21/11/2024 14:34
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Realizado por la Asociación Alfonso I el pasado fin de semana.

Nadie muere mientras se le recuerde y esto es lo que hacen los militantes de la Asociación Alfonso I, recordar a nuestros héroes, además de sus campañas políticas de actualidad y sus actos culturales.

Capitán Palacios

Palacios Cueto, Teodoro. Potes (Cantabria), 11.IX.1912 – Santander (Cantabria), 28.VIII.1980. General de brigada y caballero Laureado de San Fernando.

Estudió la carrera de Medicina en las facultades de Madrid y Salamanca, aprobando hasta el quinto curso. En 1933 ingresó en el Ejército para cumplir su servicio militar, interviniendo tres años después en la Guerra Civil con el bando franquista, encuadrado en unidades de Falange Española Tradicionalista (FET) y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), siendo capitán de complemento al término de la contienda. En enero de 1940 fue admitido para realizar en Guadalajara los cursos de transformación para el ingreso en la escala profesional del Ejército, siendo promovido al empleo de teniente en julio del año siguiente y destinado al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas n.º 6.

En 1941 combatió en la campaña de Rusia al mando de la 5.ª Compañía del Regimiento n.º 262, combatiendo con gran heroísmo el 10 de febrero de 1943 en el frente de Leningrado, Sector de Krassnij Bor. En ese día, fuerzas rusas compuestas por tres divisiones, dos batallones de morteros, dos de contracarros, uno de carros medios y pesados y, además, numerosos grupos independientes de artillería, más la aviación, realizaron una ofensiva sobre el Sector de Krassnij Bor, que defendían los Batallones 1.º, 2.º y 250.º del Regimiento n.º 262, en el que el capitán Palacios mandaba una compañía que cubría un amplio frente de cerca de dos kilómetros. Informado de la inminencia del ataque, adoptó cuantas disposiciones eran precisas para defender la posición, ordenó el municionamiento, tuvo en cuenta los más mínimos detalles sobre la situación de las armas, distribución de ranchos en frío y descanso del personal, exhortó a todos a que cumplieran con su deber y concretó que la orden era de resistir hasta la muerte. A las siete de la mañana comenzó la preparación artillera, que duró dos horas, en la que tomaron parte 187 baterías enemigas y que dejó destruida toda clase de defensas. A continuación comenzó el ataque de los carros de combate y la infantería, que fueron rechazados.

Sucesivamente se fueron produciendo nuevos ataques que en oleadas lanzaba el enemigo, con abrumadora superioridad de medios y hombres. A pesar de la denodada resistencia de las fuerzas españolas, a las diez treinta horas había sido aniquilado el 1.er Batallón, conservándose del Batallón 250 solamente una posición a cuatro kilómetros de la que ocupaba el capitán Palacios, que, con los supervivientes de su compañía, quedó cercada por los rusos. Es estas condiciones continuó resistiendo los incesantes ataques del enemigo, al que causó numerosas bajas y le impidió usar las comunicaciones por carretera, cuya utilización hubiera puesto en grave peligro el frente propio. Los rusos atacaron una y otra vez, apoyados por carros de combate, artillería y aviación, siendo utilizada esta última ante la resistencia que oponía el capitán Palacios, que les impedía ocupar la carretera de Kolpino, punto clave del ataque enemigo. La intensidad del ataque hizo que quedaran destruidas todas las armas automáticas, siendo aniquiladas totalmente las secciones 1.ª y 2.ª de su compañía, quedando en la posición tan solo diez hombres pertenecientes a la Plana Mayor y treinta de la 3.ª Sección, más cuatro recuperados de otras unidades. De los catorce que sobrevivieron al final, sólo tres no padecieron heridas, pudiendo calcularse en un noventa por ciento las bajas sufridas por la Compañía. En el transcurso del combate, el capitán Palacios utilizó todos los recursos de su ingenio y sus conocimientos para mantener la moral de las tropas, siempre estuvo en los sitios de mayor peligro y demostró poseer un gran valor y extraordinarias dotes de mando, que hicieron posible tan prolongada resistencia. A las dieciséis treinta, agotadas las municiones, tras haber causado un elevadísimo número de bajas en el ejército contrario, y después de nueve horas de combate, fue apresado junto con un pequeño número de supervivientes.

Durante once años permaneció prisionero en los campos de concentración de Cheropoviets, Moscú, Suzdal, Oranque, Potma, Jarcof, Borovichi, Rewda, Chebacof y Vorochilogrado, siendo numerosas veces recluido en celdas de castigo por defender sus derechos de prisionero de guerra, llegando a ser condenado a muerte por agitación política y sabotaje. Durante tan largo tiempo se dedicó a escribir y organizó una escuela de idiomas entre los prisioneros de diferentes países.

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El 2 de abril de 1954 llegó España a bordo del Semíramis, barco fletado por la Cruz Roja francesa, reintegrándose al Ejército con el empleo de comandante. Dos años después se le destinó a la IPS de Madrid, donde se mantuvo hasta su ascenso a teniente coronel en 1961.

Escribió, en colaboración con Torcuato Luca de Tena, la obra Embajador en el infierno, que fue recompensada en 1959 con el Premio Nacional de Literatura Francisco Franco. En 1964 estaba destinado en el Estado Mayor Central y dos años después en la Zona de Reclutamiento y Movilización n.º 67. Sometido su extraordinario comportamiento a juicio contradictorio, por Orden de 17 de noviembre de 1967 se le concedió la Cruz Laureada de San Fernando. Por esta misma acción sería también recompensado con la Cruz Laureada el capitán Manuel Ruiz de Huidobro, cuya posición enlazaba con la de Palacios en la línea de ferrocarril Moscú-Leningrado, y que perdió la vida durante el combate.

Con el empleo de coronel, conseguido en 1968, pasó a mandar el Regimiento de Valencia de Defensa ABQ, hasta su ascenso a general de brigada, en 1972, pasando entonces a la situación de disponible en la plaza de Santander, donde vivió los últimos años de su vida con la salud muy resentida a consecuencia de los largos años pasados en cautiverio.

A su muerte fue enterrado en el Panteón de Hijos Ilustres de Santander. Actualmente conservan su nombre sendas calles de las ciudades de Santander y Jaén, y la plaza mayor de Potes está dedicada al Capitán Palacios. Estuvo casado con María Paz Ruiz- Zorrilla Ocejo, con la que tuvo un hijo y dos hijas. En 1956 la odisea del capitán Palacios se llevó al cine con el título de Embajadores en el infierno, dirigida por José María Forqué. La obra escrita conjuntamente por el capitán Palacios y Torcuato Luca de Tena mereció los premios Nacional de Literatura y Ejército correspondientes al año 1955.

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Obras de ~: con T. Luca de Tena, Embajador en el infierno: memorias del capitán Palacios: once años de cautiverio en Rusia, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1955.

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. P-211.

J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.

 

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Ramiro

Si no la han leído, lean EMBAJADOR EN EL INFIERNO…, y se les helará la sangre.
Un militar de categoría, que dejó muy alto el pabellón del ejército español.
La Patria, agradecida, no puede ni debe olvidarle nunca.

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