24/11/2024 20:03
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Continuamos con el libro De esos tenemos tantos como el que más, que narra cómo la 5a Bandera de Castilla detuvo el avance de la División del Campesino en Quijorna durante la Batalla de Brunete. 

El capítulo II, Las resistencias decisivas, es el núcleo del libro. El capítulo I podemos considerarlo una introducción con la descripción de la batalla en general. Dentro del capítulo II -el de mayor detalle-, más de dos terceras partes del libro se dedican a Quijorna, donde el autor batalló hasta ser herido y evacuado. 

La primera resistencia decisiva es la de Villanueva de la Cañada, situada en la carretera que partiendo de Valdemorillo llevaría al ejercitó frentepopulista a Navalcarnero pasando por Brunete. Había que tomarla para permitir el paso de los transportes, pero la 2a Bandera de Falange de Sevilla resistió todo el día 6. En total eran unos 800 hombres; cuatro compañías de fusiles y una de ametralladoras, con dos piezas de artillería y dos antitanques que habían llegado el día anterior. El pueblo está en llano y había solo un cerco de trincheras poco profundas alrededor del pueblo, así que, como de Esparta, se puede decir que Villanueva de la Cañada no tenía murallas, los pechos de los falangistas sevillanos fueron su muralla (no he encontrado la cita exacta, así que puede ser de alguna película). Y lo mismo cabe decir de Quijorna. 

El día 5 por la noche notaron los falangistas muchísimo movimiento en la zona de Valdemorillo por lo que durmieron todos en las trincheras. A las 4:00 h de la mañana, antes del amanecer, explota la primera granada de artillería sobre Villanueva de la Cañada. El chupinazo que inaugura la batalla de Brunete. La preparación artillera duró dos horas y se estima que cayeron 12.000 granadas sobre los falangistas. El pueblo queda destruido. 

Al amanecer comprueban que una enorme masa de infantería se dirige directamente al pueblo y que otra pasa a su izquierda entre el pueblo y Quijorna. Además, una inmensa avalancha de camiones está parada en la carretera, esperando que caiga el pueblo para continuar. También ven que el Vértice los Llanos, al norte de Quijorna, entre este pueblo y Valdemorillo, está siendo atacado. 

Tras dos horas de ataque artillero ven llegar varios tanques, y entre las 6:00 y las 7:00 h de la mañana aparece la aviación roja, que les bombardea. El pueblo queda literalmente arrasado. En este momento 3 divisiones frentepopulistas, 3 divisiones 3, del acreditado ejército rojo están enfrente de Villanueva de la Cañada. 

Atención a esto: 

La decidida resistencia que ofrecen los sevillanos hace que Jurado haga entrar en fuego a las Brigadas 13 y 15 de la 15 División; pero no hubo relevo de fuerzas al entrar estas reservas, sino que fueron un apoyo del batallón de la 3ª Brigada, y al yuxtaponerse las fuerzas de estas dos Divisiones se crea una confusión, que termina con una orden fulminante de Jurado: «que Villanueva de la Cañada sea tomada a toda costa», y si alguna de las fuerzas empeñadas, que ya suman 5 Brigadas casi dos Divisiones, se niega a seguir atacando, que la batería que expresamente ha emplazado haga fuego por la espalda. (p. 87) 

El advertir a la tropa que serían ametrallados en caso de retroceso era muy típico del ejército rojo, muy poco motivado a las batallas serias. Más sobre la desproporción del combate: 

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El terreno donde se va a desarrollar esta desigual lucha (una Bandera de Falange, tipo batallón, contra tres Brigadas en principio, luego serían cinco; dos piezas de artillería contra 60, y dos piezas antitanques contra más de 25 carros de combate…). (p. 67) 

Por si fuera poco, los falangistas no tienen munición: 

… desde los primeros momentos surge la misma consigna dada en todas las posiciones nacionales atacadas: «ahorro de munición», «no se puede malgastar», «hay que tirar sobre seguro»; por eso, si desde hacía ya dos horas podían haber hecho fuego, ya que tenían al enemigo a tiro de fusil, se prohibió terminantemente hacerlo hasta que se aproximaran más. (p. 68) 

… hasta que llega un momento en que estos [los falangistas sevillanos], a la voz de mando abren fuego y no es para describir la carnicería que hacen, pues teniendo a los asaltantes a menos de 100 metros el tiro es seguro, mejor dicho, no hace falta apuntar, pues a derecha e izquierda de la carretera marchan estos indefensos (por llamarles de alguna forma) soldados hacia la muerte. (p. 68) 

Los falangistas detienen el primer ataque frontal de la madrugada. También paran otro muy parecido a las 11:00 h de la mañana, aunque en este caso los frentepopulistas llegan hasta las mismas trincheras, pero no se atreven a asaltarlas… A las 15:00 de la tarde vuelven a insistir, empezando con otra preparación artillera seguida de bombardeo de la aviación. El primer asalto fue solo por el norte; el segundo por el norte y el oeste, y ahora atacan también además por el este, pero el resultado es el mismo: los falangistas plantan a los milicianos, que no se atreven a llegar al cuerpo a cuerpo. 

Esto se hace por supuesto a costa de muchas bajas. Las trincheras estaban llenas de muertos y de heridos que no se podían evacuar. A mayor desgracia, los meten en la iglesia -único edificio en pie- que fue bombardeada y se les cae encima, enterrando a muchos en vida. 

A las 19:00 h de la tarde se inicia otro ataque, el cuarto del día, por los cuatro costados. También es rechazado. 

A estas alturas, el capitán que había tomado el mando tras la muerte del comandante decide que un pequeño grupo de los defensores salga para dar cuenta de la situación al mando. El grupo, que logra sortear las líneas, sale hacia Quijorna; después se dirige hacia Brunete y por último llegan a Villaviciosa de Odón. En el camino sortean y hasta tienen alguna conversación con milicianos, que no los reconocen por ser de noche. Otros grupos salieron también de Villanueva de la Cañada de la misma manera. 

Un resumen: 

Como dato estadístico, de los 800 hombres que componían esta Bandera de Falange, resultaron muertos 400, buena parte de ellos después de estar heridos, en el hundimiento de la Iglesia; hubo 160 heridos, varios evacuados, por sus heridas leves, por los camaradas que iniciaron la salida, de los que quedaron sin heridas unos 150, y cayendo prisioneros en poder del enemigo unos 140. Parte de estos prisioneros no lo fueron en Villanueva de la Cañada, sino en las inmediaciones de Brunete y de Quijorna, por el desconocimiento que tenían la situación de estas dos poblaciones… (p. 89) 

Dada la carencia de municiones, la decisión del capitán al mando fue la adecuada: dejar que durante la noche se fueran los soldados. Él se quedó y pasaría el resto de la guerra en un campo de prisioneros. 

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Defensa del Vértice de los Llanos

El Vértice de los Llanos está al norte de Quijorna en dirección a Valdemorillo. Era una loma con unas trincheras bastante rudimentarias, de poca profundidad. A principios de julio estaba defendido por la Quinta Centuria de la Falange de Ávila que había sido reforzada por una compañía del tabor Ifni-Sáhara, como Quijorna. Fue atacado en la mañana del 6 de julio y aguantó el 6 y el 7, pero la mañana del 8 estaba ya en completo silencio. 

El día 6 antes del amanecer se empiezan a oír ruidos y movimientos en la zona de Valdemorillo. Se observan después grandes masas de soldados que van a Quijorna. Al poco tiempo empieza la preparación artillera. La posición es atacada por una Brigada de El Campesino. Apoyada por una sección de carros al mediodía. Un antitanque inutiliza a dos de ellos. Los combates siguen por la noche, con un calor insoportable y sin posibilidad de hacer aguada, aunque hubo alguna escapada para llenar cantimploras. Siguen los combates al día siguiente 

Los moros, más duchos en la práctica del tiro, lo hacían sin sacar la cabeza del parapeto; pero, eso sí, con precisión matemática, elevando los brazos y tanteando con minuciosidad para dirigir con seguridad los disparos hacia donde creían estaban escondidos o agachados los enemigos, y la verdad es que acertaban en la mayoría de las ocasiones. (p. 98) 

A media mañana arrecia el ataque y aparecen los tanques y la aviación. 

El calor sigue agobiante. Los pocos descansos, en los intervalos de un ataque a otro, nos cubríamos con una manta para que el sol no cayera tan directamente sobre nosotros, procedimiento que habíamos copiado de los moros, pudiendo comprobar que atenuaba un poco el excesivo calor que veníamos sufriendo. (p. 99) 

Al atardecer los mandos, dos alféreces, discuten si procede resistir dando tiempo a que lleguen refuerzos o abandonar la posición. A falta de munición deciden abandonar la posición tratando de romper el cerco y dirigiéndose a Navalagamella. Se organiza la columna, saliendo primero dos escuadras, una de moros y otra de falangistas. Curiosamente no encuentran soldados rojos; después sabrían que fueron a municionar. Menuda organización… Al final consiguen llegar a Navalagamella. 

No todos tienen la misma suerte, algunos son hechos prisioneros, y se cuenta una anécdota sobre un grupo que es interrogado por el mismo Campesino. Unos de ellos, de Hoyo de pinares, se reconoce falangista y dice que ha estado en el frente desde que huyó del pueblo, pero otro dice de él que su padre había sido fusilado por los rojos, mientras que por el contrario él pertenecía a la FAI. El Campesino fusila a este inmediatamente por chivato. 

En la tercera parte de esta serie trataremos de la resistencia de Quijorna.

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