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Se ha aprobado la reforma laboral del trampantojo, de la estafa y del fraude. Edulcorada, eso sí, con la polémica artificial y artificiosa del diputado del PP que habría conseguido, pulsando el botoncito equivocado, convalidarle a Yolanda Díaz su insulto a los trabajadores.
A servidor, como a cualquier ciudadano harto de la pocilga desinformadora, le importa un rábano esta polémica que llena telediarios y alimenta tertulias. Me importa, eso sí, la tomadura de pelo a los trabajadores que esta NO reforma laboral pactada por el gobierno, los sindicatos y la Patronal, han impuesto.
¿Qué reforma…? El trabajador español vuelve a ser un paria en manos de los sindicatos de clase, de los señoritos del IBEX y del gobierno socialista. La indemnización por despido más generalizada, la de 20 días, sigue existiendo; la precaria contratación temporal también; y condiciones como la ultraactividad de los Convenios colectivos o la importancia del Convenio sectorial, que de facto se daban ya en las relaciones laborales, se recogen como logros majestuosos cuando ya se aplicaban… Algunos pequeños retoques legislativos como rebajar el periodo del contrato a prueba o implementar un protocolo definido para la aplicación de los ERTE, han sido añadidos a la norma; pero salvo esto y poco más, la reforma laboral de 2012 aprobada por Mariano Rajoy, se sigue aplicando. O lo que es lo mismo: ni la han tocado.
Cabe añadir un aspecto espeluznante: los sindicatos de clase UGT y CCOO adquieren más poder en la negociación; se convierten en el eje central de la representación de los trabajadores pese a no representar ni al 10 por cien de los trabajadores de España; y sus emolumentos y subvenciones por negociar EREs o por organizar los “cursos de formación” –bicoca del robo sindical al dinero público- aumentarán.
En román paladino: la izquierda que prometía asaltar los cielos para derogar la reforma del PP ha endosado a los trabajadores la normativa de Mariano Rajoy, retocada un poquito, pero convirtiendo a los sindicatos de clase en un órgano del Estado investido de poder absoluto y exclusivo.
Si usted posee un contrato a tiempo parcial o fijo discontinuo, o está buscando empleo, tenga la absoluta certeza de que el pequeño empresario o el autónomo que le contrate seguirá soportando la carga fiscal y social asfixiante y usted, como currito en precario, soportando una devaluación salarial constante pues los pesebres sindicales y políticos deben seguir siendo alimentados.
Por quiénes “beben” los vientos PSOE y Podemos no es por un asalariado ni por un peón. Es por aquellos que implementan las mismas agendas de transformación social, digitalización forzosa, inmigración masiva o dictadura feminista: la gran banca – Ana Patricia Botín, excelsa Bilderberg y monaguilla del Foro de Davos- y los capitales pegados al BOE y a la especulación, los del IBEX, representados por un sujeto parasitador del erario público que le paga el sueldo: Antonio Garamendi.
La Patronal, como los sindicatos de clase, son oligarcas de un régimen podrido y entregado a agendas globalistas.
Para proteger al trabajador, primero hay que desproteger a los corruptos oligarcas; para forjar el bienestar obrero, primero hay que derribar el de los políticos pegados a las ubres del vampírico Estado autonómico y sus innumerables pesebres sujetos a los mandatos de la Agenda 2030.
¿Cómo van a cimentarse derechos laborales así como justas retribuciones e indemnizaciones cuando las empresas, como los trabajadores, soportan la losa tributaria del IRPF más alto de Europa, Impuesto de Sucesiones, Sociedades, carburantes, plusvalía, IVA al 21 por cien –gracias a Rajoy y Montoro- etc?
La reforma laboral de Yolanda Díaz es una tomadura de pelo, tiene un fondo macabro que recorta derechos y empodera a los sindicatos corruptos, y su carácter lesivo es de lo que menos -o nada- se está hablando en los medios. No es comprensible que los diputados del PP – salvo uno- hayan votado en contra de una reforma laboral que en el 95 por cien es la de Mariano Rajoy.
Resulta demasiado casual, por cierto, que justo cuando se sabía que los diputados de UPN contrariaban el criterio de la dirección del partido y votaban en contra, un “despistado” diputado del PP votó a favor salvando in extremis la reforma. En política, las casualidades rara vez existen y una cosa es segura: a los poderes fácticos, empresariales y sindicales, esos poderes que representan PSOE y PP, esta reforma les interesaba, por eso la pactaron bajo la égida de la comunista caviar Yolanda Díaz y por eso tratan de engañar a muchos trabajadores de España para que sigan creyendo en la falsa dicotomía, cada vez más falsa, llamada ” izquierda y derecha”.
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