El socialcomunismo ha venido ensanchando poco a poco el poder del Gobierno ante la actitud condescendiente de las instituciones, que han carecido de valor, de capacidad o de lealtad a la nación, asumiendo una parálisis suicida en la defensa de la democracia. Así ha sucedido, además, con el pueblo, respecto a los negocios del Estado, pues los ciudadanos se han despreocupado de la política, es decir, de dar o no su consentimiento a los atropellos y crímenes socialcomunistas, así como a las defecciones de la derecha, en las ocasiones en las que ésta pudo variar el rumbo destructor.
En España, con un pueblo ovejuno, el socialcomunismo ha impuesto la necesidad de obedecer todo lo injusto y pervertido que Sánchez y sus otros líderes mandan y han mandado. De este modo, el excesivo poder acumulado por los frentepopulistas ha devenido en tiranía, como era previsible. En esa tiranía que, según escribió Aristóteles hace ya veinticuatro siglos, es la forma de gobierno propia entre naciones bárbaras.
Ninguna persona razonable puede extrañarse de que hombres sin uso de razón, sin prudencia, desinteresados de cualquier acción cívica, intelectiva o trascendente, como le ocurre a la mayoría del actual pueblo español, hayan nacido para la esclavitud y, consciente o inconscientemente, obedezcan a los déspotas. Pero, por el contrario, las personas razonables y avisadas se preguntan -y se estomagan y estremecen- por el pensamiento y la conciencia de todos aquellos que durante la democrática Transición han ejercido sus responsabilidades bajo promesa o juramento en cuanto a la defensa y el bienestar de la patria y de sus ciudadanos. Incumpliendo sus compromisos.
Estos representantes institucionales que han tenido en su mano efectuar la más saludable forma de gobierno en todas aquellas cosas que ya las costumbres y tradiciones, ya las leyes, ya la Constitución, ya el sentido común, ya la ética, e incluso la estética…, estas personas, como digo, a quienes las circunstancias han dejado a su arbitrio y a su sentido de la dignidad y del patriotismo asuntos tales como administrar justicia, defender las fronteras y la unidad, nombrar jefes y educadores a la medida de la excelencia y, en definitiva, procurar el bien común, han mostrado su rostro más indigno, su alma más deleznable y su corazón más desleal.
Ante casos tales de vileza por parte de sus dirigentes, siempre el pueblo soberano ha sabido oponerse a ellos mediante las poderosas armas de resistencia, de embate y de bloqueo que posee: la rebeldía fiscal, el desacato a las leyes inicuas, el encarcelamiento de los que se apropiaron del Estado para su ventaja particular, la expulsión de los tibios y la desentronización de los pasmarotes. Es decir, la revolución.
El problema es que cuando el pueblo soberano se ha convertido en plebe o en chusma la revolución se hace complicada, por no decir imposible. Y, por si el trago no fuera lo suficientemente amargo, al haberse mostrado incapaz de oponerse a los tiranos con sus propias fuerzas, se ve en la tesitura de pasar por el oprobio de pedir árnica a estamentos exteriores, la mayoría de los cuales, además, o están implicados en el contubernio que le aherroja o son enemigos históricos del peticionario.
Si la multitud carece de civismo, de cultura política y de voluntad, la autoridad popular se desvanece, y es difícil ponerse de acuerdo sobre un mismo punto, que en la hora crítica no puede ser otro que el de la regeneración absoluta, es decir, la hora del amotinamiento, de la insurrección. Algo que, sin más, no puede llevar a cabo una minoría, por heroica que sea. Así, el rebaño que por su mansedumbre ha visto multiplicarse los lobos alrededor, ese pueblo esclavo adoctrinado en el antifranquismo sociológico y en el hedonismo, sólo se verá a sí mismo como un ser esclavo y miserable cuando, ante el espejo, se pregunte, con gesto incrédulo y boyuno, cómo ha sido posible que se le hayan acabado las cervecitas y las gambas.
Autor
- Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
Últimas entradas
- Actualidad14/11/2024Contra los «putos amos» y contra sus padrinos y mentores. Por Jesús Aguilar Marina
- Actualidad12/11/2024Toda maldad organizada se asienta en la bajeza y en la pasividad social. Por Jesús Aguilar Marina
- Actualidad05/11/2024Los votos insensatos o sectarios no salen gratis. Por Jesús Aguilar Marina
- Actualidad31/10/2024El caudillo futuro y el «Nuevo Orden». Por Jesús Aguilar Marina
En cuanto España declare la suspensión de pagos(ya estamos en quiebra técnica y este mes no había dinero para pagar las pensiones),se acabará el tardeo y el compadreo de cañas y copas de la mayoría del pueblo español…Se va liar,los políticos del arco parlamentario español nos llevan a la ruina absoluta.
Exacto. Eso es lo que ha pasado y la situación que tenemos encima… y todo empezó con unos sres/sras. en los que el pueblo confió por venir de donde venian..Se han tomado su tiempo pero me temo que esta vez lo han conseguido.
Cuando se crea un Sistema cuya Constitución deja abiertos los caminos de un Gobierno para acaparar todo el Poder se termina por convertir en una Dictadura. En una Partitocracia, como pasó aquí, o Dictadura de los Partidos. Por mucho que se trate de engañar con la manida reflexión del político: «Los votantes nos han elegido, así que las medidas que tomamos son tomadas por el Pueblo». Y NO! Porque no existen los filtros de control mínimos a favor de éste. Y esto no cambiará porque sencillamente a los Partidos no les interesa perder esa bicoca.