24/11/2024 01:20
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No creo que sea necesario demostrar a estas alturas de la película que el cacareado derecho a la libertad de expresión es una pura entelequia y que en España, sin ir más lejos, no se cumple ni de coña ese famoso artículo 20 de “nuestra” constitución del 78, esa llamada “Carta Magna” que tiene dos tipos de artículos, aquellos que sólo son una declaración de intenciones y podrían ser buenos para España y los españoles, y que no se cumple ni uno, y esos otros artículos que benefician a los enemigos de España, y que se cumplen absolutamente todos. Pero que no sea necesario demostrar la inexistencia de esa libertad de expresión, sobre todo para la disidencia, ni sea necesario recordar ejemplos sangrantes de ello, no quiere decir que debamos, primero, obviar el tema y, segundo, dar la batalla por perdida.

En todo el mundo, y mucho más en España que copia lo peor de cada casa, se cumple esa máxima que dicta el sistema de “Eres libre de decir lo que quieras, … siempre y cuando digas lo que yo quiero que digas, donde yo quiera que lo digas, cuando yo quiera que lo digas y como yo quiera que lo digas”. Y eso implica que a los que el régimen del 78 en España, y sus aliados en todo el mundo, nos catalogan como los malos de la película e intentamos sacar los pies del tiesto cochambroso de la mentira y la manipulación institucionalizadas, no sólo se nos nieguen los altavoces para expresar libremente lo que creemos que es la verdad (y que demostramos a diario que lo es), sino que se nos persigue con saña por intentarlo.

Todos sabemos, y sería de idiotas negarlo o no querer verlo, que hay una serie de temas de consenso sobre los que el sistema cierra filas para imponer su versión, y ¡ay de quien se salga de difundir esta versión!. Son muchos estos asuntos marcados de rojo en los que está prohibido decir la verdad, porque esa verdad es molesta para el sistema y sus siniestros objetivos. Pero aparte de que sea indispensable que impere la verdad, el hecho de que esa verdad moleste, y mucho, al sistema y pueda entorpecer, frenar y hasta impedir sus objetivos, nos marca el camino para luchar por airear constantemente esa verdad en nuestro día a día y con todos los medios que tengamos a nuestro alcance.

Todos sabemos, y sería de idiotas negarlo o no querer verlo, centrándonos en España (aunque algunos temas clave son a nivel mundial), que se miente todos los días y a todas horas por la totalidad de los Medios de Manipulación de Masas (MMM), auténticas organizaciones terroristas legales (ya que generan terror) en casi todos los asuntos relacionados con la política, la economía, la cultura, los problemas sociales, la historia, la educación… y últimamente hasta la ecología, la biología y la sanidad.

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Todos sabemos, y sería de idiotas negarlo o no querer verlo, que, centrándonos en España (aunque algunos “colectivos” son intocables a nivel mundial), existen “colectivos” a los que no se puede criticar, de hecho, ya hay leyes ad hoc que te persiguen si lo haces, mientras que los integrantes de esos colectivos tienen patente de corso para decir y hacer lo que quieran y, mucho más si tú, disidente, eres el objeto de sus ataques.

Todos sabemos, y sería de idiotas negarlo o no querer verlo, que, centrándonos en España (aunque también esto se cumple a nivel mundial), hay derechos fundamentales relacionados con el de la libertad de expresión, como el de cátedra, el de manifestación, el de reunión, el de asociación o el de publicación, que se conculcan día a día para los que planteamos una opinión distinta a la impuesta por el sistema.

Todos sabemos, y sería de idiotas negarlo o no querer verlo, que esa trampa que nos presenta el sistema como “medio libre” de divulgar nuestro mensaje, tanto a nivel personal como colectivo, o simplemente poder patalear, que son las Redes Sociales, está absolutamente controlado por el sistema y no sólo te ocultan, te bloquean o silencian cuando quieren, dependiendo de quien seas, claro, sino que sirve para identificar e investigar a personas y poder perseguirlas hasta penalmente, simplemente por lo que han expresado en algún momento de su vida, aunque lo hayan hecho espontáneamente desde el sofá de su casa o desde lo alto de un monte, es decir, sin que su opinión, aparentemente, pudiera tener ningún tipo de repercusión y se haya hecho de forma pacífica.

En definitiva, todos sabemos, y sería de idiotas negarlo o no querer verlo, que, centrándonos en España (aunque también esto se cumple a nivel mundial), la ley que rige nuestros destinos en materia de opinión, expresión, defensa de unas ideas y prácticamente también en cuanto a nuestro pensamiento, es la Ley del Embudo, ancha para los de siempre y estrecha, cada vez más estrecha, para la disidencia.

Por tanto, para no hacer esta reflexión interminable, si hay dos máximas que debemos tener en cuenta cada día de nuestra existencia y en cada una de las situaciones con las que nos enfrentamos a diario, serían las siguientes. En primer lugar, que los MMM mienten prácticamente en todo y aunque algunas veces también sea por ignorancia y por poca cultura y preparación de sus voceros, siempre es para cumplir los siniestros objetivos de quienes les pagan y, por lo tanto, creerles sin ser críticos y analizar lo que nos cuentan y con que fines lo hacen, es hacerles el juego y ayudarles a cavar nuestra propia fosa. Y, en segundo lugar, que las aparentes ventanas de libertad que el sistema nos ofrece para difundir nuestras ideas, patalear y mostrar nuestro cabreo o disconformidad son sólo válvulas de escape para tenernos entretenidos, identificados y controlados.

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¿Quiere decir esta reflexión de alguien como un servidor que lleva décadas dedicando horas a los medios de comunicación y a los foros y las redes sociales, reflexión tan realista como aparentemente catastrofista de lo que ocurre, que debamos permanecer callados e inmóviles y que no participemos en medios de comunicación y redes sociales o similares?. Al contrario, no sólo hay que participar, sino que hay que multiplicar nuestra presencia en estos medios y redes, pero siempre siendo inteligentes en su utilización, evitando riesgos innecesarios, no destapando detalles de asuntos que pudieran ser contraproducentes, sabiendo que objetivos tienen quienes “nos permiten expresarnos libremente” e intentando, por supuesto, abrir ojos y oídos de quienes nos rodean con la verdad por delante, pero sabiendo que esa verdad no va ser bien recibida por el sistema, y muchas veces también por las personas a los que nos dirigimos. Pero, no lo dudemos ni un instante, debemos gritar la verdad, porque la Verdad nos hará libres y el sistema nos quiere esclavos y, además, integrantes de esas subespecies de esclavos más peligrosas para la humanidad y más beneficiosas para el régimen de turno, la de los esclavos que no reconocen que lo son, o la de los que lo reconocen, pero piensan que no vale la pena luchar y que, en todo caso, ya vendrá alguien a liberarlos. Sólo el que lucha puede vencer, el que no lucha pierde siempre.

Y mientras luchas, cuando te hablen de la existencia de la “Libertad de expresión” (parafraseando a cierto policía autonómico catalán en pleno intento de golpe de estado separatista en Cataluña de 2017), date la satisfacción de decirles a la cara y con tu mejor sonrisa, ¡La Libertad de Expresión no existe, idiota!.

Autor

Jesús Muñoz