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Los seres humanos somos unos vivientes extraños. Nietzsche decía que somos animales enfermos. Con esto el filósofo quería decir que los hombres hemos osado, innovado, desafiado, afrontado el destino más que todos los animales juntos y pese a ello el ser humano denota una especial forma de carencia.
Todos los seres vivos tienen necesidades. Los hombres, además de necesidades, tenemos deseos. Las necesidades de todos los seres vivos a excepción del hombre son definibles y cuantificables. Las necesidades en los hombres son, sin duda, fácilmente numerables, pero difícilmente cuantificables. Los deseos humanos son inabarcables.
Quizás esta inabarcabilidad de los deseos humanos sea el motivo por el cual la actividad humana sea tan proclive a la magia. Que yo sepa es el hombre el único ser vivo que cultiva la magia. La vana ilusión de que los deseos individuales adquieran concreta y objetiva realidad es un anhelo que siempre ha habitado en el espíritu humano.
Recordemos lo que nos dice la Psicología Evolutiva a cerca de esa etapa en la que el actuar del niño deviene en estructuras anímico-mágicas en las cuales. todo en el entorno infantil vive. Con todo se relaciona el niño, otorgando vida a todo cuanto le rodea. Es esa etapa en la que el niño se embelesa con los cuentos, porque son los cuentos los únicos que le hablan en su idioma. Luego vendrá, desdichadamente, la etapa en la que el niño habrá de ir asumiendo el pensamiento lógico, en el cual lo “real, lo objetivo y lo concreto” irán limitando y definiendo “lógicamente” las interacciones del niño con el mundo, aunque el torbellino de sus deseos siga esperando al “Genio de la Lámpara Maravillosa” para que este les dé plena satisfacción.
Pero no solo en aquellas, para mí, pretéritas y lejanas edades de la infancia.
Todo en el ser humano es mágico. Todo estará en la cuerda floja que separa la magia cotidiana de la magia radical.
¿Qué hace el matemático cuando, con un lápiz y sobre una cuartilla, somete a la nada simbolizada en el número cero, y al infinito representado por aquella madeja de lana tumbada, operando con ellos a su gusto y conveniencia?.
¿No es penetrar en el mundo de la magia, cotidiana en este caso, definir un punto, y al mismo tiempo negar su posible y real existencia?.
¿No sucede lo mismo con la línea que solo una dimensión tiene, y con la superficie con sus dos dimensiones, que jamás tendrán cabida en el mundo de los cuerpos reales, dotados de volumen y tres dimensiones, en el cual nos movemos?.
¿No mostrarán el mismo rostro mágico-cotidiano el cálculo infinitesimal, el álgebra y la trigonometría?.
Quizás hasta el mismo concepto de número, nos lleve, conducidos por Pitágoras, a un mundo de mágicas profundidades.
Dicen algunos autores que las matemáticas son poesía, Y acaso, ¿no es magia la poesía?
Claro está que, para penetrar en el mundo mágico de las matemáticas, es preciso, previamente, el haberse esforzado en el estudio de la lógica matemática y de las operaciones básicas que nos permiten deambular por sus apasionantes y “poéticos” parajes. Siempre la magia cotidiana exige previo esfuerzo.
Recuerdo mí ya lejana etapa docente, durante la cual, y tratando de mostrar a los alumnos la belleza que la lectura tiene, les decía que la escritura poseía verdaderos poderes mágicos, puesto que con ella se nos permitía eliminar el tiempo y el espacio.
Mediante la lectura, les comentaba, nos es posible conectar con otro ser humano distante de nosotros muchos kilómetros y muchos siglos.
Les sugería que aquella misma noche, en la soledad de su habitación y antes de meterse en la cama, trataran de tener una tertulia, en mágica sesión, con diversos autores muy distantes en el tiempo y muy lejanos en el espacio. Por ejemplo con Platón que hablara de sus “Diálogos”, con San Agustín apoyado en sus “Confesiones”, con Calderón portando en su mano “La vida es sueño” y con Machado charlando de sus “Campos de Castilla” y que les oyeran mediante la lectura de un párrafo de sus respectivas obras, que les dejaran discutir contrastando sus contenidos en las mentes de cada uno de los lectores, pero que sobre todo escucharan.
Los alumnos, recuerdo, sonreían y muy en silencio, callaban.
Yo pensaba, satisfecho y quizás ingenuo, que les estaba abriendo las puertas del mágico-cotidiano universo al que nos introduce la lectura.
Por supuesto que sí.
Por supuesto que una página escrita constituye el alfeizar de la ventana desde la cual nos asomamos al mágico escenario al que nos incorpora la lectura.
Pero lógicamente asomase a este mágico escenario es posible tras haber asumido el esfuerzo del aprendizaje lector. ¡Válgame Dios!. Cuanto me costó llegar a saber que la “a” tipográfica era la misma letra que la “a” caligráfica. Cuanto me costó saber que la “h” no se leía porque era muda y “como los mudos, esa letra no podía hablar”… ¡Ah! Pero cuando iba detrás de la “c”, si hablaba y surgía la “ch”.
En fin. Todo aquello sucedía en la cocina de mi casa. El fogón encendido. Su lumbre lo calentaba todo. Mi madre, amorosa y comprensiva sentada, y sobre sus rodillas, aquella dichosa cartilla de mis primeras letras, y yo de pie, en cuclillas, o sentado en una pequeña silla de niño -no recuerdo bien, las tres posturas están vivas en mi memoria- interpretando aquellos jeroglíficos que aparecían ante mi vista.
Luego vienen las horas, los tiempos, los silencios, los sueños y los desvelos de lectura. Los esfuerzos…
Para el adentramiento en el universo que nos proporciona la magia-cotidiana, siempre se le ha exigido al hombre el esfuerzo. Igual pasa en el deporte. ¡Cuántas fatigas!, ¡cuántas horas!, para que se produzca el hecho mágico de que un hombre corra cien metros en nueve segundos y cincuenta y ocho décimas. Igual pasa en el toreo -tarro de pura esencia mágica- ¡cuántas lunas! ¡cuántos miedos! ¡cuántos sin sueños!.
Incluso al verdadero mago, a la auténtica bruja, al hechicero de pro; ¡cuántos conjuros aprendidos!, ¡cuántos aquelarres!, ¡cuántos brebajes memorizados!, ¡cuántos trabajos!, ¡cuántas bilis tragadas!.
En la magia-cotidiana el hombre es el piloto y su esfuerzo su motor.
La magia-radical es otra cosa. La magia radical es regalo, es obsequio, es dádiva. La magia radical esta huérfana de esfuerzo, de desvelo, de mérito.
En la magia-radical se hace protagonista el mago, la bruja, el genio, el hada, el diablillo, el gnomo, el demiurgo, el médium…
El otro. Lo otro. Fuerzas extrañas y no naturales que nos regalarán, nos obsequiarán el cumplimiento de nuestros deseos. Siempre, ¿gratuitamente?. Seres poseedores de poderes especiales y extranaturales.
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El pasado día 1 de marzo de 2023 publicaba el Boletín Oficial del Estado en sus páginas comprendidas entre la 30452 y la 30514 la Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI.
En el punto 1 del artículo 43 de dicha ley podemos leer: “Toda persona de nacionalidad española mayor de dieciséis años podrá solicitar por sí misma ante el Registro Civil la rectificación de la mención registral relativa al sexo”.
Nos declaramos ignorantes en los ámbitos del Derecho, por lo cual no nos creemos formados para llevar a cabo un análisis crítico de tal texto legal. Pero desde una perspectiva de un mero ciudadano de a pie, nos parece entrever que el Estado, en virtud de este texto, se compromete a llevar hasta el campo de lo objetivo, real, concreto y jurídicamente regulado el deseo personal, íntimo y subjetivamente sentido de cualquier ciudadano.
¿No es esto magia-radical? Todo es regalo. Todo es obsequio.
En el punto 3 del mismo artículo de la Ley podemos leer: “El ejercicio del derecho a la rectificación registral de la mención relativa al sexo en ningún caso podrá estar condicionado a la previa exhibición de informe médico o psicológico relativo a la disconformidad con el sexo mencionado en la inscripción de nacimiento, ni a la previa modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole”.
Desde nuestra ignorancia jurídica nos atrevemos a percibir que el legislador profundiza en el carácter mágico-radical de la norma que promulga pues:
- Descarta a la ciencia como fundamento de la misma.
- Descarta toda conexión con lo objetivamente observable, y cuantificable.
¿Podrá alguien arrebatar a estos textos un cierto halo profundamente mágico-radical?.
En el punto 2 del Artículo 44 de la Ley que venimos comentando, relativo al Procedimiento para la rectificación registral de la mención relativa al sexo, se especifica que “La solicitud de iniciación de procedimiento para la rectificación registral de la mención relativa al sexo podrá presentarse por la persona legitimada ante la persona encargada de cualquier Oficina del Registro Civil”.
Es importante parase un instante en este punto, pues si hasta el momento y en virtud de la regulación de los procedimientos administrativos, los ciudadanos dábamos el primer paso de nuestras solicitudes, en nuestro caminar por los diferentes vericuetos del organigrama del Estado, presentándolas en la unidad de registro de los organismos responsables de la gestión del asunto que afectaba a nuestro interés. En la Ley 4/2023 se hace especial énfasis en lo que respecta a la presentación de la solicitudes ante la persona encargada de cualquier Oficina del Registro Civil.
Esta especial mención a la persona nos parece querer matizar el procedimiento administrativo con ribetes personales, íntimos y subjetivos. Quizás el legislador nos quiera aproximar a mundos enmarcados por los subjetivismos kantianos; por el cosmos poético, mágico y mozartiano; por los universos intimistas de las más consagradas corrientes románticas.
Los puntos 8 y 9 del Artículo 44 de la misma Ley sobre el Procedimiento para la rectificación registral de la mención relativa al sexo, quedan redactados del siguiente modo:
8. En el plazo máximo de tres meses desde la comparecencia inicial reiterando la solicitud de rectificación inicial, la persona encargada del Registro Civil deberá citar a la persona legitimada para que comparezca de nuevo y ratifique su solicitud, (nos permitimos matizar: su deseo) aseverando la persistencia de su decisión (de nuevo matizamos: su deseo).
- Reiterada y ratificada nuevamente la solicitud, la persona encargada del Registro Civil, previa comprobación de la documentación obrante en el expediente, dictará resolución sobre la rectificación registral solicitada dentro del plazo máximo de un mes a contar desde la fecha de la segunda comparecencia.
Queremos pensar que cuando una sociedad emite un título a un ciudadano, dicha sociedad admite y certifica que ese ciudadano ostenta la cualidad que en ese título queda reseñado. Si una sociedad emite un título de médico a un ciudadano, esa misma sociedad garantiza que ese ciudadano es médico y le otorga el derecho para el desempeño profesional de la Medicina.
De igual modo creemos que si una sociedad emite una resolución por la cual un ciudadano tiene un sexo distinto al que esa misma sociedad documentalmente acreditaba, en virtud de los datos, previamente obrantes en el Registro Civil, se ha producido un hecho de cambio trascendente del sujeto tan solo fundamentado en el deseo del mismo. En definitiva, esa sociedad nos acredita documentalmente que se ha producido una transmutación.
Esta transmutación documentada de uno a otro sexo nos induce a intuir mágicas y radicales causalidades.
Sería interesante, y además concluyente, para hablar de magia-radical comprobar si realmente la modificación registral ocasiona la transformación objetiva de un sujeto dotándole del sexo deseado.
Pero esto es imposible porque la misma ley, como decíamos más arriba nos dice que “en ningún caso podrá estar condicionado a la previa exhibición de informe médico o psicológico relativo a la disconformidad con el sexo”. Igualmente, hemos de recordar que la Ley nos dice “en ningún caso…podrá estar condicionado a la previa modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole.
Aparentemente todo queda en el ámbito de los deseos íntimos y de las palabras escritas. Todo se nos muestra como literatura. Literatura jurídica, pero literatura. Lo objetivo, lo concreto, lo real, lo verificable y lo cuantificable nos parece percibir queda diluido en la nada.
¿No se nos estarán mostrando en el horizonte las fantasmales y volátiles siluetas nacidas en el entorno de la magia-radical?.
¿No es la resolución que asume la rectificación registral del sexo correspondiente a un ciudadano, la encarnación de “el Genio de la Lámpara Maravillosa” que habrá de dar satisfacción a los deseos personales, íntimos y subjetivos de quién así lo solicite?.
No lo sé. Parece ser que, a simple vista, así se evidencia.
Estaríamos agradecidos si, algún miembro del equipo científico que, con su docto asesoramiento al legislador, ha contribuido en la génesis de la Ley 4/2023, accediera a aclarar nuestras dudas. Dudas que podemos resumir en la siguiente pregunta:
¿Tiene la Ley 4/2023 fundamentos mágico-radicales en su desarrollo?.
Quedamos a la espera de respuesta.
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