23/11/2024 20:14
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He trabajado 12 años en Cercanías. Y durante estos 12 años he trabajado con ilusión, junto con otras personas, para que todo lo que hacíamos estuviese dirigido a dar el mejor servicio posible a nuestros viajeros. Entonces estaba de moda llamarles clientes, pero a mi nunca me gustó esta palabra. Prefería y prefiero llamarles viajeros, cosa que a muchos de ellos también les gusta. Ser viajero es un atributo, ser alguien, no un mero comprador de viajes, en este caso.

Hoy, asisto desolado al saldo de mis entrañables Cercanías. Como si se tratase de la conocida retaíla moruna de ¡ barato, barato. barato paisa ! Me enseñaron en el 1º curso de la Facultad donde estudié la diferencia entre precio y valor y aunque el precio nunca refleja el valor de un bien, cuando el precio es cero parece que el valor de ese bien también se derrumba. No cobrar nada en los títulos multiviaje, los más usados, me parece que los trenes de Cercanías y MD y todo lo que en torno a ellos se construye, no vale nada. Ni su precisión en los horarios, ni el calorcillo en verano y el fresquete en verano, ni el trabajo de maquinistas y personal de estaciones, ni quienes los siguen en los centros de control en sus pantallas todos los días y a todas horas, ni quienes planifican los servicios, ni quienes mantienen los trenes en los talleres, etc. etc. La sensación es algo parecido como el «todo a cien», en este caso el «todo a cero».

¿Es bueno que los títulos multiviaje de dos modos ferroviarios como son las Cercanías y los trenes de MD, o cualquiera otro, pasen de estar ya subvencionados al 50%, al gratis total? Sentimentalismo aparte, creo que no. El «gratis total» crea en muchas capas sociales, mayormente jóvenes y con desocupación un síndrome de destrucción ya que si pueden disponer de ese bien a coste cero es que, por tanto no vale nada y está a su disposición para vandalizarlo, destrozarlo pintarrajearlo o tirar del sistema de emergencia cuando le venga en gana. Más de lo que sucede ahora.

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¿Ha pensado alguien en los problemas que se pueden originar por las posibles avalanchas de nueva demanda, sobre todo en los períodos punta, en determinadas líneas y en los grandes núcleos metropolitanos?

Si atendemos ahora a la justicia distributiva, lo injusto de la medida se escenifica con un ejemplo: los españoles de Lugo, que no disponen ni disfrutan de Cercanías van a pagar con sus impuestos la bonificación del Presidente del Gobierno, a mayor gloria de los votos metropolitanos a su socialismo, o los de Zamora, o Teruel, o cualquier familia de lo que hemos venido en llamar «la España despoblada»  -a mi tampoco me gusta decir vaciada-. Otro tanto ocurre con un viajero que vive en una zona sin ferrocarril y solamente dispone de Bus como transporte público, tampoco puede acceder a esta subvención del gratis total.

¿En qué situación competitiva de inferioridad deja al Bus frente al tren? Porque, hasta ahora, el Bus queda excluido de este gratis total. Los servicios ferroviarios subvencionados, son los mismos que los denominados Obligaciones de Servicio Público (OSP) cuyos déficits hasta ahora y así seguirá siendo, están cubiertos por el presupuesto del Estado todos los años. O sea que hasta ahora se subvencionaban los costes que los ingresos no cubrían, ahora, con ingresos cero, se subvencionan  todos. Si más o menos la subvención anual de estos dos modos ferroviarios le costaban al presupuesto sobre los 1.000 M€ / año, calculen que el trimestre de gratuidad será en torno a los 400-500 M€  más. Yo que el Bus y sus usuarios estaría que trinaba y lo siguiente, que se dice ahora.

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Esta medida, que excluye al Bus y traslada a las CCAA las medidas que al respecto quieran implantar,  hará que muchos consorcios de transporte se vean en una situación muy comprometida y que las posibles subvenciones al Bus pasen a engrosar el déficit de la comunidad de que se trate para, en definitiva, engrosar el déficit del Reino de España, al igual que el ferroviario.

¿Seguro que esta medida va a estar en vigor solamente un cuatrimestre? Para diciembre, la crisis económica habrá hecho ya estragos muy importantes en la población española y revertir una medida como la que se propone, no va a ser tarea fácil. Y si se prolonga la medida, los efectos sobre los servicios bonificados van a ser letales. Asistiremos a un deterioro de trenes y servicios no sólo por los actos vandálicos de determinados grupos de viajeros y la falta de vigilancia y seguridad, sino por el derrumbe moral del personal más próximo a la diaria de los viajeros ante la degradación subvenida. Pero por otro lado, los costes económicos que la medida va a generar van a ser insoportables a más largo plazo y ni siquiera es probable que esta medida, electoralista, improvisada, ingenua y poco o nada estudiada en sus efectos, estalle por los aires, antes de que la legislatura llegue a su fin, o se anticipen las elecciones generales.

Ministra, lanzado el reto, recupérese del pasmo y diga algo.

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