20/09/2024 08:30
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Manchurrones blanquecinos en nuestros cielos. Décadas y décadas fumigándonos tóxicamente desde el aire. Es guerra contra tu población, a la que prometiste defender. Y, en cambio, asesinas. A mansalva. Guerra silenciosa con armas tranquilas, nada cambia. Con la falsa pandemia, a diario lo vemos.  Utilizan letales armas de modificación climática, Proyecto HAARP mediante. Geoingeniería utilizada bajo zafias coartadas bienhechoras.

Nos fumigan, nos enferman, mienten patológicamente

Nadie dice apenas nada. Nadie informa de nada. Ninguna organización nacional o internacional, civil o militar, gobierno o autoridad institucional, aproximadamente legítima, admite nada. «Vapor de agua». Fin del asunto. Solo están dispuestos a admitir que la infecta rociada deviene medio y método inevitable para evitar el falsario calentamiento global.  Geoingeniería es la expresión más precisa, usada para la manipulación deliberada del clima a escala global, supuestamente para paliar el difuso calentamiento terrestre. Un burdo pretexto, otro más,  falaz argumentario de conveniencia, alpiste para la aborregada y ciega sociedad, grosera verbosidad para ocultar una clara actividad criminal que está intoxicándonos a todos.

Grosso modo, fumigaciones clandestinas aéreas que según  aseguran campanudos forman parte de programas globales de geoingeniería supuestamente orientados a paliar el calentamiento global, la excusa perfecta. Si continúas descorriendo el velo, descreyendo absolutamente de la siempre embustera versión oficial, lo consuetudinario. Terraplanista, nazi, magufo, loco, conspiranoico. Pero ellos continúan sin dar explicación convincente alguna. Silencio. Secreto importante. Militares, algunos oficiales OTAN, también el yanqui Darpa, of course, guardianes de los grandes y oscuros secretos. Muy oscuros.

No es vapor de agua, obvio

Pero, las cosas son como son. Nos gusten o no. Geoingeniería. Aviones (y drones) fumigadores. Mayoritariamente militares, alguno civil. Desde hace casi tres decenios, los cielos aún más guarreados. En la actualidad, y con frecuencia harto recurrente, se transforman en enormes lienzos en los que  vemos a diario líneas blanquecinas, de diferente longitud y grosor, con lindante aspecto vaporoso que se entretejen en aéreos espacios relativamente pequeños.

Líneas que surgían siempre –y siguen haciéndolo hoy- tras el paso de aviones y de ahí que, en un principio, algunos bien pensantes creyeran que no eran sino estelas de condensación provocadas por los gases calientes de los motores de los aviones al entrar en contacto con aire frío. Sin embargo, sus extrañas configuraciones, el hecho de que solo apareciesen en momentos puntuales y no siempre, aunque la temperatura ambiental y la altura de las aviones fuese similar, la enorme cantidad de formaciones surgidas en poco tiempo y, sobre todo, clave, la presencia en la zona tras su paso de sustancias químicas tóxicas que hacían enfermar a muchos de quienes vivían sobre su suelo hicieron sospechar pronto que no se trataba de meras estelas de condensación.

Estelas de geoingeniería. Más correcto, fumigaciones tóxicas. Deliberadas, intencionadas,  voluntarias. El término chemtrails, despista. Pierdes de inicio. Tu antagonista ya discurre acerca de Ovnis, reptilianos, conspiraciones sionistas. Antes de los noventa, raro asunto. Mosca detrás de la oreja. Tras la rociada brotan súbitos, en la tierra, fibras y materiales tóxicos –  aluminio, estroncio, bario… – y, pasado el tiempo, en la zona rociada se produce un espectacular incremento del número de enfermedades comunes dándose además patologías poco habituales y numerosos problemas medioambientales. Y las evidencias comienzan a ligarse.

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Manipulan todo, también lo intentan con el clima

Todo nuestro en derredor, contaminado.  Transgénicos, químicos plurales o tóxicos medioambientales que están dañando gravemente nuestra salud. Ahora, como tantas veces, vuelta de tuerca. Otra vez el control. Tras el control mental y social, poblacional y de movimientos, control del clima. Manipulación.

La tecnología para ello la poseen suficientemente.  En abierta  disposición de generar artificialmente nieblas, nubes, lluvia, diluvios, granizo, rayos, nevadas, huracanes. Y también de hacer lo contrario. A saber, deshacer nieblas, frentes de lluvia, granizo o nieve para provocar sequías prolongadas, pudiendo provocar sequías prolongadas que terminan destruyendo los sistemas hídricos de un país condenándole a tener que importar alimentos o sufrir hambruna.

En otras palabras, tienen en sus manos el control del clima a nivel mundial y, por ende, de todos los recursos del planeta, especialmente los alimentarios. Se trata, en suma, de un arma de guerra contra la población – otra más, ¿y van? – en toda regla que de hecho ya fue parcialmente utilizada por Yanquilandia en  Vietnam entre los años 1967 y 1972 y que debido a su devastador poder fue prohibida posteriormente en 1976 por dos convenios ENMOD ( de Naciones Unidas sobre el uso del clima con finalidades bélicas.

Militares, menos creíbles que las encuestas del CIS

Posees cierta tecnología – de raíz militar- cuyos resultados resultarán mortíferos para sus propios compatriotas y, sin duda, acabarás utilizándola. Si puedes controlar, manejar, retorcer el clima, acabarás haciéndolo. Entre élites psicópatas es lo que hay, firmes, postureando, convenios de «paz». Criminales, no se cortan.

Primero os inventáis el pufo. Luego, genocida solución ofrecida. Se está generando – mediáticamente, por ejemplo- una falsa amenaza global que requiere de tajantes soluciones globales. Así, tachán, surgió en nuestro gran y calderoniano teatro del mundo, el mendaz asunto del cambio climático y el calentamiento global. Se manipula el clima, se hace luego creer a la sociedad que existe un grave problema de calentamiento terrestre y finalmente se presenta la geoingeniería como la única solución para enfriar el planeta y salvar a la humanidad. Bomberos pirómanos. ¿Les suena, por ejemplo, con las vacunas? Creo un falso problema, creo un falso (y deletéreo) remedio. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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