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Señor, las cartas públicas dirigidas a usted a fin de que tome conciencia de los gravísimos problemas a los que nos enfrentamos son pura retórica, que de sobra sabemos la dimensión real que tiene la Corona.

    Para empezar le diré que no estoy a favor de parcelar la Historia, y mucho menos de conculcarla hasta llegar a no reconocerla, porque la Historia, Señor, no es otra cosa que el transcurrir de la vida de una nación, siendo lo de menos que muchos de sus periodos nos gusten más o menos, o no nos gusten absolutamente nada. 

    Señor, la Monarquía cayó el 14 de abril de 1931 porque el Ejército, agraviado, se desentendió de la obligación constitucional de defender la legalidad vigente. La Guardia Civil se unió a los alzados. Y los monárquicos no sintieron el arrojo para convertirse en un frente de alabarderos. Cayó la Monarquía, Señor, como un “cascarón vacío”, que dijo el más grande de los políticos de entonces. 

    Su padre, Señor, el hoy expulsado de España y advertido de no volver, el rey Emérito, inauguró la exposición del Centenario de Pablo Iglesias Posse, que el Gobierno socialista de entonces, presidido por Felipe González y Alfonso Guerra, organizó a bombo y platillo. Sin embargo, no inauguró ni contempló darse una vuelta por el acto que se inauguró con motivo del Centenario del nacimiento de José Antonio Primo de Rivera, gentilhombre del Rey Alfonso XIII, marqués de Estella con grandeza de España y una de las contadísimas personas que despidió a la Familia Real camino del forzado exilio en la estación de ferrocarril de Galapagar. 

    Ayer, Señor, usted inauguró la exposición organizada al cumplirse el 80 aniversario del fallecimiento de Manuel Azaña. De cuyo personaje si hay algo que destacar, es que fue uno de los causantes principales de la guerra civil, convertido desde el minuto uno en una Cruzada por las razones que seguro conoce. 

    Manuel Azaña, Señor, fue un repugnante ser humano: masón, sectario, pendenciero, acomplejado y reprimido homosexual. Viene al caso, entonces, que se diga que este tal Manuel Azaña sólo acertó cuando desde el exilio dorado en Méjico, él mismo se calificó de “chusma” como de sobra queda patente en esta frase de su pluma: “Franco no se sublevó contra la República sino contra la chusma que se había apoderado de ella”.

    Le decía al principio de estas líneas que no estoy a favor de parcelar la Historia, y mucho menos de conculcarla hasta llegar a no reconocerla. Con todo, de esta exposición organizada por el Gobierno social-comunista que usted ha inaugurado, y que ha podido no hacer, se desprenden varias reflexiones: la necesidad de reivindicar la II República, a todas luces un fracaso. Seguir denunciado el Alzamiento del 18 de julio de 1936, que salvó a España. Y cargarse la Monarquía actual. 

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    Señor, el propósito de Manuel Azaña, como el de todo revolucionario masón o de izquierdas, es hacerse con el poder del Estado como instrumento al servicio de la transformación de la sociedad. De ahí aquello que dijo el hoy homenajeado: “España ha dejado de ser católica”. Por eso, más que celebrar que este espécimen falleciera hace 80 años, lo que se debería es reflexionar sobre el desafío al que enfrento a España con el propósito de transformarla, cambiando radicalmente su ser. De ahí que este fulano prescindiera incluso de las proclamas de aquellos intelectuales que en gran número apoyaron la República, pero de la que pronto se desencantaron por sus excesos y errores.

    Señor, quién les ha dicho a ustedes, a los Borbones, que para mantenerse en la poltrona tengan que ir a rebujo de la izquierda más sectaria y cainita. Craso error, Señor, porque por más que haga, estos quieren cargarse la Monarquía sin importarles las consecuencias. Y tan evidente es esto, que uno de los del Gobierno, el que parece más sensato, el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, les advierte: “Estamos jugando con la idea de nuestro modelo de Estado y es un arco de bóveda del que podemos quitar una pieza y que se derrumbe todo”. 

    No sé lo que pensará usted, Señor, pero cada día más españoles apuestan porque este Gobierno no dure ni un minuto más.

Autor

Pablo Gasco de la Rocha
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