23/11/2024 08:06
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Mi admirado infante valiente, mi héroe creyente, siempre a tus órdenes, mí Gran Capitán!

Han pasado unos días, pero tú Gesta sigue viva y seguirá por siempre, porque valientes, fuertes y osados contra este Régimen de Mujezuelas cobardes, no salen todos los días y ha habido que esperar 44 años, para que tú, mi capitán, con tu compañía y tu Capellán, rindieran honor a Cristo y lealtad al Caudillo.

Desde el 27 de Mayo de 1978, en la que el General Subinspector de la Legión Don José Giménez Henríquez, al frente de la Primera Bandera, Bandera de Franco y en representación de La Legión, rindió en nuestro emblemático Valle de los Caídos, caídos por Dios y la Patria, ante la tumba de nuestro Jefe y Caudillo, el honor y homenaje a él y a todos los caídos, depositando en su tumba, una rosa, por cada uno de sus Caballeros Legionarios, allí presentes.

Pasarán meses, años y nuestro Capitán católico y español, perdurará con su ejemplo, de católico, de español, de osadía, reivindicación y valentía

Mi querido y admirado Capitán, Don J.L.P., cruzaste la línea roja, impuesta por los mediocres y cobardes, de todos los bandos, de esta despreciable partitocracia

Lo hiciste con orgullo y sabiendo, que tus jefes y generales, no te defenderían, sino que como cobardes y fieles a un Sistema Revolucionario y a los hijos de Satanás que lo sostienen, ateos y antipatriotas, te machacarían y echarían tinta sobre tu inmaculada hoja de servicio a España y así ellos, como cobardes, llevarse las medallas, las pagas y los ascensos

¡¡¡Enhorabuena, mi Gran Capitán!!!

Sí, Gran Capitán, porque ganaste una batalla crucial, “La Gran Batalla”, a los; Talibanes, Ateos, Herejes, Chupópteros, Mediocres, Masones, Liberales, Comunistas, Separatistas, Etarras y Criminales.

Esa batalla, con minoría absoluta, pues erais minoría absoluta, ya que frente a vosotros, está el resto, compuesto de cobardes, pancistas, perjuros y traidores.

Fuiste para arrodillarte ante la Cruz más alta, esa gran Cruz Cristiana, en dónde se posa nuestra Águila de San Juan, para con su vista incisiva otee el horizonte y con sus enormes alas desplegadas, sus garras y pico fuertes y  bien afilados, haga huir a los indeseables talibanes, con su ADN propio de cobardes. Esa gran Cruz, que llega al cielo, pues tú mí admirado Capitán, sabes y quisiste rubricar, que allí es el único lugar, en dónde el honor, la lealtad y la dignidad  siguen intactas.

Pudiste ir con tus magníficos soldados y tu capellán, a la explanada del gran Monasterio de Felipe II, rey católico, pero no era lo mismo. Pudiste ir a otro sitio, quizás a una Iglesia de la zona, ….,  a la Catedral de la Almudena u a otro lugar religioso, pero bien sabías, que a cualquiera de estos sitios, podrían ir otros, pero…TÚ NO. Tú, mi querido Gran Capitán escogiste el Templo más emblemático del mundo. Allí en donde mis queridos monjes Benedictinos, oran por Dios, por los mártires y por España. Allí, en esa explanada, en dónde nuestro Caudillo, acudía rodeado de miles de fieles. Allí, en esa emblemática explanada, en dónde  otras Fuerzas militares y mi Legión, acudían a rendir los honores a Dios y lealtad al General Invicto, pero en vida, ya no lo hacen, porque los cojones se los han dejado colgados en sus taquillas y ya ni se los ponen, para salir de gala.

Pero tú, limpiaste la deslealtad, el deshonor y la cobardía. Y eso, es lo que vale.

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Mi Capitán, mi querido Gran Capitán, fuiste a rendir culto, a los muertos que allí descansan, muertos en la Guerra de Liberación, por defender a Dios y a la Patria. Y a los que el victorioso Caudillo, quiso sepultar, aunque que eran del otro Bando, del Bando Bolchevique, del Bando perdedor, compuestos por herejes, ateos y comunistas. Sin embargo, el Generalísimo de los Ejércitos triunfales, quiso darles una oportunidad de salvación, quiso que los derrotados, gozaran de las mismas mieses, de las mismas aureolas, ….,  que los vencedores y eso le hizo más Grande y Justo, más aún.

Ese día, mi Gran Capitán, que con tu compañía, saltaste el muro, no ibas a luchar contra un enemigo físico y menos valiente, que te esperaba con la bayoneta, no. Tú sabías, que ibas a luchar, con uno peor, más peligroso, porque está escondido. Fuiste a luchar contra una inmensa y diversa plaga, de mujerzuelas corruptas, benefactoras del Panfleto del 78, que desde sus grandes despachos, te derrotarían, sin dar la cara, pues tú, mi capitán sabias, que los cobardes así actúan.

Mi Capitán, mi admirado militar, que con esa presencia en nuestro Santo Valle, has cumplido con tu Juramento de defender a Dios y a la Patria, tan necesitada hoy, de valientes, pues de cobardes estamos rodeados.

¿Te imaginas, mi Capitán, si ese cobarde y adulador del republicanismo, ese que es tu “Jefe Supremo”, tuyo y de las Fuerzas Armadas, hubiera sacado la cara para defenderte?

Claro, que hay que ser muy imaginativo, para que un cobarde, profanador, ateo, vividor, con una total ligereza en su mano, en su pluma, esté solo, para firmar Decretos de unos y otros y de la Profanación de la Basílica, del Cuerpo de tu verdadero Jefe Supremo y que tú, mi querido y admirado capitán, limpiaste y bendeciste ese Santo lugar, con tu total valentía, dignidad y heroicidad, dejando el honor nuevamente allí instalado, después de haber sido mancillado, por unos, otros y todos.

A tú General Invicto, los cobardes, las mujerzuelas corruptas, tuvieron que esperar 45 años de su muerte,  para vencerle, no tuvieron agallas hacerlo en vida y tampoco en muerte, hasta que el ROJO Zapatero auspiciado, por la firma del Perjuro y Traidor coronado, aprobaran la “Ley Comunista del crimen”, con total ignominia e infamia, pero tú sabes, mi capitán que su dignidad, la de tu General Invicto, sigue intacta.

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¡Qué pena, no hubieras estado de marcha por la Sierra del Guadarrama, con tu gloriosa compañía, el mismo día de la Profanación!

Te aseguro, que me gustaría haber visto a los políticos y las decenas y decenas de la Guardia pretoriana del Sistema, armados hasta los dientes, escondidos dentro del Templo y fuera de él, para que no se vieran.

Te aseguro que si hubieras escogido ese día, el de la INFAMÍA, todos esos machotes del Sistema, hubieran tirado las armas y se hubieran rendido a tus pies, sin pegar un solo tiro.

 

¡Qué pena mi Gran Capitán, que te equivocaras de día, qué pena!

No obstante, has dejado a nuestro Cristo y a nuestra Patria, allí en lo más alto, en donde estos cobardes rastreros, jamás podrán llegar y menos alcanzar.

¡DIOS TE BENDIDA, MI QUERIDO Y ADMIRADO GRAN CAPITÁN!

Autor

Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.