La Legión y la Guardia Civil. Por Luis Alberto Calderón

Traigo hoy, conjuntamente, a La Legión y Guardia Civil por las similitudes que ambos cuerpo mantuvieron y mantienen, pese a su distinta finalidad y objetivos. Apelo a ambas por el escándalo del caso Mediador y la afectación que esta ha provocado en la Guardia Civil, como la presencia de cuatro generales de este Cuerpo en la dimisión (o cese, según se mire) de su última directora.

Se me preguntará: ¿Qué tiene que ver La Legión (cuando hablo de La Legión, siempre meto en ella a su costilla, la BRIPAC) en esto y con la Guardia Civil? Pues para mí tiene que ver mucho, pues en mi época legionaria, incluso anterior, muchos legionarios pasaban a la Guardia Civil. Como ejemplo, recuerdo un día que acudí al Palacio de Justicia de la Plaza de la Villa de París, en Madrid, y a su puerta estaba de servicio un guardia civil  que había sido compañero mío en la III Bandera (mi Bandera) del I Tercio, en Melilla.  De ahí que mi vinculación y cariño con la Guardia Civil ha sido y es, casi del mismo alcance que mi relación con La Legión.

Un lazo de unión entre ambos Cuerpos es el principio basado en la disciplina. En La Legión, este principio es uno de los espíritus, por el que el legionario cumplirá su deber, obedecerá hasta morir. Respecto de la Guardia Civil, Enrique Martínez Ruiz, en su libro Guardia Civil, nos informa de que cuando no llevaba el Cuerpo un año de existencia, vio la luz una Circular que era compendio de las cualidades de sus miembros. Entre estas cualidades, se encontraba y se encuentra, la que obliga al guardia a guiarse en la disciplina.

Y hay, entre otras virtudes enlazadas, la de vivir sin cobardía en La Legión y sin bajeza en la Guardia Civil, que lleva a un lazo similar de vivir con valentía, dignidad y honor, divisa tan propia de La Legión como de la Guardia Civil.

Si estas cualidades que comentamos las comparamos con la actuación conocida de un general de la Guardia Civil involucrado en el caso Mediador, y por este caso en prisión preventiva, hallamos que dicho general ha incumplido cualidades como la buena conducta, el respeto a la moral y el alejamiento de las malas compañías, tal y como indicaba la Circular comentada.

Si luego tenemos a cuatro generales que han dado cobertura mediática a la penúltima directora de este Cuerpo, hecho que no deja de ser un acto político, estos generales han incumplido la misma Circular que comentamos, pues es ella se indica que los guardias civiles deben ser políticos sin bajeza. ¿Y qué mayor rebajamiento que ser teloneros de un político en su acto de supuesta dimisión? La penúltima directora no dejaba de ser un político y como tal acto, no venían obligados dichos generales a estar presentes, tal y como ha venido a indicar mi amigo José Antonio Ruiz de la Hermosa, en su artículo ¡El honor ni se divisa!

Sobre este aspecto de mantener la dignidad y el honor ante el político de turno tengo -y de manera reiterada lo traigo a la memoria- el ejemplo del General Pallás Sierra, a quien escuché la arenga que pronunció en el Patio de Armas del Tercio Gran Capitán, I de La Legión, retratando a Suárez y a los suyos como en realidad eran. Con posterioridad tendría al General Pallás a un metro de distancia mía en un Sábado Legionario. Un ejemplo de conducta distinta fue el General Gabeiras, Inspector de La Legión y ante el que mi Escuadra de Gastadores le rendió honores en la Comandancia de Melilla, pues hizo migas con los políticos de turno.

Es indecente que nuestros militares y guardias civiles hayan permitido que a su mando hayan estado civiles, éstos políticos profesionales que no sabían y saben lo que es la milicia. Si al frente del Ejercito y de la Guardia Civil no hay militares es porque estos cedieron y dejaron de ser políticos sin bajeza, conforme indicaba la Circular que comentamos. Porque, conforme indica esta Circular, el guardia civil -como el militar- también es político, pero no un político sometido al resto de personajes que se dedican a la tarea política, sino un igual, no más que ellos, pero en modo alguno degradados a los intereses personales del partido cuando no de su jefe de turno.

Noto la falta -salvando casos muy particulares, que los hay- de hombres de la milicia (en la que comprendo a la Guardia Civil) que respondan con un no al capricho del político que tienen ante sí, que sean ejemplo y estimación de sus subordinados, y lo que es de mayor mérito, de estimación pública, cualidad esta también exigida como principio y guía de todos ellos. Claro está que también fue exigencia del Duque de Ahumada la selección de la recluta, pues aunque un legionario y guardia civil no nacen, sino que se hacen, no todos pueden ser los que acuden a la llamada, sino los que llevan la semilla del deber, obediencia, amor al servicio, unidad de sentimientos, honor y buen nombre del Cuerpo al que se sirve. Pero me parece que, últimamente, este espíritu ha quedado, en gran parte, en el cajón del olvido, así como el recuerdo de los que les precedieron. Pese a los olvidados de hoy, ¡VIVA LA LEGIÓN! ¡VIVA LA GUARDIA CIVIL!

Autor

Luis Alberto Calderón

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