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Señores, después de «tragarme» lo que yo llamaría «El discurso de las Mil Mentiras» que pronunció ayer en el Congreso de los Diputados el excelentísimo señor don Pedro Sánchez, con motivo de la «Moción de Censura» presentada por VOX pensé que se repetía la Historia. Porque viéndolo en pantalla, mintiendo con la naturalidad que lo hace el hoy «okupante» de la Moncloa, se me vino a los ojos la imagen de aquel nefasto Presidente Zapatero que fue el que inició el camino que conduce al abismo. Entonces escribí que «Ni el PSOE podía llegar a menos ni Zapatero a más», pues creo que me quedé corto, ya que el nuevo «felón» (el primer felón de la Historia de España será siempre Fernando VI, de tan triste reinado) ha superado, está superando, a su maestro.

Pues, si esto lo escribí antes de la humillación de los Indultos y de lo que está haciendo con Cataluña, con Madrid y hasta con el Rey y la Monarquía qué menos podíamos decir hoy, cuando el PSOE ya sólo es el Sanchismo. Un nuevo Partido, un partido sin honor, sin dignidad y enemigo de España.

 

Lo he dicho en muchas ocasiones y lo he escrito muchas veces, que Pedro Sánchez es una copia del Rey Eteocles de Tebas. Aquel que en plena guerra entre hermanos, y cuando ya se están matando unos a otros y está corriendo la sangre, le dice a la Reina Yocasta: «Madre, ¡A CUALQUIER PRECIO, EL PODER JAMÁS ES CARO! (y ciertamente acabó con su hermano primero, que le disputaba la Corona, y luego con todos los enemigos, y hasta con los amigos y hasta con su madre y su esposa… con tal de seguir en el Poder). 

 

En recuerdo de aquel nefasto don José Luis Rodríguez Zapatero les reproduzco el artículo que publiqué el 18 de diciembre de 2009, cuando ya España hacía aguas por todas partes:

 

 

NI EL PSOE PODÍA LLEGAR A MENOS NI ZAPATERO A MÁS 

 

La historia del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) se puede contar con las biografías de cinco personajes: Pablo Iglesias, Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos (Juan Negrín fue otra cosa), antes de la Guerra Civil y uno posterior: Felipe González. Del primero, el fundador, el abuelo, todo lo que se diga es poco y siempre a su favor. Cuentan sus biógrafos que en 1898, cuando ya el PSOE comenzaba a ser alguien en la vida política, pero aún no tenía fuerza electoral, se presentó a unas elecciones generales a sabiendas de que no iba a salir elegido y pocos días antes se presentó en su casa el mismísimo subsecretario de la Presidencia del Gobierno para ofrecerle en nombre de Sagasta, el líder indiscutible del Partido Liberal, un acta de diputado, sólo con que renunciara a algunas de sus reivindicaciones laborales y sociales. El «abuelo» no sólo se indignó y despidió al enviado gubernamental sino que dijo en público: 

 

«Había aceptado la revisión de que el señor Sagasta, además de político hábil, era buen conocedor de los hombres, y veo que semejante versión es total y absolutamente equivocada. El partido socialista tiene los mayores deseos de hacerse representar en el Congreso; pero para que el logro de ese deseo le satisfaga es indispensable que quien le represente pueda entrar por la puerta grande y con la cabeza levantada .Lo que se me ha propuesto me autoriza a decir que el señor Sagasta no lleva camino de conocer a los socialistas.» 

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Pero, no contento con estas palabras todavía aquel mismo día envió una circular a todos los aspirantes a diputados, en las que entre otras cosas decía: «Los candidatos deberán estar afiliados al partido y serán presentados por las Agrupaciones. Serán excluidos del PSOE las agrupaciones y los individuos que hagan pactos o alianzas con los partidos burgueses o sus candidatos. Asimismo serán expulsados los que voten o realicen trabajos a favor de cualquier candidatura burguesa». Naturalmente esto le costó bien caro al bueno de Pablo Iglesia, pues no conseguiría un acta de diputado hasta 12 años después. Eso sí, cuando entró en el Congreso lo hizo como socialista y como republicano y con la cabeza alta. FUE LA HONRADEZ PERSONIFICADA. 

 

Desaparecido Iglesias ocupó el primer plano el hombre que el «abuelo» eligió como su sucesor, es decir, don Julián Besteiro. Y del intelectual y catedrático Besteiro, el más grande de todos los socialistas españoles, basta con recordar el gesto que tuvo al finalizar la Guerra en 1939. Cuando todos los gerifaltes republicanos, civiles o militares, huían como ratas y abandonaban el barco que ellos mismos habían hundido, el bueno de Besteiro, un demócrata empedernido enemigo de cualquier tipo de dictadura (incluida la del proletariado marxista), decidió quedarse en Madrid y esperar a los vencedores, a sabiendas de que podía ir directo al paredón. Entonces aquel dignísimo Besteiro se negó a coger el último avión y dijo: «Yo no puedo abandonar a mis gentes y a mi pueblo en la hora de la derrota. Aquí me quedo y que sea lo que Dios quiera». FUE LA CONSECUENCIA Y LA SINCERIDAD DEMOCRÁTICA.

 

Y de Besteiro a Largo Caballero, el obrero. No fue el estuquista un dechado de inteligencia y a él se debió la deriva del socialismo al comunismo e incluso sería uno de los principales responsables de la Guerra Civil. Pero, en su haber hay que recordar el gesto de honor y patriotismo que tuvo cuando siendo Presidente del Gobierno arrojó de su despacho y de malas maneras a un insolente embajador ruso que quería manejarle como a una marioneta (lo que luego harían con Negrín). Por encima de su conveniencia política puso a España… y eso le costó en pocos meses la pérdida del Gobierno. FUE EL HONOR DEL SOCIALISMO Y DE ESPAÑA COMO NACIÓN. 

 

Después habría que hablar de Indalecio Prieto, aquel vasco que sentía a España tan hondamente que luchó por erradicar de Euskadi a los nacionalistas del PNV y que ya iniciada la Guerra gritó contra los fusilamientos y los «paseos» sin justicia. Fue aquel que los días de las matanzas de la Cárcel Modelo y Paracuellos dijo en voz alta: «Señores, con estas matanzas inútiles ya hemos perdido la guerra». FUE POR ENCIMA DE TODO UN HOMBRE DE ESTADO. Y por último un recuerdo para el socialista que se atrevió a criticar a Lenin en Moscú y pedir libertad para los rusos. FUE UN INTELECTUAL HONESTO Y UN SOCIALISTA DE LOS PIES A LA CABEZA. Fernando de los Ríos. 

 

O sea, honradez a prueba de bombas, honestidad democrática, honor y españolismo, sentido de Estado y socialismo puro… ¡esa fue la herencia que se encontraron los modernos Felipe González y Rodríguez Zapatero! ¿Y cómo la administraron? En honor de Felipe González hay que decir que al menos intentó conservar algo y que lo habría logrado si no hubiese caído en la corrupción y la guerra sucia. Con él el socialismo inició la pérdida de la honradez y la honestidad democrática, pero mantuvo el españolismo y algo del sentido de Estado. 

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Lo de Rodríguez Zapatero es distinto. Porque lo primero que salta a la palestra es que el de León ni es socialista ni es nada. El señor Zapatero es un niñato analfabeto, un correveidile, un saltimbanqui, que se encontró en el arroyo el Poder y lo está utilizando como un niño un cuchillo afilado. El heredero que ha terminado dilapidando la herencia histórica en fotos y marketing. El nuevo «tahúr» del «Misissipi» que juega con cartas marcadas, pero sin saber ni a lo que juega. No es de extrañar, pues, que los viejos socialistas le llamen el niñato». ¡¡¡Dios, si aquellos hombres levantaran la cabeza y vieran en qué manos está el Partido y España!!! Un Partido que ya no es más que un rebaño de ovejas, donde cada cual sólo defiende su sueldo y su puesto en las listas y una España que está vendiendo a trozos. A tantos millones el voto (puro estilo Romanones). ¿Qué le importa al niñato el histórico PSOE de Pablo Iglesias? ¿Qué le importa España y una unidad de quinientos años? Está claro, si a este muchachito analfabeto le dejan un día más el juguete España acabará vendiéndose en el Rastro y si le dejan el Partido dentro de dos años no lo reconocerá ni la madre que lo parió (en este caso padre). Por eso hay que decirlo bien alto y bien claro: NI EL PSOE PODÍA LLEGAR A MENOS NI ZAPATERO A MÁS.

 Pues sí, el PSOE podía llegar a menos, podía deaparecer para transformarse en el «Partido de Pedro Sánchez» (el PPS).

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.