Un proyecto colosal: La estatua de Notre-Dame en Francia. Por Santiago Prieto Pérez

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El pasado 25 de julio, día del apóstol Santiago, patrón de España, no se consideró, un año más, fiesta nacional. Una nueva muestra del empeño por hacer olvidar las tradiciones y símbolos de nuestra historia común.

Dicho esto, nos encontramos en la localidad de Puy-en-Velay, en el departamento de Alto Loira, en el Macizo Central francés; punto de origen de la llamada Via Podiensis, o ruta francesa del Camino de Santiago, inaugurada en el año 950-51 por el obispo Gotescalo.

Sobre Le Rocher Corneille (La Roca del Cuervo), a 741 metros sobre el nivel del mar, se erige una estatua colosal de la Virgen y el Niño Jesús. La Virgen, tocada con una corona de estrellas y apoyada en una semiesfera que simboliza el mundo, aplasta una serpiente que representa al demonio con su pie derecho. En sus brazos, Jesucristo infante bendice¹ la población de Puy y la nación francesa.

El monumento a la Virgen es una obra excepcional, “de aquellas que honran tanto la época como el país que la alumbró”²; comparable por sus dimensiones con la estatua de La Libertad (Auguste Bartholdi, 1870-1886), el Cristo Redentor del monte Corcovado (Gheorge Leonida y Paul Landowski, 1922-1931), o La Cruz y los cuatro evangelistas del Valle de los Caídos (Juan de Ávalos, 1951-1956). Y, como las citadas, es recorrida en su interior por una escalera que asciende hasta lo más alto; en este caso, la corona de Nuestra Señora.

La escultura se sufragó por suscripción pública –abierta el 16 de julio de 1850– y con el dinero recaudado durante los servicios diarios y fiestas populares, siendo diseñada y modelada en barro por el escultor Jean-Marie Bonnassieux (1810-1892), fundida por Prénat et Cie³, y sus 105 piezas ensambladas por Solvain y Micciolo “con una precisión y rapidez encomiables”⁴; debiendo subrayarse que todo el proceso de construcción se desarrolló en un plazo inusualmente corto, entre 1856 y 1860. Pues no está de más recordar que sólo la estatua mide 16 metros de altura y tiene una masa de más de 110 toneladas, sobre un pedestal de siete metros sobre la roca, para un total de 835 toneladas.

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El tono rojizo de la escultura invita a pensar que el material con el que fue elaborada es hierro o acero, y no bronce, como afirman quienes defienden que para su fundición se emplearon los cañones de bronce rusos capturados en la Guerra de Crimea tras la batalla de Sebastopol y regalados por Napoleón III para levantar el monumento.

Este parecer se sustenta en dos razones: En primer lugar, aunque el bronce puede adquirir tonos castaños o marrones empleando sales como nitrato férrico (Fe(NO₃)₃) o cuprita (óxido cuproso o Cu₂O ), no conocemos ninguna pátina que permita alcanzar un tono rojizo como el que muestran la estatua y pedestal de Notre-Dame de France.

Por otra parte, la batalla de Sebastopol duró desde octubre de 1854 hasta septiembre de 1855, lo que permite asegurar que los cañones rusos que defendían la plaza eran de bronce y de hierro fundido; ya que no fue hasta 1855 cuando Inglaterra empezó a fundir cañones de acero en lugar de hierro, a partir de los descubrimientos del ingeniero Henry Bessemer (1813-1898) en el terreno de la siderurgia. Dado que las piezas que conforman la estatua de Notre-Dame de France fueron fundidas presumiblemente entre 1858 y la primera mitad de 1860, y el color bermejo que presentan no se corresponde con una pátina natural del bronce, todo apunta a que el material empleado para la fundición fuese acero, ya que las propiedades de éste son significativamente superiores a las del hierro y la tecnología para la producción “barata” de acero ya estaba extendida en 1858. Puede ser que para elaborar dicho acero se emplease el hierro de los cañones rusos, pero lo que es seguro es que no se fundieron cañones de bronce⁵.

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Como puede comprobarse a la luz de lo expuesto, la realización este colosal monumento significó la colaboración de numerosos especialistas de diferentes campos, lo que permite entender mejor un arte como la escultura, donde muy pocas veces puede atribuirse a una sola mano el producto final.

1 La bendición ofrece una doble lectura. Los dedos índice y anular extendidos representan la doble naturaleza de Cristo: humana y divina; pero la extensión del pulgar tiene una significación inequívocamente católica, indicando la Trinidad: Dios Padre, Jesús, y el Espíritu Santo.

2 Victor Castel. L’Illustration, Journal Universel, nº 916, vol XXXVI, 15 de septiembre de 1960, p. 173.

3 Fundición en la localidad de Givors, cerca de la Cuenca del Carbón y del gran centro metalúrgico del Loira. Fundada por Eustache Prénat (1802-1866) en 1839, permaneció activa hasta 1960. En 1853 pasó a denominarse Société des Hauts-Fourneaux et Fonderies de Givors E. Prénat & Cie.

4 L’Illustration, op.cit.

5 Los leones que flanquean la entrada del Congreso de los Diputados de Madrid, en cambio, sí proceden de la fundición de cañones de bronce: los capturados en la batalla de Wad-Ras, el 23 de marzo de 1860. Estos leones fueron modelados por el escultor aragonés Ponciano Ponzano y fundidos en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla en 1865.