21/11/2024 19:43
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Señores, fui Director del “Diario de Barcelona” el año de la “salida del armario” del catalanismo de Jordi Puyol y la retirada de  la política del honorable Presidente Tarradellas y desde entonces he seguido día a día el avance gradual de aquel nacionalismo incipiente y su evolución primero al soberanísmo secesionista y luego al independentismo exultante y radical de hoy.

 

Y si entonces, 1980, no entendí el pesimismo del caballero (porque además de inteligente, era un caballero) Tarradellas cuando me decía:

 

—Señor Merino, no lo dude, estos locos llevarán a Cataluña, otra vez, si siguen el camino que ya han iniciado, al desastre de 1934 y a la guerra del 36. Puyol es un enano y un corrupto… hoy, pasados 40 años, y viendo lo que hemos visto con los indultos y lo que estamos viendo con el Presidente del Gobierno de España, convertido por ambición personal en abogado defensor y conductor, incluso, del “Procés” independentista le doy toda la razón: estos locos van a conseguir la independencia de Cataluña… salvo que se lo impidan las Fuerzas Armadas del Estado Español, o sea, el Rey y sus generales.

 

Pero, por la gravedad de la situación me veo obligado a reproducir los artículos que escribí sobre el tema durante los últimos 10 años, al menos para que se vea que algunos vimos llegar el lobo que llegaba y ha llegado.

 

El primero se publicó el 13 de noviembre del año 2009 y el título abierta y claramente decía:

 

“Cataluña será independiente”

 

Como decíamos ayer (fray Luis de León a la vuelta a su cátedra de Salamanca tras cinco años de cárcel) Cataluña será independiente a no tardar mucho. Porque ahora, tras seis intentos fallidos en los últimos tres siglos, lo tiene a huevo. Si no hay un Estado de Derecho, si el Tribunal Constitucional es como si no existiera, si no hay Ejército, ni Iglesia, ni Sindicatos, si la situación económica es tercermundista, si no hay Gobierno y el Estado de las Autonomías ya es un cáncer en fase terminal, si los Partidos Políticos son una farsa electoral y la Corona mira hacia otro lado, si la clase media es un recuerdo y los grandes Bancos hacen su agosto y los ricos son cada vez más ricos, si el Parlamento es un Rastro de compraventa de votos… y encima el Presidente del Gobierno se ha vuelto loco y sigue al pie de la letra aquella máxima de Séneca de que «a cualquier precio el Poder jamás es caro» (Este Zapatero, como un Fausto de tercera división, vende su alma al diablo cada mañana a cambio de seguir en la Moncloa)… si así están las cosas Cataluña, esta vez sí, logrará la Independencia soñada, ya que además el resto de España está hasta las pelotas del «problema catalán».

 

Pero, antes de detenernos en el momento actual todavía hay que volver la vista atrás (Memoria Histórica) y repasar lo que fue el Estatuto de Nuria, aquel con el que Cataluña quiso lograr su independencia durante la Segunda República.

 

Veamos. Como es sabido el 14 de abril de 1931 cayó la Monarquía y se proclamó la República. Bueno, pues no se había asegurado todavía el nuevo Régimen el control del Poder cuando el Presidente Maciá salió al balcón del palacio de San Jaime y proclamó la República de Cataluña y el Estat Catalá, o sea la independencia de Cataluña. Naturalmente, el Gobierno Provisional de Madrid reaccionó y de inmediato envió a tres de sus ministros a Barcelona para frenar las ambiciones independentistas de la Esquerra republicana. Maciá, ante la contundencia de los representantes del Gobierno Provisional, pero Gobierno de España,

Autonomía la que queráis, Independencia guardia civil y ejército,

 

dio marcha atrás y se conformó con hacer un Estatuto de pleno autogobierno. Sí, respondió el Gobierno central, pero primero tenemos que hacer la Constitución Republicana. Después hablaremos del Estatut catalán y de los que vengan. Pero, Maciá, lanzado ya como estaba por la independencia, consiguió redactar un texto de Estatut, que estuvo listo en tres meses. Fue el Estatuto de Nuria (así llamado por haberse redactado y consensuado en el valle de Nuria, en el Pirineo Oriental catalán). (1). Un Estatuto que constaba de 52 artículos y se levantaba sobre dos columnas vertebrales: «Cataluña es un ESTADO autónomo dentro de la República española» y » El catalán será la lengua oficial y UNICA de Cataluña».

 

Y Maciá fue más lejos, pues sin consultar con el Gobierno de España, celebró un plebiscito a nivel «nacional» de Cataluña para que lo votasen los catalanes. Aquel simulacro de referéndum se celebró el 2 de agosto de 1931, en pleno verano, con una participación del 75 % de participación y unos resultados increíbles, ya que lo ratificaron un 99,45 % de los votantes.

 

Pero, llegado a Madrid el Gobierno Provisional, que todavía presidía Alcalá Zamora, lo aparcó «hasta que se terminara y aprobara la Constitución del Estado». Y aparcado estuvo más de un año. Hasta que en agosto-septiembre de 1932, y siendo ya Presidente del Gobierno, don Manuel Azaña, las Cortes generales, las mismas Constituyentes, lo discutieron artículo por artículo y con grandes debates. Por fin, el Estatut fue aprobado el 9 de septiembre de 1932, por 314 votos a favor y 24 en contra. Pero ¿qué Estatut aprobaron las Cortes republicanas? De momento, los 52 artículos que llegaron de Barcelona se quedaron reducidos a 18, ya que el Tribunal de Garantías Constitucionales (el hoy Tribunal Constitucional) vio inconstitucionales la mayoría de ellos. Y se habían carga- do los dos objetivos básicos de los catalanes, lo del Estado y lo de la Lengua. El artículo 1 quedó redactado así: Cataluña se constituye en región autónoma dentro del Estado español. Su territorio es el de las provincias de Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona en el momento de aprobarse este Estatuto». Y el artículo 2 así: «El idioma catalán es, como el castellano, lengua oficial en Cataluña. Para las relaciones de Cataluña con el resto de España, así como para la comunicación de las autoridades del Estado con las de Cataluña, la lengua oficial será el castellano. Toda disposición o resolución oficial dictada dentro de Cataluña deberá ser publicada en ambos idiomas… Dentro del territorio catalán, los ciudadanos, cualquiera que sea su lengua materna, tendrán derecho a elegir el idioma oficial que prefieran. etc.»

 

¡¡Y los políticos catalanes pusieron el grito en el cielo¡¡… y la Ezquerra levantó públicamente la bandera de la independencia total. (De ahí que tan solo 2 años después, muerto Maciá y con Companys como Presidente de la Generalitat, aprovechando la sublevación promovida por el PSOE de Largo Caballero, declarara otra vez, y desde el mismo balcón del Palacio de San Jaime, el ESTAT CATALAN, o sea la Cataluña Independiente de España.

 

Bueno, y así, y con este antecedente, ponemos hoy punto final. Ahora toca hablar de la situación actual. Lo haremos en un próximo artículo. CATALUÑA SERA INDEPENDIENTE (3).

 

Julio MERINO

13/11/2009

 

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Unos meses después volví al tema y escribí:

 

ENTRE ESPARTERO,

LA REPÚBLICA Y EL 155

Miren ustedes, lo digan o no lo digan, unos por miedo, otros por cobardía o intereses electorales y aquellos por conveniencias económicas, la realidad de Cataluña al día de hoy es la que es. La clase dirigente catalana se planteó un nuevo Estatuto de Autonomía, lo presentaron en el Parlamento y lo aprobaron por mayoría, luego lo sometieron a Referéndum y aunque por una mayoría vergonzante (sólo votó el 44 por ciento) también fue aprobado. Después el señor Presidente del Gobierno central (o sea, el señor Rodríguez Zapatero) les prometió que las Cortes generales aprobarían «lo que viniese de Cataluña» y el asunto llegó, por iniciativa del PP, al Tribunal Constitucional, máximo organismo para deslindar lo que es constitucional de lo que no es. Y así llevamos tres años. Los catalanes insisten, erre que erre, en que «su» Estatuto tiene que ser aprobado tal como vino de Barcelona, aunque sea anticonstitucional, y el Tribunal dando largas a su veredicto porque saben que no pueden aprobar algo que va contra la Constitución sin llenarse de oprobio y deshonor. Así las cosas hay que hablar claro (cosa que no hace nadie, ni el PP del señor Rajoy) y analizar las posibles salidas. Veamos supuestos:

 

Que el Tribunal Constitucional rechace el Estatuto que llegó de Barcelona y diga por las claras que es anticonstitucional. ¿Qué pasará entonces? Pues, por lo que vienen anunciando los Poderes políticos catalanes, las Instituciones y hasta la prensa subvencionada… eso puede ser una afrenta total a Cataluña y en consecuencia causa de ruptura con España.

 

Que el Tribunal Constitucional, bajo la presión del Gobierno central, las Instituciones y la prensa catalanas, se arruguen y prefieran dar por válido un texto que claramente va contra la constitución. ¿Qué pasa entonces? Pues, pasa, tendrá que pasar, que se dé por finiquitada la Constitución del 78 y el Estado surgido de aquel consenso y empezar de nuevo. Pero, ojo, si se empieza de nuevo habrá que replantearse hasta la misma Monarquía y el Estado de las Autonomías.

 

Que el Tribunal Constitucional, para intentar quedar bien con todos, Gobierno Central y Cataluña, se saque un conejo de la manga y arbitre una fórmula neutra que satisfaga a todos, o salve la cara de unos y de otros. O sea, un pastel de corta duración.

 

Esta es la situación. Ahora repasemos la Memoria Histórica y veamos las fórmulas con que ha sido tratado el «problema catalán» a lo largo de los dos últimos siglos y la posible solución democrática y constitucional.

 

En noviembre de 1842, siendo Regente del Reino el general Espartero, Barcelona se sublevó contra el Gobierno central y quiso proclamarse independiente. ¿Y qué hizo el héroe que puso punto final a la primera Guerra Carlista en el famoso abrazo de Vergara? Pues, el general y cinco veces grande de España por su impecable y victoriosa carrera militar, se plantó en Barcelona con toda la artillería posible y sin dudarlo emplazó los cañones y comenzó a disparar sobre la ciudad rebelde. Naturalmente Barcelona se rindió ante la fuerza bruta e hincó la rodilla. Fue entonces cuando el laureado general y Regente del Reino (años después incluso le ofrecieron la Corona de España que no aceptó) dijo aquella frase que quedó para la Historia: «ESTA CLARO, A BARCELONA HAY QUE BOMARDEARLA AL MENOS UNA VEZ CADA 50 AÑOS PARA QUE NO HAYA PROBLEMA CATALAN».

 

Pasaron casi cien años y en 1934 volvió a resurgir el «problema catalán». España ya era una República. Entonces el presidente de la Generalitat, el señor Companys, se sublevó y proclamó por su cuenta el «Estat Catalán», o sea la in- dependencia de Cataluña. ¿Y qué hizo la República?. En la Historia está. La tarde noche del 6 de octubre el ministro de la Guerra, con el beneplácito del Presidente del Gobierno e incluso el de la República, llamó al capitán general de Cataluña, a la sazón el general Batet, y le dio una orden terminante: «GENERAL, EL GOBIERNO LE DA A USTED SEIS HORAS PARA QUE ACABE CON ESO DEL «ESTAT CATALAN», AUNQUE SEA A CAÑONAZOS». Y el general, cumpliendo órdenes, acabó con la proclamada independencia en tres horas y media y doce cañonazos.

 

Llegados aquí, y es lo que hay que recordar en estos graves momentos que vive España por el «problema catalán», a la memoria de cualquiera se viene la actuación del presidente americano Abrahan Lincolm cuando los Estados del Sur quisieron declararse independientes. Porque aquel demócrata a prueba de bombas (y por ello acabó asesinado poco después) puso por encima de todo, hasta de la PAZ, la indisoluble UNI- DAD de la Nación americana. «Prefiero la Guerra a la ruptura de la Unión de los Estados Unidos de América». Y sin ir más lejos algo parecido sucedió en España en las postrimerías de la Casa de Austria. Se moría sin descendencia Carlos II, el Hechizado, y las potencias europeas luchaban por la Corona de España y su Imperio (todavía quedaba el Imperio de las Américas). Luis XIV fue más pillo y amenazó al pobre diablo de Rey con anexionar- se para Francia los territorios por encima del Ebro si no hacía testamento a favor de su nieto, el duque de Anjou, y el enfermo y corrompido monarca firmó «la muerte de Manolete». Eso sí, con una condición: «MANTENER POR ENCIMA DE TODO LA UNIDAD DE ESPAÑA». Y algo parecido dijo el Rey Alfonso XIII, ya en el exilio, a Gil Robles: «POR ENCIMA DE TODO, NO LO OLVIDEIS, ESTÁ LA UNIDAD DE ESPAÑA».

 

Dicho esto, y cien ejemplos más que están en la Historia, sólo cabe sugerirle al actual Presidente del Gobierno (si es que todavía le queda algo de cerebro) es que sin llegar a los extremos del general Espartero ni a los del republicano Lerroux, la Constitución vigente le da un arma poderosa para poner límite a las ansias independentistas de los actuales dirigentes catalanes. Me refiero al artículo 155 de la Carta Magna, que dice: «1)Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla el cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general. 2) Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas».

 

Señores, esto está claro. El Gobierno tiene que tener ya preparada y pactada si lo necesita la aplicación del artículo 155 para el día siguiente al fallo del Tribunal Constitucional. O eso, o a esperar la llegada del general Espartero o la Tercera República.

 

Julio MERINO

01/02/2010

 

LEER MÁS:  Jordi de la Fuente: "Vox va a entrar con fuerza en el Parlamento de Cataluña y ya nada volverá a ser igual". Por Javier Navascués

 

Como se ve ya indicaba yo que una de las posibilidades para detener el avance del independentismo era la aplicación del 155. Cosa que al final hizo el Gobierno el 27 del 10 de 2017, o sea,  7años más tarde, 7 años que pudieron ser decisivos y no lo fueron por la miopía y la “moderación suicida” del señor Rajoy y su ciega vicepresidenta Soraya Sáez de Santa María.

 

“A PARTIR DE HOY YA NO SEREMOS ESPAÑA”

 

Demostrado ha quedado en los artículos anteriores que «el problema catalán» viene de antiguo y que las ansias independentistas no son de hoy, pues llevan más de tres siglos queriendo ser independientes de España. Es verdad que cuantas veces lo intentaron la fuerza el tiro les salió la culata. Pero, ahora las cosas juegan a su favor más que nunca y a hechos pasados próxos me remito: cambiaron el Estatuto y se autodefinieron como Nación; se han reído de la Constitución y le están haciendo un corte de mangas al Tribunal Constitucional; relegan o persiguen la lengua española; tienen cogido los cataplines al Gobierno Central (y en especial al «vende Españas» señor Zapatero); abren embajadas en el extranjero; queman la bandera de España y hasta se mofan de la Monarquía y queman fotografías del Rey; tratan al Estado como si ya fuesen otro Estado… ¡¡¡y aquí no pasa NADA!!! Es más ya ni lo ocultan, como ha dicho con motivo de la Diada de este año el jerifalte de ERC: «Esta Diada va a ser un antes y un después, un punto de no retorno. Para Cataluña no hay futuro en España. Aquí se cohabita bien, pero para  ser como somos hay que estar fuera de España. A PARTIR DE HOY YA NO SEREMOS ESPAÑA». Aquí sólo falta ya que una mañana salga al balcón del Palacio de San Jae el actual Presi- dente de Cataluña (¡un andaluz, qué curioso¡) y proclame, como en 1931 el presidente Maciá y en 1934 el presidente Companys, la REPUBLICA  DE  CATALUÑA  y el ESTAT CATALA. Y seguro que no pasaba nada. Porque entre unos y otros han conseguido que España sea ya un cuerpo sin vida. El resto de España ya sólo piensa en vivir lo mejor posible, mientras dure «esto».

 

Ahora bien ¿y qué debe hacerse en esta situación o cómo debe orquestarse la Independencia de Cataluña? (¡Ah!, y que no se me diga que la mayoría de los catalanes no están por la Independencia, que esa mayoría está más callada que una puta y ya se sabe: quien calla otorga).

 

En mi criterio el Gobierno Central (si queda Gobierno Central) o el Estado (si queda Estado) debería convocar con urgencia dos REFERENDUM: uno a nivel de Cataluña y otro a nivel del resto de España… y con una sola pregunta para los dos: ¿QUIERE USTED QUE CATALUÑA SEA INDEPENDIENTE? Eso sí, la consulta oficial (incluso con observadores de la ONU presentes) tendría que hacerse con una semana de diferencia: primero la catalana y luego la española. Naturalmente de las urnas podrían salir cosas variadas. Supongamos. Por ejemplo: 1) Que en Cataluña gane el «SI» y en el resto de España gane el «NO». ¿Estaría entonces el Gobierno Central dispuesto   a   acabar   con   los   deseos   del   pueblo catalán?

 

¿Tendría  el   valor   de  aplicar   el  155   de  la   Constitución?

 

¿Aplaudirían el resto de los españoles el uso de toda la fuerza del Estado? Ahí queda eso. «2) Que en Cataluña gane el «NO» y lo mismo en el resto de España. ¿Qué haría el Gobierno si las autoridades autonómicas persisten en sus ambiciones? Ahí queda eso. 3) Que en Cataluña gane el «SI», pero en el resto de España también gane el «Si»,(cosa que bien podría suceder, cansados ya como están los españoles del «problema catalán»).

 

Conclusión:   CATALUÑA   SERA   INDEPENDIENTE   A  NO TARDAR MUCHO... y tal vez sea lo mejor que le pueda pasar  a esta España. Para salvar la vida a veces no hay más reme- dio que extirpar la parte que está enferma. Y esto no lo dice este humilde Averróes de hoy, esto lo dijo hace casi mil años el otro Averróes, el cordobés, refiriéndose a los Reinos de Taifas que acabaron con el Califato (lo que le costó, cierto, un largo destierro). Y si alguien tiene dudas que consulte el in- forme secreto de la CIA sobre el futuro de Cataluña y Euskady. Pero, ojo, si Cataluña consigue la Independencia que el «Barca» juegue la Liga catalana (¡es una broma¡). Lo ha dicho Puigcercós: «A partir de hoy ya no seremos España» (El «Mundo» septiembre 2010).

 

Julio Merino

13/09/2010

 

Señores, han pasado 10 años  y como hemos visto hoy mismo en el Congreso de los Diputados el “problema Catalá”  ya no tiene arreglo por la vía del dialogo y menos con un Presidente del Gobierno cuya aspiración, cuya ideología, cuyo programa político es único: mantenerse en el Poder, seguir en la Moncloa  y con su “Falcon” en la puerta y el BOE a su disposición.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.