25/11/2024 09:10
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Estoy leyendo ya el último libro que ha publicado Alfonso Guerra y les aseguro que me estoy rebelando contra mí mismo pues estoy descubriendo que yo soy un guerrista sin saberlo o él es a sus años más “Merinista” que “Guerrista”. El hecho es que este hombre sabe escribir, cautiva con lo que dice y además es sincero. De entrada dice: “Señores, el autor de este libro soy yo, otros podrán firmar lo que quieran, pero yo solo firmo lo que yo escribo”.

Conocí a Alfonso Guerra en los primeros días de la Transición. Me lo presentaron una tarde a la entrada del Diario “Pueblo”, en la calle Huertas, mi compañera Julia Navarro, pero fue un saludo de compromiso y nunca más volví a hablar con él. Pero sí seguí toda su trayectoria política, antes de entrar en el Gobierno, en el Gobierno y después de su salida del Gobierno.

En muchas cosas estuve en desacuerdo con él en aquellos tiempos, muchas, tal vez equivocadamente, porque lo que yo creí que iba a ser una Revolución comunista rápida se quedó en un socialismo moderado e inteligente… y como entonces me dio por leerme las obras completas de Julián Besteiro comprendí que había un socialismo tan español o más que toda la Derecha española.

Es verdad que al final se cumplió aquello que dijo de que “en 10 años dejaremos a España tan cambiada que no la conocerá ni la madre que la parió”.

Pero, los años pasan y pasan para todos y solo los tontos se quedan como estatuas de sal en el camino.

Durante muchos años me he ido convenciendo de que Alfonso Guerra es un personaje de primera fila, quizás único, ingenioso y cuando quiere agresivo y hasta soez.

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Varias cosas he anotado ya de su libro. Entre ellas cuando dice que más importante que sacar los Presupuestos de un año para una Legislatura es mantener la dignidad de España. En dos asuntos centra su especial atención: el peligro que corre la Monarquía y los intentos de algunas Comunidades que quieren separarse del País.

 

A ese respecto, ha especificado otra advertencia más: «Aquellos que se muestran comprensivos con los que proclaman la independencia, deberían darse cuenta de que, si se llega a dar el caso de que eso se constituyera en Cataluña como una realidad jurídica, no tardaría en suceder lo mismo en el País Vasco, y después en Baleares, y así, hasta llegar a 17 estados pequeños, en lugar de una única España». Y ha lamentado que «son pocos los que quieren ver que la política española se desliza hacia una realidad en la que la propia Constitución que la sustenta está en crisis». «Al principio los ataques al sistema no suelen ser atendidos, y cuando se quieren atacar, ya suele ser demasiado tarde. Es necesario que los dirigentes adviertan los peligros y traten de pararlos». «Ahora parece que da vergüenza decirlo, pero la Constitución española es una buena Constitución».

En resumen, que tengo que leerme el libro completo y que les aconsejo que lo lean. Les aseguro que leyendo a Alfonso Guerra me han dado ganas de ir a la Moncloa y sacar al señor Sánchez y mandarlo directamente al exilio. Porque lo que está haciendo el señor Sánchez con España, como bien refleja Alfonso Guerra, es un delito tan gordo, tan grave, que ya como dice Jesús Cacho, está rondando la alta traición al Estado.

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Les adjunto un video muy corto que he encontrado del día de la presentación porque merece la pena escucharlo en directo. Y les aseguro que hoy por hoy antes de votar al señor Núñez Feijóo o al señor Moreno (puesto que vivo en Andalucía) votaría sin dudarlo a don Alfonso Guerra. ¿Se imaginan ustedes a don Alfonso Guerra de Presidente de Andalucía?… pues les aseguro que si este Alfonso Guerra se presentara barrería y entraría en San Telmo bajo palio.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.