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Con la entrada de este año, que por obra y gracia de los periódicos, radios y televisiones amarillas -que son todas y todos y todes, salvo dignas y escasas excepciones-, entran en vigor los primeros Presupuestos Generales del Estado de don Pedro Sánchez, don Pablo Iglesias y toda la corte de los milagros que los acompaña.
Hasta anteayer, don Pedro y su recua tenía que adaptarse a la santa voluntad presupuestaria de su antecesor, con todo lo negativo que eso le representaba a su deseo de favorecernos a los españoles. Pero ahora, a partir de hoy mismo, don Pedro, don Pablo y su santa compaña tendrán las manos libres para rociarnos con sus benéficas medidas, que nos harán felices, felicísimos, ultrafelicísimos… la leche de felices, vaya.
Para empezar, ya tenemos la subida de impuestos a las bebidas azucaradas. Porque ya se sabe que el azúcar es muy mala, y el hecho de que -decían los médicos no hace muchos años- el cerebro la necesite para su funcionamiento sólo indica que eso de pensar es una nefasta manía, indigna de cualquier socialista, progresista, reformista y comunista que se precie. Duro, pues, con el azúcar en las bebidas. Además, todos sabemos que son los multimillonarios los que se inflan a cocacola, dejando otras bebidas para los pobres. ¿No han visto ustedes a los pobres disfrutando de buenos caldos, de champanes, de cervezas de importación, de licores de graduación estratosférica, sólo acorde con su precio? Pues eso: los ricos son los que se inflan a beber cocacolas, fantas o similares. Así es que duro con ellos.
También sabemos todos que son los más ricos los que se buscan planes de pensiones. Al menos, así lo considera la Autoridad Fiscal (Airef), de forma que ahora los multimillonarios se jorobarán sin poder desgravarse mas que 2.000 euros por las aportaciones a dichos planes. Como digo, son los más ricos los que tienen planes de pensiones, los que necesitan asegurarse el futuro tras la jubilación. Los pobres no; los pobres ya sabemos que el Gobierno nos va a dar la leche y la miel gratis, como hace con sus paniaguados tan generosamente. Así es que duro con la fiscalidad a los planes de pensiones, que se jodan los ricos. Y si algún pobre se ha quitado el pan de la mesa para invertirlo en un futuro nada claro, siguiendo las instrucciones, recomendaciones y casi exigencias de todos los Gobiernos de España, desde Felipe González hasta ayer, que se jorobe, por tonto.
De igual forma, los ricos son los que se compran los vehículos menos sofisticados; esos -un 80%, al decir de los periódicos- que tienen emisiones superiores a los 120 gramos. Los pobres son los que normalmente se compran coches de gama alta, de esos que -de hacer caso a las publicidades- ni emiten partículas, ni gases, ni nada de nada. Son los indigentes los que se llevan a casa tranquilamente esos vehículos de 40, 50 0 más miles de euros, y los ricos los que, por fastidiar, se compran furgonetas para trabajar, utilitarios para desplazarse, los más baratos que ofrezca la industria, así es que lo normal es que un Gobierno socialista, comunista, progresista y reformista les suba el impuesto de matriculación. ¡Que se jodan, y compren maseratis como cualquier obrero!
Y con estas subidas de impuestos, tan gratas y tan fervientemente esperadas por la progresía; estas subidas de impuestos que contradicen lo que los fachas de la UE aconsejan; estas subidas que el progresista y reformista pueblo español esperaba como agua de mayo, empezamos, por fin, a ser la arcadia feliz del socialcomunismo.
Eso si: el salario mínimo congelado, y las pensiones con subida del 0,9%. Eso es lo que fastidia a los ricos, si señor.