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Queridos Lectores:

Desde que me reconocí con uso de razón he manifestado un espíritu eminentemente crítico. Esta faceta, unida a mi inmensa curiosidad y a un carácter razonadamente rebelde ante la injusticia, me convirtió en un niño un tanto incómodo para mi pobre padre, en su condición de receptor de todas mis preguntas, hasta que, alcanzada la pubertad, consideró que ya era momento de concederse un respiro y cada vez que lo asediaba buscando esclarecer mis dudas me ofrecía el diccionario enciclopédico que descansaba siempre al alcance de su mano respondiéndome con un lacónico y tajante ¡AL MATABURROS! y así empezaba yo mi aventura del saber. A veces la información obtenida agudizaba mi interés y en este supuesto era el momento de recurrir a la biblioteca familiar que rara vez me fallaba y si lo hacía, él siempre acogía de buen grado mi petición de algún libro, de contenido variopinto, que pagaba con el mayor de los gustos. Y fue así como pude alcanzar mi prematura madurez desarrollada paralelamente a mi lado canalla, dado que nunca aspiré a ser un aburrido erudito, sino, por el contrario, el adentrarme en este complicado mundo estableciendo mis propios criterios, y así fue como, desde mi óptica personal analicé un montón de incongruencias que censuré pese a mi sentimiento tradicionalista. Una de ellas, que aún no he logrado asimilar, es la hipócrita costumbre de los seres “bien pensantes” respecto a edulcorar el pasado de algunos cabrones ya fallecidos, y con relación a este particular, me resultaba curioso que los españoles, tan aficionados a lapidar a los vivos, se despiporren en ridículos ditirambos, necrológicas, lápidas y epitafios. Yo, por mi parte, me confieso incapaz de olvidar y perdonar cuando la ofensa inferida sea lo suficientemente grave, sosteniendo “a pies juntillas” aquel viejo dicho de que la sangre se lava con más sangre.

Actualmente me asqueo ante el ejercicio reiterativo que los sectores SOCIOCOMUNISTAS, por tratar de convertir en seráficos benefactores de la humanidad a una panda de hijos de mala madre para que sus falsarias biografías, puedan servir como arietes con el que minar la sociedad liberal. Así un selecto grupo de alimañas como Azaña, Largo Caballero, Pablo Iglesias o Negrín, que en su momento se apoyaron en asesinos consumados (Hermanos Ascaso, chequistas como el Cojo o el Doctor y malas bestias como El Campesino y otros especímenes) para la consecución de sus bastardos objetivos, pero ¡Qué le vamos a hacer! ya lo dijo el camarada Lenin “La mentira es un arma revolucionaria”.

Y volviendo a “la mayor”, les confesaré que cuando, por motivos de estudio, me afinqué durante cuatro años en Bilbao, aparte de completar la formación técnica adquirida en Vigo, vi como se rompían todos mis conceptos sobre los vascos, el clero y los “supuestos idealistas” indigestados por la bilis venenosa segregada por los sacerdotes esperpénticamente euskaldunos que, víctimas de su soberbia y fanatismo, no dudaban en dar cuartel a una serie de zombies descerebrados que, con el tiempo, evolucionaron a criminales o delincuentes comunes estimulados por el conformismo culpable de un gran sector de la sociedad vasca que juzgaba sus matanzas con paternal indulgencia, y otro sector que los alentaba desde las gradas. Y así descubrí una nueva rama entre las múltiples del árbol de la raza humana: LOS HIJOS DE PUTA CAMUFLADOS CON SOTANA, mientras los vascos buenos, abandonados a su suerte, habían desistido de toda crítica dando pábulo al Maligno que continuamente les susurraba al oído ¿PARA QUÉ BUSCARTE COMPLICACIONES? Y así fue como un pueblo noble se mutó en cobarde y bovino por mimetismo y miedo al qué dirán, mientras tanto, los matarifes se ensañaban contra un grupo de patriotas que trataban de formar un dique con sus cuerpos, en un último intento desesperado de contener aquel aluvión de barbarie y terror, que, con el tiempo, alcanzó a mujeres y niños inocentes, pero tildados de culpables por el horrendo delito de querer vivir con los suyos, ignorando que eran observados por el aldeanismo malvado e ignorante que había colonizado el País Vasco, y fue entonces cuando descubrí que ciudades y pueblos tan lóbregos como Bilbao, Amurrio, Amorebieta o Erandio lo eran no por la atmósfera pestilente que alimentaban las chimeneas de Altos Hornos o Indumetal, sino por el odio de algunos fanáticos, que habiendo traicionado a aquellos que de buena fe les habían confiado la sagrada misión de formar los futuros compatriotas, abriendo sus mentes a la ciencia y a la universalidad. Y, ante esta odiosa realidad, como era previsible, esta ideología de paletos con el cerebro constreñido por la Txapela se hizo hueco en la cima del poder con la colaboración solapada de muchos políticos indeseables que actuaron en su condición de serpas de los asesinos. Por lo demás Bilbao me enseñó a sentirme feliz cuando la sucia neblina se desplazaba y el sol lucía en los montes que tan bien se divisaban desde algunas calles como DOCTOR AREILZA, que sabe Dios como se llamará ahora.

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Razón tienen los ingleses cuando preconizan que los políticos sinvergüenzas, las putas y los edificios feos ganan prestancia y dignidad con la pátina que les proporciona el paso de los tiempos.

Respecto a los primeros, que nos mortifican publicando libros con sus memorias ¡Sin remordimientos! con cuyos ingresos camuflan los beneficios fruto de sus expolios a las arcas del estado, es un error soportarlos estoicamente sin señalarlos públicamente para su vergüenza y escarnio.

En cuanto a las segundas ¡Venditas sean! Por procurar un momento de consuelo e ilusión a un pobre hombre que, habiendo dejado a su familia para ganar un salario digno, cambió el aire limpio de su terruño por los humos de la industria metalúrgica.

Y sobre los edificios feos ¡Qué decir! Cuando se ofrecen a nuestros ojos algunos museos de vanguardia o algunas obras recientes de esos artistas henchidos de divismo, que pretenden pasar a la posteridad a costa del bolsillo ajeno, olvidando su humilde condición de operarios en la gran cadena de producción del sector de la edificación y no dejando descansar en el olimpo de los genios a los verdaderamente grandes como Gaudí, Le Corbusier y otros muchos que dignificaron tan noble profesión.

Y a la vista de que, como es mi costumbre, me he vuelto a ir por los cerros de Úbeda, retorno al sendero elegido y les confieso que los años de Bilbao, que hoy añoro, se vieron enturbiados por la existencia de  un monstruo fabricado en Deusto, bien detectable por sus ridículos gestos y mohines mussolinianos que irradiaban todo su orgullo infinito y su soberbia jesuítica, me refiero al Reverendo Padre (Dios mío perdóname por calificarlo así aunque bien sabes que es de COÑA) Xabier Arzallus, a quien dediqué una necrológica ¡A mi manera! que luego decidí no publicar por no herir la fina dermis de mi antigua publicación, hoy, que me siento libre, tengo el deber moral de ofrecerles el humilde fruto de mis reflexiones, que me han acompañado en este pasar por la vida al igual una vieja querida de tibio regazo que siempre está ahí como una madre, protectora y abnegada ante el desconsuelo de ese ser idealista y por ende estúpido, que pese a la edad, sigue fiel a sus principios que soy yo. Gracias por su atención.

Dedicado a todos aquellos que no perdonan y en consecuencia no dudan en abandonar los jardines floridos de la claudicación y el conformismo, para liberar a su pueblo de la injusticia y la ignominia, aquellos que no titubean ante el penoso deber de segar la vida de algunos malnacidos reincidentes en el mal, extirpando de la sociedad a aquellos seres perversos que en el pasado han constituido un peligro para la paz y la armonía social, los que lo representan actualmente o los que puedan representarlo potencialmente para nuestro futuro.

Adiós y hasta nunca

En el infierno se avecina un acto protocolario de gran relumbrón político, pronto estará allí el agasajado y ha de ser recibido con los máximos honores que su dignidad merece. En la entrada, Satanás ensaya, a duras penas, un “aurresku”, ya se ha caído dos veces tratando de ejecutar los gráciles saltos que tanto alababa el orate Sabino Arana. El problema reside en que con los años su hermoso rabo ha perdido su juvenil elasticidad y, a veces, se le enreda entre las piernas haciéndole perder el equilibrio, máxime cuando el venerable diablo se ve sorpresivamente privado de la visión al caérsele la txapela encima de los cuernos y tener sus pezuñas delanteras inmovilizadas por la estrechez del “kaiku” lo cual le imposibilita el protegerse en la caída. Por todo ello, tiene la cabeza tumefacta y un cuerno astillado como si hubiese sido sometido a un afeitado en una plaza de toros de pueblo. Belcebú lo celebra con risotadas, mientras los taimados Lucifer y Mefistófeles esbozan una mueca temerosos de provocar las iras del jefe. La verdad es que la “plana mayor demoniaca” está muy dividida ante la decadencia del “Príncipe de las tinieblas” que se aferra al puesto “como un cojo a su muleta”. Todos envidian los sistemas democráticos tan en boga en la tierra. En un lado los “coros infernales”, bajo la experta batuta de Monseñor Setién, ensayan una vez más distintas “melodías abertzales”, destacando la muy conocida de “ZAMBOMBAZO, ZAMBOMBAZO Y OTRO CUARTEL AL CARAJO” tantas veces entonada por estos “liberales” como colofón de sus copiosas comidas. Y hablando de comidas, Asmodeo prepara a la brasa unas hermosas chuletas de Bérriz, que presentará acompañadas con pimientos de Zaldu asados, aprovechando el fuego resultante de la cremación de un líder político del nuevo mundo. También estaba programado un concierto de Txistu y Txalaparta que fue posteriormente suspendido ante la presión ejercida por el “defensor del condenado” alegando que el acto suponía una cruel tortura innecesaria para los que ya sufrían el fuego eterno. En el taller de imprenta demoniaco los diablillos se afanan en la encuadernación de un texto que recoge los delirios racistas del ínclito D. Sabino. Para este menester se ha seleccionado una lujosa “piel de maqueto” que, al decir de los expertos, es la más idónea para estos usos por haber sido curtida lentamente por el sol de Castilla y, es que, últimamente la tecnología de aprovechamiento del sacrificio y despiece del maqueto ha evolucionado mucho y sus productos no sólo se destinan a la elaboración de jabón.

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En otro orden de cosas. ¡Ha muerto el “Padre Arzallus”! jesuita renegado, recolector agrícola (unos agitan el árbol y otros cogen las nueces).

Padre selectivo y mentor indulgente de la “kale borroka” (Los chicos de la gasolina ¿recuerdan?). Según he leído, en sus tiempos de estancia en Alemania, era conocido en los ambientes que frecuentaba como “el nazi” y no es que el buen señor no amase a sus “hijos en Cristo” (PREFIERO UN NEGRO QUE HABLE EUSKERA QUE UN BLANCO QUE HABLE ESPAÑOL) Con esta frase antológica confiesa su pensamiento ecuménico de amor universal y no es por casualidad que fuese jesuita, pues no hemos de olvidar que cuando Carlos III expulsó de España por sus intrigas políticas a tan venerada Orden, ningún país mediterráneo les prestó asilo y hasta el Papa CLEMENTE XIII (no el del Palmar) les mostró amenazador las bocas de sus cañones para disuadirlos de desembarcar en los Estados Pontificios.

En fin, descanse en paz este “noble gudari” con olor a cera e incienso, que no dudó en hacernos la puñeta, en primer lugar, a mis queridos amigos vascos y en segundo, a todos los que estudiamos en Bilbao, maravillosa ciudad, que él convirtió en algo sórdido ejerciendo presión social sobre el grupo de paletos que le seguían.

Pronto su rubicundo perfil mussoliniano dejará de acompañarnos en los telediarios y, el mundo hipócrita y superficial jugará a la bonhomía poniéndolo por las nubes ¡Sic transit gloria mundi! Lo que sí es innegable es que tendrá un lugar en la historia doméstica junto a los Puigdemont, los Ibarretxe y los Rovira ¡Loados sean! Con su fallecimiento se pone fin a una cantera de políticos aberrantes formados en los seminarios, que supieron compaginar sus principios religiosos con las actividades menos santas de los terroristas y es que “todos tenemos sitio en la casa del Señor”. Sólo le deseo que descanse en la misma paz que él nos procuró en vida.

Ahora que ya es sólo el recuerdo de un dictador en ciernes, henchido de odio y rebosante de soberbia ¡qué viva eternamente en el más allá, rodeado de negros que hablen euskera y de maquetos que trabajen para el engrandecimiento de la economía vasca!

Autor

REDACCIÓN