23/11/2024 14:28
Getting your Trinity Audio player ready...

Pena. Mucha pena, le da a un ciudadano normal que lucha por sobrevivir, que paga sus impuestos… le produce declaraciones como estas de la Juez doña Mercedes Alaya Rodríguez. Da pena pensar que el Poder Judicial, que la Constitución dice que debe ser independiente, haya caído tan bajo y que hoy sea un simple bocadillo para los grandes Partidos (y ya hasta de los pequeños). ¿Cómo puede confiar un ciudadano en la Justicia si los Jueces los nombran a dedo los que no creen en la Justicia? ¿Cómo puede detenerse un Golpe de Estado como el que se está produciendo en Cataluña y el País Vasco con Jueces nombrados a dedo por los mismos que se sublevan? ¿Cómo pueden dictar sentencias los Jueces sabiendo que detrás vienen los indultos y las risas, y las risotadas de los condenados a cárcel?

Pues, con pena les reproduzco estas palabras que he encontrado en “Mediterráneo Digital” y les prometo que haré todo lo posible para encontrar el texto de dicha conferencia que se produjo en el Ateneo de Madrid.

La conferencia CENSURADA de la juez Alaya: así controlan los políticos la Justicia en España

Es uno de los pilares básicos sobre los que se sustenta toda democracia y nuestro Estado de derecho: la separación de poderes y la independencia judicial. Mercedes Alaya, más conocida como la jueza Alaya, famosa por el mediatizado caso de los ERE de Andalucía o el caso Mercasevilla, ha denunciado públicamente en una conferencia la progresiva politización de la justicia que vive nuestro país.

Aunque es un asunto conocido por gran parte de la sociedad, Alaya ha querido volver a poner el foco en esta gravísima situación, que nos aboca irremediablemente hacia un peligroso callejón sin salida. Sin independencia judicial y con la prensa regada y amordazada por el mantra de las subvenciones de dinero público, los tentáculos de nuestra partitocracia controlan ya todas las esferas de poder.

En una conferencia ofrecida este mes de junio en el Ateneo de Madrid, junto con Jesús Villegas, magistrado y autor del libro ‘El poder amordazado’, la dama de hierro de la justicia española, ha hablado claro y sin censura, y ha hecho unas explosivas declaraciones que han pasado, voluntariamente o no, prácticamente desapercibidas por los grandes medios de comunicación nacionales.

«El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) es un miniparlamento, allí los partidos se reparten los nombramientos de los vocales», denunció directamente la juez Alaya.

 

LEER MÁS:  Yo soy un “piolin” de los de Cataluña. Por Julio Merino

«El poder político se extiende a las más altas esferas del poder judicial. Los vocales son nombrados por su ductilidad», aseguró sin tapujos. La importancia de que los miembros del CGPJ sean elegidos por los políticos repercute en todas las capas de la judicatura.

«Del CGPJ emanan muchos nombramientos discrecionales: presidente del Tribunal Supremo, vicepresidente del Tribunal Supremo, presidente de sala, los magistrados que componen la sala del Tribunal Supremo. A su vez, los presidentes de los tribunales superiores de justicia que nombran a los instructores para investigar los casos de corrupción. Además del presidente de la Audiencia Nacional y todos los presidentes de las audiencias provinciales, todos esos cargos son designados políticamente».

Una acusación que pone los pelos de punta.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
Últimas entradas
LEER MÁS:  Irene Montero y las miradas lascivas. Por Ignacio Fernández Candela