20/09/2024 04:51
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No ha podido ser más perillán, desvergonzado y agrestemente cínico. La sesión parlamentaria del día 14 de abril de 2021 ha sido aprovechada por Pedro Sánchez para reivindicar su éxito personal ante la crisis ‘covidiana’, rememorar la II República española, anunciar que la dictadura sanitaria continuará de forma indefinida aunque decaiga el Estado de alarma y proclamar que okupas e inmigrantes ilegales podrán seguir usurpando inmuebles con absoluta impunidad.

De los siete millones de parados reales, de los 800.000 ERTE que estallarán en EREs, de los cierres empresariales, de las colas del hambre, de los propietarios de viviendas usurpadas, de los ciudadanos atemorizados por la invasión inmigrante…Nada por boca del presidente.

En su línea de auto endiosamiento, Sánchez ha cantado las bondades de su inmaculada gestión y promete a bombo y platillo la mayor ración de Agenda 2030 que pueda tener un Estado occidental.

Los 140.000 millones que los Fondos europeos destinarán a España y que como agua de mayo serían fundamentales para los autónomos y las pymes -para compensar de forma inmediata, automática y preclara a los millones de españoles a los que se hurtó el derecho al trabajo- irán, en palabras de Pedro Sánchez, a “resiliencia, sostenibilidad y… transición ecológica”.

Lluvias de millones que no rozarán a los obreros en paro y sin prestación pero sí servirán para destrozar la libertad de los españoles, subirles la factura de la luz e imponerles la carne sintética del magnate Bill Gates, a quién Pedro Sánchez donó 125 millones de euros hace un año para la agenda globalista.

En definitiva: dinero para destruir el parque energético nuclear y termoeléctrico español, para imponer placas solares, para imponer coches eléctricos, para imponer el uso de la bicicleta, para imponer la dieta sin carne -de ganadería- pero sí con la asquerosidad de Bill Gates, para destruir los coches de motores a combustión, para fomentar la ideología de género, para garantizar que 300.000 ilegales anuales entrarán en España y serán regularizados y prontamente nacionalizados en cumplimiento del Pacto de Marraquech sobre migración global suscrito en 2018.
Aunque el PP de Pablo Casado teatralice ser la “oposición” a Pedro Sánchez, este partido junto a Ciudadanos, Podemos y los separatistas, son entusiastas defensores de la Agenda 2030, y de la reciente “Ley de cambio climático” sobre la que el PP se abstuvo y no votó en contra pese a ser el mayor ataque económico al bolsillo y la libertad de los españoles en 40 años de partitocracia. Los globalistas van juntitos y de la mano.

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Pedro Sánchez ha aprovechado su intervención para cantar la loa a un régimen republicano nacido ilegalmente en 1931 y que durante sus cinco años de falsa democracia no tuvo garantía constitucional alguna para los derechos ciudadanos, estuvo absorbido por los continuos estados de alarma, excepción y guerra y, capitaneado por leyes de dictadura como la de “Defensa de la República” o la de “Vagos y maleantes”, sirvió a Manuel Azaña durante su bienio sanguinario y después al Frente Popular, para lanzar a las cárceles, los destierros y los atentados a la media España católica, derechista y nacional.

Fue una falsa democracia virada en dictadura de “botarates, tabernarios y sin ninguna idea alta” (palabras de Manuel Azaña, en sus “Memorias”), había sumergido a España en el miedo absoluto hacia un Estado sin garantías constitucionales y sin Derecho que se permitía arrebatar el derecho a circular de los ciudadanos mediante milicianos patrullando carreteras y exigiendo peajes para el Socorro rojo internacional, donde la propiedad privada de fincas agrícolas de Andalucía y Extremadura era ocupada por decenas de miles de braceros socialistas y donde el Estado de alarma y la Ley de Defensa de la República eran los instrumentos para cerrar periódicos, implantar la censura y desterrar y encarcelar disidentes sin orden judicial.

Fue un panorama de Constitución papel mojada, de dictadura socialista, y similar al actual que han creado pretextando una pandemia. Hoy, además, con el añadido de que presidentes autonómicos del PP, exigen a Pedro Sánchez ser más dictador de lo que lo ha sido durante este año de Estado de alarma ininterrumpido donde se han perdido empleos, libertades y vidas humanas.

Asistimos a un fenómeno excepcional. No es necesario que el carcelero muestre las llaves de la celda, porque los caciques del PP le piden entrar en la celda o, mejor dicho, meter a los ciudadanos en la celda. Cómo si el calabozo de los confinamientos, los cierres perimetrales, los toques de queda, o el ataque a la hostelería hubiera servido de algo. Cómo si tuviéramos que engullir el mantra de que las vacunas, que no inmunizan y no evitan la transmisibilidad y son experimentales, nos salvarán de algo y que mientras tanto tendremos dictadura. Cómo si tuviéramos que aceptar a pies juntillas que la pléyade de defensores de la Agenda 2030, del Foro de Davos y de Bilderberg, velan por nuestra salud y defenderán la libertad de los españoles.

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Estamos en dictadura como durante la II República. Hace 80 años nos mataban quemando la Iglesia, sacándonos de casa por llevar sombrero o pertenecer a la clase media, por militar en la derecha o por ser un joven falangista. Hoy, lo hacen bajo los mantras liberticidas de la Agenda 2030, arruinando nuestra vida y libertad, matando nuestra psicología mediante encierros y terror social,  imponiéndonos vacunas experimentales sin ninguna garantía y suministrando la eutanasia y el aborto masivo como políticas de Estado.

El socialismo y el comunismo vuelven, 80 años después, a hacer tierra quemada de la Patria española y lo triste, y desesperante, es que hasta que las colas del hambre no revienten las calles o haya un default económico que implosione nuestra economía los españoles, amaestrados por 40 años de marxismo cultural, no reaccionarán con la virilidad, la rebeldía y la lucha.

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Jose Miguel Pérez