22/11/2024 05:50
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Daniel Gómez Aragonés acaba de publicar en La Esfera de los Libros una obra muy especial sobre Toledo. Y es especial porque, a pesar de la conocida historia de una de las ciudades más importantes de España, son muchos aún sus aspectos desconocidos por la mayoría de los ciudadanos. Referente de la Reconquista, ciudad de muchas culturas, rebelde e imperial en un mismo siglo, baluarte de las artes y las letras, y cabeza religiosa del reino, Toledo se presenta apasionante ante el lector de la mano de este joven historiador que ya atesora una amplia experiencia investigadora.

 

Eres madrileño de nacimiento pero parece que toledano de corazón…, ¿cómo empieza tu interés por la historia de la capital manchega?

Antes que nada, hay que hacer una matización, Toledo no es una ciudad manchega, Toledo capital no es La Mancha (y lo digo como orgulloso hijo de manchega). Estamos en un ente administrativo que es Castilla-La Mancha, basada en la región histórica de Castilla la Nueva, con variaciones (sobre todo la separación de Madrid), pero en Castilla-La Mancha todos sus habitantes son castellanos, pero no todos son manchegos. La Mancha es una comarca más de Castilla, como los Montes de Toledo, la Alcarria, la Sierra de San Vicente, la Manchuela, la Serranía de Cuenca, etc. En todo caso, Toledo es la capital castellano-manchega, porque es la capital de la autonomía de Castilla-La Mancha, pero como se suele decir, «somos todos castellanos, pero no todos manchegos». En verdad, los auténticos castellano-manchegos son los manchegos, porque ellos son manchegos de Castilla, igual que los de los Montes de Toledo son castellano-monteños. Toledo pertenece a la comarca de La Sagra, que une las provincias de Madrid y Toledo. Efectivamente, nací en Madrid, pero soy muy toledano, porque tengo 39 años y llevo aquí más de 30. De hecho, salvando las distancias y con humildad, grandes personajes de la historia de Toledo, no nacieron en Toledo, pero no puede entenderse Toledo sin ellos. Por ejemplo, el arzobispo Jiménez de Rada, navarro pero conocido como El Toledano, o María Pacheco, nacida en Granada, pero no podemos separarla de la historia de Toledo.

 

¿Qué crees que aporta tu obra, «Toledo, biografía de la ciudad sagrada», a la historiografía relacionada con esa ciudad?

La ciudad de Toledo puede presumir de haber tenido, tener y, ojalá, que de seguir teniendo una comunidad historiográfica brutal, alucinante. Yo me siento deudor de ella, un mero aprendiz, un ferviente seguidor de los grandes historiadores de Toledo, desde el siglo XVI, XIX, XX y XXI, y sin ellos, sin el trabajo realizado por todos ellos, este libro mío no hubiera visto la luz. Así, se recalca, por ejemplo, el trabajo realizado por instituciones como la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, entre otras muchas. En cuanto a lo que aporta el libro, que se encuadra en lo que es la línea esencialista, yo creo que por una parte está el hecho de dar valor a la cuestión legendaria de Toledo, pero no como algo anecdótico, sino como un mecanismo para entender la historia de Toledo a través de sus leyendas y viceversa, como un apartado más del desarrollo de los hechos históricos. Además, se da una gran importancia al valor simbólico, a lo que podríamos llamar el «simbolismo toledano» o el simbolismo de Toledo. Entender que nada es casual y por ello el factor simbólico es clave y determinante.

Toledo es una ciudad que no deja a nadie indiferente, de hecho Vd. organiza rutas guiadas por la ciudad, ¿puede contarnos en qué consisten?

Efectivamente, Toledo es una ciudad que no deja indiferente a nadie. Y si vienes a Toledo y te quedas indiferente, creo que tienes que hacértelo mirar. Y sí, realizamos visitas guiadas, tanto en Toledo como en Madrid, dos ciudades íntimamente relacionadas, y en el caso de Toledo no es la típica ruta turística, porque para eso ya hay otros y grandes profesionales que se encargan de ello, y que nosotros recomendamos. Nuestras rutas por Toledo son completamente diferentes…estamos ante la búsqueda, la proyección y la divulgación de la historia, el mito, la leyenda y la tradición de nuestra Jerusalén, de nuestra Roma. A partir de ahí desarrollamos todo nuestro mensaje con una actitud, una ética, una estética y una manera de hacer las cosas que intentamos que sea diferente y muy atractiva para el público. Que entendamos lo que significa estar en Toledo, que no es una ciudad más, es la capital espiritual de España.

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¿A qué se debió exactamente el cambio de capitalidad de España de Toledo a Madrid?

Lo que significó el traslado de la Corte de Toledo a Madrid en el año 1561 por parte de Felipe II, concretamente en primavera, en el mes de mayo, no obedeció a una única razón. De hecho, no disponemos de un documento en el que se expliquen claramente los motivos del traslado. Pero evidentemente sí podemos sacar una serie de conclusiones. En el libro se presentan unos cinco motivos o razones para este traslado. Por una parte, el poder y la fuerza de la iglesia toledana (no olvidemos que en Toledo está la catedral primada, y el arzobispo toledano), el peso y la influencia de la nobleza toledana, las quejas que había entre los cortesanos (las personas vinculadas a la Corte) y una serie de demandas que en Madrid podían ser mejor atendidas y resueltas, y no tanto en Toledo por su cariz medieval, ciudad-fortaleza, etc. Desde un punto de vista estratégico, Madrid ofrecía una situación equiparable a la de Toledo, en cuanto a estar en el centro de la península ibérica. El clima de Toledo tampoco era del gusto de los cortesanos ni de la familia real; estamos hablando de inviernos muy fríos y de veranos muy calurosos. También, las enfermedades que habían contraído miembros de la Corte, e incluso familiares del propio rey; tampoco jugaban a favor de Toledo. Incluso la actitud de muchos toledanos, por lo que suponía que una corte tan brutal como la que había sido la Corte Imperial de Carlos V y después la de Felipe II, generaba una serie de cuestiones que a veces suponían fricciones entre los cortesanos y los toledanos.

 

Vd. habla también de la presencia de musulmanes y judíos en lo que entonces era una ciudad cristiana…, ¿cómo fue aquella convivencia de culturas?

Esas tres culturas se dieron, realmente, también durante la dominación musulmana, en la época tanto del emirato, como del califato, como de los reinos de Taifas, y se siguió dando, bajo otra perspectiva, tras la reconquista de la ciudad de Toledo en 1085 por parte de Alfonso VI. Es un tema un tanto peliagudo, tópico y típico, en el sentido de que muchas veces parece que se ha querido lanzar un mensaje de tolerancia, de convivencia fraternal, cuando no era así. Lo que sí había era coexistencia. Esto no le resta valor ni importancia, sino que lo que hace es ponerlo en su contexto. Podría decirse que Toledo ofrecía un «juntos, pero no revueltos». Se daba un ambiente de coexistencia, de relaciones que no se podían apreciar en otros lugares de España, de Europa o del norte de África. Y esto es lo que hacía especial a la ciudad de Toledo, ese ambiente que no era equiparable a otras ciudades, pero sin caer en presentismos, ni en buenismos, ni en lo políticamente correcto del siglo XXI. No podemos aplicar paradigmas mentales del siglo XXI a sucesos de hace siglos, eso es importante.

 

Si tuviese que elegir, aunque no sea fácil decidirse, ¿cuál fue la época de más esplendor y la de mayor decadencia en Toledo?

Es difícil decantarse por una época de máximo esplendor…Lo que he venido comentando en otras entrevistas, artículos e incluso lo que se puede leer en el propio libro, es que hay tres grandes momentos en la historia de Toledo que también nos permiten de alguna manera poder argumentar la cuestión de «nuestra Jerusalén», «nuestra Roma», capital espiritual de España, etc. Esos tres momentos son: la época visigoda, para mí la más determinante, la definitoria, esa urbs regia que hace que arranque el mito toledano. Si Toledo no es una ciudad más en la historia de España es porque fue la gran capital de los reyes godos, la ciudad de los concilios, la ciudad de Leovigildo, Recaredo, Sisebuto, Suintila, Chindasvinto, Recesvinto, Wamba, San Ildefonso, San Julián, etc. Capital del reino visigodo que, además, es el germen además de España. Otro momento (que en el libro corresponde al capítulo V, titulado La Ciudad Sagrada) va desde la reconquista de Toledo en 1085 hasta la muerte de Alfonso X El Sabio, en 1284. Es un periodo de unos 200 años donde nos encontramos con reyes como Alfonso VI, Alfonso VII conocido como El Emperador, hecho emperador en León pero que cuando muere se le entierra en la catedral de Toledo, buscando así una legitimación de lo que había sido su reinado y su persona. Otros reyes como Alfonso VIII, el de la batalla de las Navas de Tolosa, proclamado rey de Castilla en Toledo, desde donde organizó a su ejército para esa gran batalla que marcó la reconquista española. También emerge la figura de Jiménez de Rada, gran arzobispo toledano. Fernando III El Santo que inicia la construcción de la gran catedral gótica, los dos periodos de la Escuela de Traductores, etc. Y un tercer periodo, el siglo XVI, con la muerte de Isabel la Católica -reina muy querida en Castilla y en Toledo-, el Cardenal Cisneros, la revolución de las Comunidades -Toledo fue origen y epílogo de la Guerra de las Comunidades-, el periodo de Carlos V con esa gran ciudad imperial, y la época Felipe II que, a pesar del traslado de la Corte, es una época de gran crecimiento y desarrollo para la ciudad de Toledo donde llegó a albergar a más de 50.000 habitantes, cifra más que llamativa teniendo en cuenta que ahora mismo apenas llega a 90.000.

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Y en cuanto al periodo de mayor decadencia, a partir de la última década del siglo XVI, empieza a percibirse una crisis y decadencia que se van desarrollando a lo largo del siglo XVII y se mantienen en el siglo XVIII, XIX y hasta bien entrado el s. XX.

Es un periodo muy prolongado en el tiempo, que tiene altibajos, asociado a veces a conflictos bélicos como la Guerra de Sucesión y, sobre todo, la Guerra de la Independencia, que causó mucho sufrimiento a los toledanos. También la desamortización de Mendizábal, que fue un palo durísimo para el patrimonio histórico- artístico de Toledo.

 

Muchos visitantes del nuevo Museo del Ejército sostienen que la nueva disposición de los fondos no cumple las expectativas creadas en su momento, cuando se decidió su reubicación, ¿qué opina al respecto?

Lo primero, yo recomiendo que los lectores visiten el Alcázar con el Museo del Ejército y la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Por un lado, me gustaría que el Museo del Ejército ofreciese un enfoque un poco más épico de nuestra historia. Creo que un museo de estas características, debe generar un amor profundo por la Historia, por el ejército, aunque todos sepamos lo terrible que es la guerra. No obstante, esta forma parte de nosotros y de la esencia del ser humano. La Historia militar española es muy potente y puede ser un foco para que los más jóvenes se enganchen a la Historia. Por otro lado, me parece fantástico que el Museo del Ejército, que cuenta con unos magníficos profesionales, esté en el Alcázar toledano, creo que es un lugar idóneo. Lo único, y perdón por ser pesado, es que le añadiría a la visita una dosis más de épica, heroísmo, gestas…

 

¿Sigue siendo Toledo un poco desconocida o ignorada por muchos españoles?

Toledo es una ciudad muy visitada, ahí están los datos turísticos…El problema que yo veo es que a veces nos quedamos con «mira qué bonita es la ciudad de Toledo», con los tópicos, y no profundizamos en el simbolismo y el significado de Toledo que, como he comentado anteriormente, es lo que explica que podamos hablar de una ciudad sagrada, etc. Ese es un deber que también tiene la propia ciudad de Toledo, las instituciones, los habitantes de Toledo, de saber proyectar la imagen, el significado de esta ciudad sin parangón en España, en Europa y en Occidente. Tenemos que creernos la Historia de Toledo, con respeto y con objetividad, pero sabiendo que no es una ciudad más.

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