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El quid de la cuestión del Discurso de este año va a estar en lo que SM diga sobre

 

LA UNIDAD DE ESPAÑA

ya que los españoles quieren saber, necesitan saber, esta NOCHEBUENA

si el Rey se mantiene o no en el Discurso del 3 de octubre del 2017

¿SÍ NO?

porque todo lo demás, incluida una referencia a la TRANSPARENCIA (por lo de su padre) se da por añadidura.

 

Expectación es poco. En todos los años que llevo oyendo los discursos de los Reyes (de Don Juan Carlos y de Don Felipe) nunca había visto la expectación que hay por el de este año. Lo cual demuestra que el país está nervioso y que las dos Españas viven pendientes de lo que diga o haga el Rey de España.

 

Los independentistas y la España roja están incluso presionando para que el Rey se manifieste claramente contra los “líos económicos” de su padre y no porque les interese la persona de Don Juan Carlos, sino, porque ellos saben muy bien lo que quieren, que a la postre es cargarse la Monarquía y traer la República (la República socialista-comunista que ya tienen planificada) y pida perdón por su discurso del 3 de octubre de 2017, que no le perdonan… así que como el Rey no se manifieste clara y rotundamente en estos dos aspectos al día siguiente tendrá a los lobos ladrándole y comiéndole los tobillos. Porque, sobre todo el podemita Iglesias, no tiene límites en su ambición (y el pobre Pedro, que solo aspira a mantenerse en la Moncloa, no puede hacer nada si quiere seguir en el Gobierno) y no se va a parar en barras antes de establecer no ya su República, sino la Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas (porque el nombre de España lo tiene borrado de su mente).

 

En la otra orilla del río (el río que cantara Federico García Lorca) está la otra España, y esos españoles también están ansiosos de ver y escuchar al Rey este año. Confiados y esperanzados en que el Rey ponga los puntos sobre las íes a las ambiciones de ruptura de España de las Izquierdas y se manifieste clara y frontalmente a los independentistas. Y estoy seguro que si la Nochebuena el Rey pide perdón y se retracta de su discurso del 3 de octubre de 2017 aquí puede haber una rebelión civil.

 

Por tanto, difícil papeleta tiene su Majestad el Rey Don Felipe por delante. O conforma a unos o conforma a otros… y no puede andarse por las ramas (como desearía la bella Inesita) porque, desgraciadamente, en la España de hoy, otra vez, ya no hay Centro (por ello estamos, y puede verse a simple vista, donde estuvieron los españoles de 1936).

 

Es cierto que  -como escribe el “Público” – “los pronunciamientos de Felipe VI sobre la crisis catalana han evolucionado desde el discurso que pronunció aquel 3 de octubre sobre la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) hasta hoy… cuando Felipe VI tuvo el tono más duro sobre la crisis de Cataluña fue en un contexto histórico de crispación tras la llamada a las urnas para que los catalanes decidieran sobre la relación con España. En su intervención de entonces acusó a los independentistas de “deslealtad inadmisible” y espetó que se había “vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente” y que se había roto “la armonía”…

 

Con gesto serio, el jefe de Estado criticó «a determinadas autoridades de Catalunya» y no hizo en ningún momento referencia al diálogo entre las partes. Tachó la situación de «extrema gravedad» y advirtió que los «legítimos poderes del Estado» debían asegurar «el orden constitucional» y la «permanencia de España».

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La posición del monarca sobre este asunto se ha modificado con el paso del tiempo. En el discurso que pronunció la pasada Nochebuena, Felipe VI rebajó el tono en lo que se refiere a la cuestión catalana y ha ido añadiendo referencias a la convivencia y al diálogo, siempre dentro del orden constitucional.

 

En un discurso destinado principalmente a los jóvenes, el rey hizo hincapié en «la cohesión de España» y llegó a repetir la palabra «convivencia» hasta siete veces, sobre la que dijo que «siempre es frágil, no lo olvidemos», y que «es el mayor patrimonio que tenemos los españoles». Insistió: «Exige el respeto a la Constitución». Además, cuando enumeró los problemas que preocupan a los españoles, citó en primer lugar la «cohesión social y territorial».”

Pero han pasado ya 3 años y el problema catalán no solo no se ha resuelto sino que ha ido a más, a mucho más, porque ya tanto Esquerra como los Torras y los Puigdemont hablan pública y descaradamente de la independencia… y ahora con más peligro, puesto que les defiende y se ha puesto a su lado, e incluso ha cogido su bandera el mismísimo Pablo Iglesias, hoy Vicepresidente del Gobierno.

 

Lo cual quiere decir que si el Estado no se pone en su sitio (y el Rey es el símbolo del Estado), la ruptura de España será muy pronto una realidad. Tal vez, como se rumorea en los pasillos de los podemitas, para el 14 de abril de 2021. Y por eso hay expectación, gran expectación, ante el discurso de Felipe VI esta Nochebuena… y por eso reproducimos, una vez más, el famoso discurso del 3 de octubre de 2017, porque va a depender mucho del futuro inmediato de España la postura que adopte el Rey en relación con los independentistas. Pasen y lean y relean y se darán cuenta de la importancia que va a tener el discurso de su Majestad el Rey de esta Nochebuena del 2020.

 

 

 

 

Mensaje de Su Majestad el Rey

Palacio de La Zarzuela, 3 de octubre de 2017

Buenas noches,

Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles. Todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Cataluña, con la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada −ilegalmente−la independencia de Cataluña.

Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno. Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña. Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando ─desgraciadamente─ a dividirla. Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada. Esas autoridades han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles; y con su conducta irresponsable incluso pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España.

En definitiva, todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña. Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común.

Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía.

Hoy quiero, además, transmitir varios mensajes a todos los españoles, particularmente a los catalanes. A los ciudadanos de Cataluña –a todos− quiero reiterarles que desde hace décadas vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley. Porque, como todos sabemos, sin ese respeto no hay convivencia democrática posible en paz y libertad, ni en Cataluña, ni en el resto de España, ni en ningún lugar del mundo. En la España constitucional y democrática, saben bien que tienen un espacio de concordia y de encuentro con todos sus conciudadanos. Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos.

Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza. Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos. Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad. Así hemos ido construyendo la España de las últimas décadas. Y así debemos seguir ese camino, con serenidad y con determinación. En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña.

Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España.


Felipe R.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.