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Un perímetro de 88 kilómetros cuadrados y casi 15.000 hectáreas es el espacio destruido por los incendios provocados de la Isla de Tenerife. El fuego antes descontrolado se dirige a los altos de Güimar donde los servicios de extinción lo atajarán desde el aire a la espera de poder controlarlo por completo.
El incendio se inició en los montes de Arafo el día 15 de agosto y desde entonces se ha trabajado permanentemente en la extinción aunque los bomberos se quejan de haber sido abandonados en cuanto a intendencia o provisiones para alimentarse durante el duro trabajo en el que se han estado empleando a fondo.
El Consejero de Política y Cohesión territorial, Manuel Miranda, ha informado en rueda de prensa sobre la evolución de la labor para extinguirlo con énfasis en la zona de Izaña donde se ha conseguido estabilizar, al contrario que en la zona de Malabrigo donde siguen los duros trabajos para apagarlo.
En cuanto a los damnificados, Rosa Dávila, presidente del Cabildo de Tenerife ha querido tranquilizar a las personas evacuadas que desean retornar a sus casas, informando que se celebrará una reunión técnica para abordar la desescalada evaluando que se proceda con todas las garantías. También ha explicado que se ha estudiado la situación de cada familia para ofrecer realojamientos. Asimismo ha puntualizado las precauciones que han de tomarse por la calidad del aire, aconsejando que se tengan a mano las mascarillas FPP2 y se empleen si se considera necesario.
Siguen pues los trabajos de extinción por un incendio criminal, provocado contra el patrimonio natural de Tenerife.
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Cuanta judía hipocresía ecologista hay en el mundo. Esto es lo que habría que prevenir a toda costa, los incendios forestales. Si hay algo que puede purificar el aire de las tan citadas emisiones de dióxido de carbono, es una nutrida masa forestal. Hacen falta decenas de millones adicionales de bosques arbolados con todo tipo de especie adaptada a la latitud, además de reverdecer con todo tipo de arbustos y árboles las ciudades. Pónganse a plantarlos y a limpiar los actuales bosques y montes a los presos a cambio de redimir condenas de modo voluntario, por ejemplo. Saldrían ganando ambos, sociedad y presos.
¿Se han limpiado los montes y bosques en primavera recogiendo ramas, hojas y restos muy útiles para abonar otras tierras, incluso las de reciente plantación de más árboles? ¿Se sitúan cámaras y sensores en ciertos árboles distanciados para detectar lo antes posible cualquier incendio y actuar lo antes posible antes de que se propague? ¿Se utilizan drones de vigilancia continua? ¿Se ara la tierra con tractores y se sitúan cortafuegos y depósitos de agua estratégicamente en montes y bosques? ¿Se permite a los ganaderos hacer pastar sus ganados en los montes y bosques para limpiarlos a la vez que alimentan de modo natural sus ganados? ¿O se utiliza el presupuesto medioambiental extraído de los impuestos robados en coca, putas, mariscadas, titos bernis, fiestones y heroína para los políticos medioambientales de turno de cada autonoatraco? Nada, el ecologismo es pura hipocresía farisea al que nada le interesa la naturaleza en absoluto. Y eso si no son ellos mismos los que prenden fuego deliberadamente para su política de «cambio climático» por desertización.