, en unas declaraciones que le honraron dijo en su momento, y es textual que “Blas Piñar había sido el parlamentario más brillante que ha pasado por el Congreso de los Diputados, en una época además en que había más competencia.” ¿Se imaginan unas declaraciones así, hechas por Meritxel Batet o por Francina Armengol?, ¿no, verdad?

Tuve la gran suerte de ver a Blas Piñar por primera vez en mi vida, acompañado de mis padres, en un mitin de Fuerza Nueva en Zaragoza, o por mejor decir, acto de afirmación nacional, que era como habitualmente se denominaban los actos públicos de Fuerza Nueva. Corría el mes de noviembre de 1978, concretamente el 5 de noviembre, fecha inolvidable para mi. El acto se celebró con ocasión de la campaña promovida por Fuerza Nueva pare pedir el no en el reférendum que se celebraría el 6 de diciembre de ese mismo año, para votar la malhadada Constitución.

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Puedo decir, sin faltar a la verdad, que la intervención de Blas Piñar fue apoteósica y me impresionó hondamente, al igual que a mis padres y a los varios miles de personas que abarrotaban el local donde se celebró el acto, por aquel entonces sala de bingo, y anteriormente famosa pista de patinaje llamada El Ibón. El caudillo de Fuerza Nueva aparte de hacer una crítica feroz, pero justificada, de la grave situación que padecía por entonces España, fue desgranando uno por uno los motivos para votar no a la Constitución, anunciando con una clarividencia asombrosa los males que se derivarían para España si, finalmente, se aprobaba.

Han pasado ya 45 años largos desde la aprobación de la Constitución, y es innegable que Blas Piñar, por desgracia, no se equivocó y cualquier persona que no esté cegada por el sectarismo reconocerá, que a raíz de su aprobación se fueron cumpliendo las peores previsiones anunciadas por ese ilustre prócer de la Patria: ruina moral y económica de España, crecimiento exorbitante del paro, separatismo desbordado gracias al maldito Estado de las autonomías, terrorismo imparable, aborto, etc. Claro que como ya dijo nuestro Señor Jesucristo, nadie es profeta en su tierra.

Posteriormente tuve ocasión de ver a D. Blas en las grandiosas concentraciones del 20 N en la Plaza de Oriente, y posteriormente en las enormes manifestaciones en el Paseo de la Castellana, con ocasión de la citada conmemoración, saliéndoles el tiro por la culata a los polítiquillos de aquella época, principios de los años 80, que llegaron a prohibir la referida conmemoración en la Plaza de Oriente, creciendo mucho más el gentío patriota, que se manifestaba alegremente por el Paseo de la Castellana.

Por otra parte, no quiero dejar de subrayar la lealtad inquebrantable de Blas Piñar al Caudillo, Francisco Franco y a los ideales del 18 de Julio, que inspiraron los Principios Fundamentales del Movimiento y que llevaron a España a unas cotas de desarrollo económico y espiritual desconocidas hasta entonces. Esa lealtad fue honrada, y crítica al mismo tiempo cuando tenía que serlo, lo cual le condujo a poner el dedo en la llaga cuando denunciaba ya en los años 60 un proceso de desafección acelerada no sólo en buena parte de los altos cargos del Régimen, sino también en instituciones que en buena medida le debían a Franco la propia existencia, como por ejemplo, la Iglesia católica. Y si alguien lo considera exagerado que se estudie lo que fue la maravillosa II República y la subsiguiente Cruzada de Liberación Nacional.

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Esa actitud crítica, pero honrada le causó a D. Blas no pocos disgustos e incomprensiones por parte de una buena parte de las autoridades, a finales del franquismo, cuando denunciaba cómo estaban desmontando el Estado del 18 de Julio, y preparando el cambio de chaqueta. Y ya no digamos con la democracia, cuando ponía el dedo en la llaga un día sí, y otro también, clamando contra el proceso de aniquilación de España, eso sí, por vías “democráticas”.

Tampoco puede olvidarse la defensa que hizo de la figura de José Antonio Primo de Rivera y de los ideales falangistas, haciendo alusión frecuente a uno y a otros, tanto en sus discursos como en sus escritos. Si alguien lo duda, que se lea el magnífico libro del brillante historiador D. Francisco Torres, “Dadme una camisa azul”.

Bueno es recordar también la extensa obra literaria de Blas Piñar, a través de la cual reflejó, como fiel cronista de su tiempo, las vicisitudes que ha sufrido España en las últimas décadas de nuestra historia, con honradez y rigor histórico. Ahí tenemos por ejemplo, la colección de libros “Escrito para la historia”, “Mi réplica al señor Tarancón”, “Con el alma y la pluma, etc.

Finalmente, ruego a Dios por el alma de Blas Piñar, para que lo tenga en su gloria, y ruego también que Blas interceda por España y por los españoles, que buena falta nos hace, recordándole siempre al estilo patriótico.

Blas Piñar, ¡Presente!

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Pablo Gasco de la Rocha

Sin duda alguna que «providencial», porque la historia le ha dado la razón en todo, de cuyo magisterio muchos aprendimos cuando aún éramos jóvenes.
Ah, eso sí, que nadie se lleve a engaño, porque los hombres pasan, pero las ideas quedan. Quedan, y sólo esperan el momento de hacerse verdad.
Don Jesús Pastor Fernández, reciba un saludo cordial…

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