El disparate catalán. Por José Antonio Ruiz de la Hermosa

Es curioso pero, siendo España por las Leyes de Indias que propugno Isabel La Católica y la diversa legislación habida y por haber durante el tiempo del llamado Imperio Español, no existía, ni debía existir en la católica España la trata de personas, mas en concreto la compra, trasiego, mercadeo y uso de esclavos. Pero, repito, curiosamente es el final de ese Imperio, cuando prácticamente y por casi primera vez se permite, mejor dicho se hace la vista gorda a la esclavitud como tal en el territorio Nacional. ¡Y saben ustedes donde sucede eso?, pues también curiosamente en este tramo final, en la isla de Cuba y, ¿ quien lo lleva a cabo? Pues curiosamente esclavistas españoles de origen catalán o balear, esclavistas que al igual que muchos otros masones y, afines a ellos, consiguen sacar el producto de sus negocios y restituir en gran medida, a la madre patria catalana.

«La pela, es la pela», se decía en la España del siglo XIX y del siglo XX, siendo la representación más concreta de esta la alta burguesía , la clase dirigente, esa burguesía catalana arrogante cuyo ánimo de lucro y ansia de impunidad forzaron , una vez repatriados los frutos del último siglo cubano, la necesidad de una autodeterminación económica a costa de la desigualdad y el escarnio y la sangre de los muchísimos españoles que murieron o enfermaron en Cuba durante los enjuagues masónicos que ese capitalismo infecto realizó para salvar «sus muebles» a costa de la sangre de los demás españoles.

Pero la estirpe queda, el ADN que dice el chico guapo, según él, porque a la vista está su arrogancia de adonis en su región afrancesada, que se pavonea de lo guapa que es su raza frente a la inferior del resto de España. Pero, no siempre fue así, pues detrás del Golpe de Estado del general Primo de Rivera, estaba esa burguesía que fue a despedirle a la estación, en su viaje como nuevo líder de la España Monárquica. Esa burguesía que tenía que utilizar pistoleros contra los otros pistoleros, los anarquistas que hacían peligrar la estabilidad de su acomodada vida y de sus «fabriquetas».

Pero, cuando el poner las cosas en orden hizo peligrar a sus cuentas bancarias y a su subterráneo poder no tuvieron empacho en financiar, potenciar y prácticamente conducir a la España del ADN inferior hacia una República que ellos pensaban dirigir en la sombra. Pero, cuando se piensa demasiado con la cartera y muy poquito a largo plazo con la verdad y la razón, se acaba llevando al poder a gente que les debía mucho, y que precisamente y por no pagarles acabo pasándoles al cobro la factura de su acción antiespañola y antidemocrática.

Nuevamente los dueños de la «fabriqueta» se vieron entre la espada y la pared, pero en esta ocasión medio acertaron con la solución; primando a unos nuevos generales, que si bien eran masones como ellos, no funcionaban adecuadamente a futuro a sus intereses y eso les llevó a fiarse de un gallego que ellos esperaban poder manejar. El gallego, como los republicanos izquierdistas, aparentemente domesticados y todos aquellos que ellos creyeron utilizar para su interés burgués y escondido tras las faldas de la Iglesia, tampoco les hizo del todo felices. Aunque tuvieron que reconocer que esos 40 años de Paz fueron el mejor camino hacia unas excelentes cuentas corrientes, unas nuevas «fabriquetas» y sobre todo la domesticación de unos campesinos españoles que pagaron las guerras que ellos en su afán de riqueza habían arruinado.

Como el ser agradecidos es de bien nacidos, estos procedieron por el camino contrario y en cuanto claro que el Régimen no sobreviviría al que ellos llamaban «el dictador», pues había que ir preparando un nuevo mundo en el que vivir. Nuevamente potenciaron a los izquierdistas nacionalistas, que en buena lógica nadie sabe qué significan las dos palabras juntas y pusieron al mando de los locales, aparentemente más afines a su cuerda, a un auténtico catalán de los de su burguesía. Alguien criado en la España de la Victoria, educado en el colegio más Nacionalsocialista del mundo y que curiosamente se encontraba en Cataluña y, que de la conjunción de férrea enseñanza y ADN nada sospechoso se metió a manejar la Banca de los burgueses, pero con capital de sus trabajadores y que acabó, como podía esperarse, como el Rosario de la Aurora.

Durante años, todos los debacles de la economía de los antiguos dueños de la fabriquetas los hemos pagado los demás, seamos castellanos o aragoneses, da igual. Lo que sí está claro es que también hemos pagado, estamos pagando y quieren que paguemos la huida hacia adelante que significa el que les pongamos la cartilla a cero, más luego se la rellenemos para el futuro a corto, medio y largo plazo. No les basta con ser responsables de las desgracias nacionales desde el siglo XVIII, ni con haber estrujado en sus «fabriquetas» a los emigrantes que vinieron del resto de España y que obligaron a vivir indignamente mientras les cobraban esa indignidad.

Recuerdo en cierta ocasión y mientras hacia un curso en Barcelona, a una señora, que también realizaba el citado curso, un comentario: …//… Todo lo que soy se lo debo a Cataluña…//… Siento decirle a esa señora que su carrera universitaria se la debía a su esfuerzo personal y al esfuerzo de todos los españoles que apoyaron la mejor enseñanza media y superior de Europa en los años setenta del siglo pasado. Pero, el lavado de cerebro protagonizado por: «el España nos roba» estaba también planificado que hasta los mejor educados en un buen sistema se creían lo que les contaba la propaganda de esos seres que solo pueden presumir de: ese interés de los empresarios cobardes y cómplices, los de la fabriqueta de marras, así como esa demagogia oportunista, encarnada por los rufianes de turno, manejada y alentada con el fanatismo más analfabeta, intransigente, agresivo e incontrolable. Con ese chantaje social y emocional que los intereses bastardos de cuatro politiquillos de vía estrecha del Estado Español han facilitado por la dejación de funciones y obligaciones que tenían. Esos politiquillos que en nombre de la democracia han dejado imbuir a la juventud catalana y del resto de España unos valores basados en: la intolerancia, el desprecio y odio fanático, alentando una Leyenda Negra que a quien acusa es a los propios que defienden esa Leyenda Negra.

Todo ello nos lleva a la situación actual, donde una pandilla de charlatanes, fanáticos, catetos y a veces ladrones, que se han hecho con el poder en una España adormecida por la estupidez y la poca gana de enfrentarse a la realidad. Y ahí estamos y aquí lo dejo…

Autor

Jose Antonio Ruiz de la Hermosa

José Antonio Ruiz de la Hermosa es oficial retirado del Ejército Español. Especialista en Estrategia, táctica y logística Aérea. Especialista en Salud Laboral, Prevención de Riesgos, Divulgador e Historiador.

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