Jueces socialistas y la consciencia turbia del deber de conciencia incumplido. Por Ignacio Fernández Candela

Digo bien: jueces socialistas, supuestamente imparciales, prácticamente sectarios y adscritos a la mafia política. Suma y siguen los dispendios «casuales» que brindan los juzgados para librar a los corruptos del PSOE y lastrar, si cabe más, al partido más putrefacto de Europa, experto en estafar fondos públicos y gastarlos en putas y cocaína. Isofotón; el hermano de Puig; las ayudas millonarias a Plus Ultra; la posible anulación de las corrupciones del marido de Gámez y un largo ritual de corrupciones judiciales para encubrir las políticas.

El error en las instrucciones se ha convertido en el estribillo de esta coral estridente de la impunidad con una justicia mercenaria al servicio de La Moncloa. Jueces ensoberbecidos e intocables manchan las togas a diario importando poco la ética y beneficiándose de la relatividad de la interpretación de la ley para encubrir la mafia socialista. Pero, ay de aquellos que se saben responsables y no cumplen, porque a esos se les exigirá más cuando toque rendir cuentas de la prevaricación.

Un reflejo de la estulticia humana son las ínfulas de la presunción,  el inabarcable laberinto de la vanidad cuya salida está al final de los días con el último suspiro. Este desgobierno de estafadores y ventajistas, sembradores de cizaña a conveniencia de espurios intereses personalistas y tabernarios, es la prueba de la ignorancia del Mal que atrapa a sus víctimas aprovechando sus necedades. Al grupúsculo político de la mendacidad que se engaña a sí misma, habría que añadir a los que cargan las espaldas de la conciencia con el pesado fardo de la responsabilidad moral, como sucede con los jueces, vanguardia de supuestos de dignidad que pocos cumplen.  Del culmen de la autoridad a la nada de la expiración y tantos inconscientes de la importancia determinante de hacer los deberes bien hechos. ¿De esta España nuestra inmersa en corrupción,  cuántos políticos,  jueces, periodistas y demás ralea al servicio del oportunismo más  rastrero, pueden ser llamados por la Parca con la convicción de que la conciencia estuvo por delante del enriquecimiento al precio de la deshonra? Nadie de quien se sospecha la sucia estrategia del parásito que se deja comprar con salario de traición. Y son tantos… pobres verdugos de sí mismos , futuros ejecutores de sus propias almas. Con el mismo juicio serán juzgados y con la misma medida con que midieron, serán medidos. Se creen importantes mientras viven y luego, inexorablemente, mueren. Tanta relevancia transformada en polvo.

Sería un buen ejercicio de autoprotección visitar el silente manifiesto sobre la insignificancia que se proclama con la evidencia de la extinción en un camposanto. Autoprotección para el que se confía pensando que no hay testigos de sus obras y se aseguran de mantener el engaño como si jamás se le fueran a pedir cuentas por ello. Ese mundanal ruido de las sombras de la vida cobra sentido cuando callan las voces de la soberbia, ante el hacinamiento de las fosas donde un día se olvidarán hasta los restos de este protagonismo efímero que es tener identidad en una existencia con finiquito individual.