22/11/2024 19:46
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Que tras el fallecimiento de Franco, España comenzaba otro tiempo distinto, en nada quita para que las cosas no se hubieran hecho bien, y qué menos que haber rectificado el rumbo a la deriva al que España se ha precipitado. Ahora muchos se dan cuenta que confundieron la obediencia con el silencio cómplice, el acatamiento con sus intereses particulares, la moderación con la cooperación necesaria.

    Pero seamos moderados…

    Podríamos preguntarnos por qué no se ha rectificado la manipulación que se ha hecho del Poder Judicial por parte de los diferentes gobiernos que se han sucedido, contraviniendo el principio de la separación de Poderes, que llega al extremo en el caso del Tribunal Político Constitucional, aunque sólo sea por la falta de resolución tras doce años de un tema tan importante como es el aborto. Cuestión que determina otras muchas cuestiones que tratan sobre la defensa de la vida, la dignidad y los derechos de la persona, tanto en el caso de la eutanasia como en la respuesta a los desafíos planteados por los nuevos problemas de la bioética y la tecnología.

    Y qué decir de no haber rectificado el artículo 148 del Título VIII de la Constitución, devolviendo competencias al Estado, pongamos que sanidad, justicia, empleo y educación. Reduciendo considerablemente el número de diputados regionales, diputaciones y demás órganos innecesarios. O la Ley Electoral. O tantas cosas que podríamos plantear.

    No nos extendamos demasiado. Vayamos a lo principal.

Ahora muchos consideran que sería bueno que nuestros jóvenes tuvieron la obligación de servir a España por algún tiempo en las Fuerzas Armadas… ¿Hubo algún tipo de oposición cuando el gobierno de Aznar decidió eliminar el Servicio Militar Obligatoria? Supuesto que colaboramos como parte integrante en el dividendo de la defensa de Europa… ¿Garantiza la OTAN la defensa de nuestras provincias de Ceuta y Melilla, y de nuestras islas Canarias? ¿Se oyó alguna discrepancia más allá de alguna opinión expresada con el mayor acatamiento al poder? ¿A quién le hubiera correspondido defender estas cuestiones del máximo interés para España?

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Siendo la sociedad española al fallecimiento de Franco mayoritariamente católica practicante, y tras la vorágine político que se desata a partir de su fallecimiento, muy poco formada e informada… ¿Tuvo necesidad del magisterio de la Jerarquía en cuestiones morales que se han venido vulnerando? ¿A quién le hubiera correspondido orientarla, pongamos que a la hora de emitir el voto en las diferentes elecciones? ¿Ha observado la sociedad española en alguno de sus pastores, guías y maestros la misma decisión que la del arzobispo Salvatore Cordileone negando la comunión a Nancy Pelosi?

    Lo que da pie para certificar que si todo lo que se hizo al comienzo de la Transición fue precipitado, los errores y los fallos que se han venido observando de ningún modo se han corregido. Y en este sentido, la responsabilidad máxima corresponde a la propia sociedad civil, a sus instituciones y colectivos que han confundido el respeto con el silencio cómplice, el acatamiento con sus intereses particulares, la moderación con la cooperación necesaria.

    Casi diríamos que intervenidos económicamente por Bruselas y sin que podamos descartar del horizonte acabar en una situación de Estado fallido, es lógico que hoy abunden los conversos, perfectamente evidenciados en el título del libro de Toni Cantó: “De joven fui de izquierdas pero luego maduré”, que es la historia de todas esas aventuras y de su recorrido ideológico, que no podía acabar de otra forma. O el malestar que han expresado los medios de comunicación y muchas personas por el acto de destrozar la “estrella” con el nombre de la actriz Penélope Cruz del Paseo de la Fama en Madrid, pero que se mostraron encantados de todo lo que se ha destrozado de la figura de Franco. 

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    Casi diríamos que intervenidos económicamente por Bruselas y sin que podamos descartar del horizonte acabar en una situación de Estado fallido, España debería volver a leer el Testamento de Franco, que algunos todavía seguimos teniendo enmarcado y colgado en nuestra casas, que no nos obligaba a continuar con el Régimen que España se ha vía dado bajo su autoridad, dirección y magisterio, sino de pocas cosa, pero fundamentales.

Autor

Pablo Gasco de la Rocha