01/10/2024 00:31
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Al hilo de mi anterior artículo sobre los chalecos amarillos franceses voy a escribir unas líneas, insistiendo en lo mismo, sobre la conveniencia de poner pie en pared y hacerle saber por activa y por pasiva a nuestras élites, que no vamos a seguir consintiendo este expolio al que nos vemos sometidos. 
 
Pagamos por todo, por vivir, por morir, por tener algo y por dejarlo de tener. Nuestro esfuerzo fiscal es el más alto de Europa y no se ven resultados ningunos. Solo sabemos que hay que alimentar a una clase política parásita llena de cantamañanas y chisgarabises. Mientras, el país se desindustrializa y se despuebla.
 
Como les dije, estoy tomando el pulso a mis paisanos sobre la conveniencia de hacer una revuelta de chalecos azules. Son los que nos regalan las cooperativas y otras empresas por comprarles sus productos.  Así pues puede ser bien este chaleco azul nuestra seña de identidad. Estoy convencido de que pronto la cosa estará lista para ponerse en marcha.
 
Porque no podemos más. Estamos produciendo a precio de coste y encima la cosecha de este año se presenta mala. Desgraciadamente no vivimos dentro de la burbuja idílica madrileña.  En el resto del país nos vamos consumiendo cada vez más deprisa. Es tal el deterioro que sufrimos que si no nos ponemos serios de una vez tendremos que tirar la toalla en unos pocos años.
 
Ustedes en Madrid no tienen ni idea de lo que estamos sufriendo.  Nuestras provincias se vacían, las industrias se cierran mientras toda clase de garrapatas se hacen ricos a nuestra costa. No es de recibo seguir soportando esta situación sin hacer algo. Por eso saldremos a las calles y cortaremos las carreteras hasta que nuestra voz sea escuchada.
 
Espero que se solidaricen con nosotros.  La situación es muy grave a pesar de la calma chicha. Seguramente es la calma que precede a la tormenta.  Los bares están llenos a pesar de lo que indican todos los indicadores económicos.  Pronto llegará la hora de enfrentarnos con la realidad y dejarnos de infantilismos y comodidades.  Espero que los madrileños, los únicos que van bien, estén con nosotros.  Un país tan desarticulado y tan invertebrado no es garantía de futuro. Esto ya no hay Ayuso que lo arregle.
 
Mis paisanos están dispuestos para moverse, pues algo hay que hacer. Tendremos pues un Otoño caliente si no se ven perspectivas.  No estamos dependiendo de ningún partido ni sindicato. Protestaremos libremente por que algo hay que hacer antes de desaparecer.  No vemos futuro para nuestras provincias.  Moriremos con las botas puestas.
 
Desde que pasaron las elecciones ya nadie se acuerda de nosotros.  Y eso que somos los que aún mantenemos las esencias del alma española. Dicen que a los paletos nos gusta quejarnos de todo. Pronto verán a lo que estamos dispuestos.  Que esta vez vamos en serio.
 
Señores y camaradas.  Llegó la hora de abandonar la comodidad del sofá y afrontar como hombres lo que se nos viene encima.  Está en juego el futuro de nuestros hijos y descendientes.  Se acabaron la indolencia y la comodidad.  Llega la hora de pedirle a nuestras «elites» algo más que discursos bonitos. Llega la hora de tomar las riendas de la situación.
 
Porque ellos se dan a la gran vida mientras nos expolian. Porque ya no aguantamos más. Pronto un incendio que prenderá en Zamora se expandirá por toda la península.  Poniendo fin a este lamentable estado de cosas. 
 
Estoy tomando un café con mis paisanos y amigos y todos pensamos igual. Que llegó la hora de ponernos serios. Que no somos los siervos de la gleba a los que hay que exprimir cuando las cosas les van mal a los de arriba.  El latrocinio es espantoso y espeluznante.  Nos sacan dinero por todo mientras que  nuestros productos no nos los pagan. Nuestras espaldas no pueden más con la carga de tanto parásito ni de tanta garrapata. Llega la hora de despiojar a este flaco perro atestado de pulgas.
 
Ante el abandono, el desdén y la prepotencia de los de arriba un rugido se levantará desde la estepa castellana de furia y de desconsuelo. Esta vez lo escucharán y se pondrán a trabajar por el país por la cuenta que les tendrá. Estamos en una situación insostenible y nadie nos va a parar.
 
Todo sube menos nuestros productos.  Llevamos así 40 años. Y lo peor es ver nuestras provincias desdoblarse y morir. Está todo hablado ya. Llega la hora de la acción y de moverse. No hay lugar para más palabrería. 
 
Y les voy dejando por hoy. Espero que comprendan nuestra situación y nuestras cuitas.  Yo soy agricultor cerealista y quizás pueda cubrir costes este año de mala cosecha pero de precios un poco más aceptables.  Pero la ruina que se le viene encima a los ganaderos es de órdago. Y recuerden eso de que si el campo no produce la ciudad no come.
 
Así que por lo que pueda venir les ruego que se pongan de nuestro lado. Cuando llegue el Otoño las mentiras se derrumbaran y se escuchará nuestra voz. No perdamos la ocasión.
 
Y me voy a regar un poco los secos maíces. No ha llovido nada y están pidiendo agua también. Me relajará un poco y dejaré de pensar en tanto expolio y en tanto robo. Pero por un rato, pues la realidad está ahí y vendrá a imponerse aunque no lo queramos. 

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REDACCIÓN