22/11/2024 05:30
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Daniel Andrews, el Primer Ministro del estado australiano de Victoria, se ha pasado los dos últimos años convirtiendo Victoria en un estado policial. El menoscabo que ha causado ha sido brutal, económica, social e incluso médicamente. Miles de empresas se han arruinado y el Estado se ha endeudado hasta límites desaforados: de 29.000 millones en 2019 a unos 155.000 millones que se prevén, como mínimo, en 2023. Los problemas de salud mental, espectaculares dígitos, debido a los dos años de salvaje y absurda represión y al hecho, clave, de que a muchos se les ha impedido recibir el tratamiento médico que necesitan debido a la atención exclusiva prestada a un virus que no existe.

No diga político, diga terrorista de masas

El psicópata Andrews, adelante con su tiránico dislate totalitario. Acaba de llevar a su parlamento una ley que transforma Victoria en un estado explícitamente policial, cual Bozalistán/España, apuntalando del todo lo que lleva sucediendo en el planeta entero desde hace más de año y medio. En el estado australiano de Victoria, un sin vivir.

El proyecto de ley de Salud pública, bienestar y gestión de pandemias, nombre de la terrorista legislación, habilita al Primer Ministro declarar una pandemia aunque no la haya. Sólo tiene que pensar que puede haber una. En tal situación puede asumir el control personal total del Estado y de su población. Puede aislar partes del territorio o en su totalidad e impedir que la población entre o salga del mismo. Secuestros domiciliarios o lo que le pete. Y desde luego, puede ampliar los cierres sin límite.

La aplicación de la ley estará en manos de los maderos y de los “agentes autorizados”, sic, traduzcan milicias auxiliares de matones y mamporreros covidiotas varios. La gente puede ser durante un periodo de dos años, en principio, y tendrán que pagar el coste de su propia detención en el gigantesco campo de internamiento que se ha construido en Mickleham, en las afueras de Melbourne (y Sanchinflas en Orihuela preparando el suyo). La legislación permite a la policía hacer un “uso razonable de la fuerza” cuando le toque auxiliar, por ejemplo, al sicariato gubernamental cuando los malos malos “negacionistas” sean detenidos.

Campos de concentración covid…y crédito social chino

Recordemos que el campo de concentración (¿de exterminio?) covid de Mickleham tiene capacidad para albergar a miles de personas. Las probables víctimas de este campo de concentración australiano serán los resistentes o disidentes, políticos o sanitarios, por los «supuestos peligros» para la salud. Maltratados por los políticos y los comentaristas de la inmensa mayoría de los mass mierda, excluidos casi todas las actividades normales de la vida cotidiana, los disidentes sanitarios se han convertido ya en parias sociales. Los engañados sumisos comepollas y lameanos lo verán bien: merecen ser encerrados. Mickleham, por ejemplo.

La ley también prevé un sistema de puntos para castigar el mal comportamiento, cual aciago crédito social chino, implantándose pronto en el Reino Unido. Los particulares y empresarios que no obedezcan a un mamporrero autorizado “perderán puntos” si la infracción se considera grave. Y, por supuesto, la gente puede ser detenida en función de sus características, atributos y circunstancias evaluadas por un “funcionario autorizado”, no por un juez. De esa manera es posible la detención de cualquier persona por cualquier motivo. Discrecionalidad y arbitrariedad absolutas.

Se puede exigir a los detenidos que se sometan a pruebas médicas y se puede prolongar su detención si se niegan a aceptarlas. Si no pueden pagar el coste de su detención durante algún tiempo, serán multados. Todas las órdenes pueden ser ampliadas o modificadas sin límite por el Primer Ministro o el por ministro de Sanidad.

La policía también puede entrar en las viviendas o en cualquier clase de instalaciones sin orden judicial. Se puede extraer información de las personas detenidas, no sólo nombres y direcciones, sino “cualquier otra información” que necesite un “funcionario autorizado”. Y las despiadadas torturas funcionarán a lo grande, sin cortapisas, agrego. Y, desde luego, las reuniones públicas y privadas pueden ser prohibidas y los negocios cerrados por decisión de un «funcionario autorizado»…

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…Enfrentarse a los terroristas de estado

…En Australia, en España, o donde les toque. Solo queda enfrentarse abiertamente contra semejantes TERRORISTAS. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.