Suerte tuvo Inda de que se le inyectara el efecto placebo o que no le tocara la bola negra de la lotería de la muerte que supuso la vacunación masiva de ciudadanos sumisos que se tragaron los embustes de la plandemia. La muerte repentina ha causado estragos en la juventud y la salud se ha resentido en millones de personas que observan con preocupación los efectos secundarios de unas sustancias nocivas que se inocularon sin fiabilidad, y que constituyeron un vasto negocio contra la salud cuyas consecuencias se constatan día a día con lo que se ha denominado repentinitis: muerte repentina por causas supuestamente desconocidas y casuales.
Los memos que no nos vacunamos contemplamos cómo los verdaderos memos inducían a las vacunaciones y atacaban a quienes ejercíamos el derecho a desconfiar de una alerta sanitaria que se cayó por su propio peso, la falta de credibilidad y la tozuda como permanente y científica prueba de que asistíamos a una emergencia con oscuros propósitos no relacionados con la salud.
Se supone que el sumiso y cómplice del engaño Inda debió de vacunarse en varias ocasiones, siendo el listo de turno que aprovechaba cualquier intervención pública para denostar a los científicos que alertaban sobre los oscuros trasuntos de la OMS y de cuantos países comercializaron masivamente las vacunas que al final se quedaron en el tintero de la credibilidad mundial.
Por lo que pueda pasar, haría bien Eduardo Inda en investigar y reflexionar sobre la tibieza de unas declaraciones que pudieron arrastrar a más de uno hacia la enfermedad, la zozobra y, sobre la conciencia lo lleven, hacia la muerte.
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Mirinda es un bufón lacayo, que por unos euretes en subvenciones, publicidad o lo que se tercie, dirá cualquier cosa, lo que le pidan.
Ahí está su infumable panfleto, ejemplo de falta de rigor similar al de los libelos zurderos.
Por supuesto las majaderías de Inda comparando a Sánchez con Franco a ustedes les traen al fresco, ¿no, señores editores?
Hay un artículo de Francisco Torres García sobre ese asunto, y creo que no será el último. No sé si usted se ha tomado la molestia de leerlo. Ahora bien, si lo que pide es un editorial, entonces estoy de acuerdo con usted.
Creo que el enano Inda solo es un bufón de las élites 20 30. Aquí el que si se tomó muy enserio lo de del pinchazo fue pigmeo Losantos, pues todos sus ciervos incluido El voxero del Pino, amenazaban a todo aquel que no se pinchaba.
Pues, para falta de rigor, la de este panfleto…