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El inmenso espolio francés a España, fue un hito que marcó un antes y un después, los enormes robos de obras de arte, los sacrilegios, las obras de arte y monumentos quemados y destruidos, no tuvieron parangón en ningún País del mundo, pero no acabo ahí la desdicha de España, sino que estos bárbaros, profanadores u talibanes, violaron a nuestras mujeres, las ofendieron y fueron tomadas como putas del gabacho invasor
Nadie, ninguno de los gobernantes, les ha pedido explicaciones, ni resarcirnos, con la devolución de un mínimo de obras de arte, de las miles robadas.
EL EXPOLIO FRANCÉS DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
Y por si fuera poco en todo el mundo, se habla de:
“La Leyenda Negra Española”
¡Manda huevos!
Que diría un tal Trillo, Ministro de Defensa y responsable de la muerte de 62 militares españoles al embarcarlos en un avión chatarra, un aparato ucraniano Yakovlev 42, que no pasaba ni revisiones, solo por ahorrarse unos pocos miles de euros. Eso sí, sin que nadie le sentara en el banquillo.
Desde las alturas de los altos mandatarios, se han realizado las mayores tropelías, a sabiendas que no tienen que pagarlas, ni son juzgadas por un Poder Judicial, en manos de esta Partitocracia, compuesta por los peores y despreciables engendros diabólicos
De Madrid y alrededores se sacaron más de 1500 cuadros y de Sevilla unos 1000; algunas ciudades fueron más afortunadas, como Valencia, donde apenas desaparecieron cuadros. 300 de esos cuadros —si bien, no de los mejores— y el Tesoro del Delfín fueron enviados a París en mayo de 1813.
Durante la guerra de la Independencia fueron expoliadas miles de obras de arte por las tropas francesas. Este periodo constituyó el saqueo más importante para el Patrimonio español en su historia.
La Guerra de la Independencia española, como todas las guerras, supuso la pérdida de vidas humanas (que en realidad es lo más importante), pero también desperdigó y destruyó gran parte del arte de nuestro país. No solo las colecciones reales sufrieron el paso y saqueo de los franceses, sino también el importante patrimonio artístico que se encontraba distribuido por las instituciones religiosas y en manos privadas. Primero fueron Bélgica y Holanda (1794), después Italia (1796), luego Egipto (1798) y más tarde Austria y Prusia (1806). Cuando las tropas napoleónicas entraron en España en 1808, llevaban más de una década saqueando el patrimonio artístico de los territorios que habían conquistado.
Toda guerra que se extiende por un territorio deja detrás de sí un inevitable rastro de destrucción. En nuestra Guerra de Independencia se luchó por todo el país, produciéndose el sitio de numerosas poblaciones que casi quedaron arrasadas (Zaragoza, Gerona…), con la pérdida de valiosos edificios.
A estas destrucciones se sumó el pillaje de obras de arte ordenado por Napoleón en su intento de crear en París el Museo Napoleónico. Este albergaría todas las obras de arte saqueadas durante sus campañas por Europa. Numerosas pinturas fueron llevadas allí para no volver. Cegado por los ideales de la Ilustración, Napoleón Bonaparte dijo en su discurso ante el Directorio:
“La República Francesa, por su fuerza, la superioridad de su luz y de sus artistas, es el único país del mundo que puede proporcionar un asilo inviolable a estas obras maestras”
¡Será hijo de puta, este miserable Emperador, que casi todo lo ganó, pero que todo lo perdió!
De nuestros artistas, en esa época, Murillo era uno de los más apreciados en el extranjero y, por supuesto, sus obras fueron de las más codiciadas por los franceses. Particularmente, el mariscal Nicolas de Dieu, realizó una “limpieza” de los templos sevillanos llevándose obras de un valor incalculable. El caso más famoso quizás sea el de La Inmaculada de los Venerables, el mariscal se llevó a su casa de París hasta que, cuando falleció, los herederos se lo vendieron al Louvre multiplicando por cien su fortuna.
Luego, la Francia de Vichy la devolvió con algunos otros cuadros a la España de Franco y hoy está a salvo en el Prado.
Francisco Franco junto al Mariscal Pétain
Sevilla fue una de las ciudades españolas que más expolio sufrió. Cuando las tropas francesas llegaron a la capital hispalense, el nuevo monarca José Bonaparte, publicó el 20 de diciembre de 1809 en «La Gaceta» de Madrid un decreto en el que se ordenaba la fundación de un museo de pintura «que contendría una colección de cuadros de las diversas escuelas de los pintores españoles«. Este oficio le fue entregado a los gobiernos locales para comenzar la incautación de las obras.
En Sevilla, se mandó reunirlas en los salones del Real Alcázar para hacer inventario antes de su partida. Hubo conventos, hermandades y algunas parroquias que, a sabiendas del futuro de las pinturas, se llevaron algunas de sus obras de arte lejos de las manos de los franceses. La incautación de obras continuaba por cada iglesia y convento sevillano. Se nombró para ello una comisión ejecutiva con miembros de la Academia de Bellas Artes para escoger las obras que había que llevarse y entregárselas al gobernador del Alcázar. Los franceses depositaron en el Alcázar un total de 999 cuadros en 39 salas, desde el propio Murillo a Zurbarán pasando por Herrera, Alonso Cano, Valdés Leal o Rubens
Otro tristemente célebre caso, es el llamado «Equipaje del rey José I Bonaparte». El 21 de junio de 1813 se libró la batalla de Vitoria entre las tropas francesas que escoltaban a José Bonaparte en su huida a Francia y un conglomerado de tropas británicas, portuguesas y españolas al mando de Arthur Wellesley, el futuro duque de Wellington. Las fuerzas francesas sufrieron una derrota aplastante. Después de la batalla, los soldados de Wellington encontraron en el coche de José entre el abundante material capturado, más de doscientas pinturas sobre lienzo, junto con dibujos y grabados. Estas obras venían del despojo de la casa de Godoy y el real palacio. José mandó traer de Toledo, de Valladolid y del Escorial cuanto pudiese ser transportado. Completaban el convoy las cajas de guerra llenas de dinero en buen oro y buena plata antigua, de aquello que ya no se ve, y seducía entonces con su brillo los ojos de los extranjeros.
El duque de Wellington, sin reparo alguno, lo envió todo a Inglaterra. Muchas de las mejores pinturas que se exhiben en Londres, pertenecieron en su día a la colección real española. Entre ellas se encuentran la Última Cena, de Juan de Flandes, que perteneció a Isabel la Católica o una Sagrada Familia, de Giulio Romano, antaño atribuida a Rafael
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Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún. Aficionado a la escritura y a la historia de España.
Caballero Legionario que fue del IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.
Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas
Luchador nato por el Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.
Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.
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