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A Garzón le pierde su prepotencia de ministro comparsa porque es conocedor de sus propios complejos.
Mayúsculo cabreo el que ha cogido Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación de España. “¿Por qué Alberto Garzón habla de lo que desconoce?”, ha dicho a los medios. Es una muestra de la división existente en el Ejecutivo, además de corroborar lo que decíamos ayer sobre la olla a presión en que se había convertido Moncloa y el Gobierno. Con las afirmaciones sobre la necesidad de reducir el consumo de carne, Pedro Sánchez ya tiene el primer candidato de ‘Hundidas Podemos’ para salir del Gobierno en la próxima remodelación. Sólo precisa decidir dos más.
Sólo le ha faltado a Garzón decir que la ganadería no es un sector clave en la economía española, aunque todos sabemos que lo piensa. El ministro de Consumo ha hecho ridículo con su campaña contra el consumo de carne. No ha habido político que no se mofara de él, incluidos los de su propio partido. El sector ganadero ha pedido su dimisión y ya se prepara una algarada a las puertas de su Ministerio. Le pierde su prepotencia de ministro comparsa porque es conocedor de sus propios complejos. Su campaña contra la carne es “tan errónea como la del azúcar mata”, dice Planas. Ya ha tenido su minuto de gloria. Dicen en mi tierra que, si hubiera lazos de cazar tontos, éste ya estaba en la cazuela.
Cada vez que habla es para dañar algún sector de la economía española. “Tan solo da noticias negativas”, dicen en su partido. Y todo es consecuencia de su nula preparación en el sector del que es ministro. La ignorancia es muy atrevida y su maldad es muy dañina. Abre la boca y sube el pan. No se le ocurre repasar el menú de su boda porque, entonces, su ridículo sería mayúsculo, tan mayúsculo como el que hace en el día a día.
«El ministro habla poco, sale poco, pero cuando sale, sale a meter la pata y a perjudicar a sectores básicos de la economía», según Miguel Ángel Revilla. No es fácil olvidar sus afirmaciones sobre el turismo y otros sectores. No sé si sabía lo que era el valor añadido, pero demostró desconocerlo. Demasiados borregos chapoteando en aguas donde no se defienden y acaban siendo ayudados para que no se ahoguen. Menos mal al ministro de Agricultura porque, de no ser por él, Garzón parecería que se ha levantado contra el Gobierno, como en otras ocasiones. Acabaré pensando que el analfabetismo funcional está más extendido de lo que parece y empieza a ser patrimonio inseparable de los ministros.
No hace mucho aireó que “El turismo en España no daba valor añadido». Durante la pandemia, en una de sus primeras declaraciones oficiales, afirmó que estaba demostrado que “el juego en las casas de apuestas había descendido considerablemente”: no se paró a pensar que la ciudadanía estaba ‘prisionera’ (confinada) en casa, siguiendo las recomendaciones/exigencias de los gurús del Gobierno. También manifestó que, en esas mismas fechas, “había descendido considerablemente el consumo de crudo”. Claro, si no podíamos salir de ocio y apenas para ir trabajar, excepto los sectores prioritarios. ¡Garzón, Garzón con sus ‘garzonadas’! Hay veces que, ni siendo de la misma familia animal, se puede convivir en paz. No es fácil meter en el mismo Ministerio a mulos, acémilas, burdéganos, potrancas, borriquitos… Hasta el ‘Doctor’ le ha afeado a Garzón su estupidez sobre la campaña “Menos carne, más vida”.
Por Dios, que alguien explique al ministro Garzón qué es eso del valor añadido. Y después que le pida explicaciones sobre qué ha hecho en su Ministerio y qué ha aportado a la economía, al consumo, al turismo y a la política española. Ahora sí que estoy convencido de que el título de CC. Económicas de Garzón no es real y más propio de una tómbola que de un centro educativo serio. ¿No será como los másteres de Yolanda Díaz, la comunista, el doctorado de la otra comunista, Mónica García, o como el doctorado del falso y mentiroso Sánchez? Puestos a pensar…
En fin, como dice Miguel Ángel Revilla: “Para el que ha estudiado Económicas, es del primer curso que el valor añadido del turismo es impresionante». Tiene razón el presidente cántabro. Y eso que él despreció al turismo procedente de Madrid; un turismo que se lo va a pagar con la misma moneda y que no ha olvidado que el ‘madrileñismo’ fue tratado como apestado por el incumplidor presidente que, estando cerrada la hostelería de su tierra, abrían algún restaurante para él, sus mariachis y su puro.
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