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Algunas festividades y romerías populares tienen como ingrediente el fuego o el agua, y no lo es menos el vino. Sin embargo, no es tan frecuente que incluyan estos festejos bajo la forma de batalla.

En la villa riojalteña de Haro tiene lugar, a finales del mes de junio, la famosa y popular “Batalla del vino” que constituye una expresión lúdica de un conflicto de dos pueblos que se disputan desde siempre las peñas de Bilibio, escarpado lugar donde se erige una ermita dedicada a San Félix o Felices.

Los “jarreros”, las gentes de Haro, entendían que el paraje caía del lado de su término; pero los pobladores de la vecina ciudad de Miranda de Ebro también pretendían el mismo derecho. Hasta que, un buen día, en un gesto de generosidad y decisión para resolver el conflicto, las autoridades de ambos municipios acordaron reunirse en aquel lugar, dos veces al año, en paz y alegría.

Por San Pedro, una comitiva compuesta por la Cofradía del Santo y por los lugareños de Haro, se emplazaron en aquel elevado y rocoso monte y, tras la celebración de la misa, realizar la parte más singular de la romería: lanzar, unos contra otros, cantidades ingentes de vino. Batalla que produce pocos descalabros, si bien, muchos contendientes, según el ímpetu que pongan en la contienda, terminan embriagados de entusiasmo y también de vino. Los romeros regresan, después del encuentro, a la ciudad de Haro, para dar tres vueltas a la plaza de la Paz, aunque algunos circulen algo “cargados” para iniciar las vueltas.

En esta lid tan popular, el vino corre alegremente hasta impregnar de olor, color y sabor, no sólo a los participantes, sino también la tierra que pisan, porque el vino es utilizado como arma bélica en los riscos de Bilibio, cada 29 de junio, y que se halla a vista de pájaro de la capital “jarrera”, que lo es también del vino de La Rioja. Esta batalla es una Fiesta de Interés Turístico Nacional,​ que se desarrolla durante la festividad de San Pedro, siempre en la ciudad de Haro (La Rioja).

Los combatientes tratan de remojar con vino tinto a otros participantes hasta quedar completamente morados. Tiene lugar a unos seis kilómetros al norte de la ciudad de Haro, en el paraje de los Riscos de Bilibio, situado junto al lugar conocido como Las Conchas, por el que el Ebro hace su entrada en La Rioja. En el lugar donde se celebra, vivió y falleció Felices de Bilibio, maestro de San Millán en el siglo VI. Desde entonces el lugar ha sido visitado y venerado por los peregrinos. De la realización de la romería más organizada surgió la primera ermita en los riscos a comienzos del siglo XVIII.

La transformación de la romería en «batalla del vino» tiene su origen en el jolgorio de los romeros tras asistir a la misa en la ermita y al almuerzo multitudinario posterior. El vino acompañaba el festín, animando a la gente a cantar y a hacerse bromas entre ellos. En 1949 era ya tan habitual arrojar vino que se ganó la primera mención con el nombre de “Batalla del vino”.

Comienza la fiesta

Al subir a los Riscos de Bilibio los «francotiradores» disparan contra los que van a la ermita. Antes de las siete de la mañana, la gente, vestida de blanco, ataviada con el pañuelo rojo de las fiestas y portando el vino para la contienda, se encamina hacia los Riscos de Bilibio.

Una vez arriba, empiezan a arrojar el vino usando botas, botellas, calderos, pistolas de agua y todo lo imaginable que pueda albergar líquido. Mientras se libra esta batalla, alrededor de las ocho y media o nueve de la mañana, el Regidor Síndico de la ciudad, que está al mando de la fiesta, abre comitiva a caballo hasta llegar a la ermita de San Felices de Bilibio, donde coloca el pendón en lo más alto de las peñas, y celebran después una misa. Al término de ésta se dispara un cohete, dando inicio oficialmente a la “Batalla del vino”, siempre al ritmo de las charangas, para animar a la multitud que se reúne en las campas que hay bajo la ermita.

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Cerca de las diez y media, cuando escasea la munición (unos 40.000 litros​), la gente va retirándose para secar sus empapadas ropas y almorzar los típicos caracoles o chuletillas al sarmiento.

Al finalizar el almuerzo, regresan los romeros a Haro. A las doce del mediodía, dan comienzo «las vueltas», al ritmo de las charangas para, tras rodear el templete de la música de la plaza de la Paz, ir hacia la plaza de toros donde se sueltan varias reses bravas.

Ambientación histórica

En los riscos habitó y falleció el anacoreta Felices de Bilibio, maestro de San Millán, entre los siglos V y VI. Tras su muerte, comenzó la devoción de los lugareños a su persona, produciéndose visitas a la cueva sobre los riscos, donde estuvo enterrado, como tributo a los actos que realizó en vida y por la protección que ejerce sobre la comarca.

A lo largo de los siglos, los habitantes de Bilibio fueron trasladándose a Haro, hasta quedar deshabitado en el siglo X, llevándose consigo su devoción por el santo anacoreta.

En 1090 cuando la santidad de Felices se había extendido por toda Castilla, el Abad Blas decidió llevar los restos de Felices al Monasterio de San Millán. ​El 6 de noviembre de 1605 se celebró la fiesta de San Felices en San Millán de la Cogolla con una misa solemne, durante la cual el abad manifestó su intención de conceder a Haro una reliquia, entregándosela al cabildo de la iglesia de Santo Tomás. Al día siguiente fue llevada a Haro y colocada en un relicario de la ermita de La Vega, por carecer la iglesia de Santo Tomás de relicario, ni estar abierta al culto. A ella se trasladó la reliquia el 25 de junio de 1607. El 31 de enero de 1644 se le nombra oficialmente patrón de Haro y el 2 de junio de 1655 se fundó una cofradía para venerarle. El 23 de julio de 1710 se construye la primera ermita en Bilibio, que cubriría la cueva donde se cree que habitó Felices.

Romería a los riscos de Bilibio

Por lo menos desde el siglo XV se realizaban actos el día 29 de junio, aunque se desconoce la fecha en que comenzó a realizarse la romería a los riscos de Bilibio.

Conocemos la modificación de la tradicional romería en varias ocasiones. En la época de la tercera Guerra Carlista, rondaban por los Montes Obarenes guerrilleros carlistas, lo que suponía un riesgo para los romeros, por lo que, en 1873 y al año siguiente, la romería fue organizada en los parajes de Fuente del Moro.

En 1875 por las correrías del guerrillero jarrero Benigno Barrionuevo “Carrión”, que ocupaba las Conchas de Haro para dificultar la marcha del ferrocarril, tampoco pudo celebrarse la romería en Bilibio.

“Batalla del vino”

En el diario La Rioja del 29 de junio de 1898 el cronista Aguilera escribía sobre esta romería: “tendremos unas cuantas cántaras menos de vino en las bodegas y algunas de más entre el cuerpo y el traje; nos habremos desgañitado cantando con todas las fuerzas de nuestros pulmones y las que nos da el alcohol, cantando jotas”.

La revista Blanco y Negro de 1929 cuenta que: “al llegar a la población los de las blusas largas las llevan empapadas de vino y que desde la ermita hasta la plaza de la Paz van bautizando con el tinto de las botas a cuantas personas encuentran a su alcance, costumbre que se realizan desde hace pocos años”.

​Una poesía de 1935, publicada en el periódico jarrero San Pedro indica algo semejante:

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Fiestecica de San Pedro de tan dichosa memoria,

estás perdiendo tu brillo y también tu justa gloria,

al no acudir las jarreras -que antes acudían todas-

por mor de cuatro bellacos cortos de ingenio y de gracia,

que con sus botas de vino el rostro y vestidos manchan.

Arrojar vino se hace popular

En los años posteriores a la guerra civil, la población terminó por aceptar que algunos tirasen vino durante la romería, por lo que pasó a formar parte de ésta, apareciendo nombrada en 1949 por primera vez como “Batalla del vino”. Entonces la confrontación tenía lugar al salir de misa, junto a las escaleras de la ermita y la pequeña explanada adyacente.

Visto el éxito del festejo, la Cofradía de San Felices solicitó al Ministerio de Información y Turismo el reconocimiento de la romería como fiesta de interés turístico, obteniendo tal reconocimiento el 8 de julio de 1965.

Hoy la batalla tiene lugar en dos zonas, la más multitudinaria en la arboleda y la más tradicional junto a la salida de la ermita, al terminar la misa.

El Regidor Síndico

El mayor protagonista de la romería es el Regidor Síndico, que abre comitiva y porta el pendón de la ciudad.

La ausencia de estudios rigurosos sobre el desarrollo histórico de esta fiesta, llevó a que se fueran asentando algunas creencias y leyendas. Son conocidos varios pleitos con Miranda entre los siglos XI y XIII. ​Además las romerías parecen relativamente recientes, estando constatadas la de junio a partir de la construcción de la primera ermita en Bilibio, después de 1710, aunque el día de San Pedro ya era festejado en Haro con anterioridad; y la del primer domingo de septiembre, instaurada por la Cofradía de San Felices, a partir de 1849.

El acto de tirar vino como si fuera una guerra ha sido atribuido en muchas ocasiones a las antiguas disputas que existieron entre Haro y Miranda,​ cuando por las diferentes menciones en prensa de la primera mitad del siglo XX se ve que tirar vino formaba parte del jolgorio que se producía después del almuerzo y de ahí evolucionó con el tiempo hacia la actual “Batalla del vino”.

“Batalla del vino infantil”

Batalla del vino infantil tiene lugar junto al campo de fútbol de «El Ferial». Desde el año 2004, durante las fiestas de junio, se viene realizando una batalla del vino infantil para que los más jóvenes puedan disfrutar de esta tradición.

El 26 o 27 de junio, entre las 10 y las 11 de la mañana en la plaza de la Paz, se reparten unos vales canjeables por una bota llena de mosto tinto. Salen poco después en romería hasta el recinto ferial; tras realizar una ofrenda al patrón y el lanzamiento de un cohete, da comienzo la batalla. Tras ésta, se reparte chocolate y bizcochos, continuando con el retorno a la plaza de la Paz, donde se dan “las Vueltas” acompañados de charangas, para terminar corriendo cabezudos en la plaza de San Martín.

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