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Óscar López no supo formar equipos, ni siquiera reestructurar la envenenada herencia que le había dejado Ángel Villalba.

Cuando escuché el viernes, y posteriormente leí el sábado, que Óscar López volvía a la primera fila de la política con Pedro Sánchez, mi primer pensamiento fue que “muy mal tenía que verse el presidente en ese momento para echar mano de su traicionero amigo, sacándolo del paraíso que son los paradores nacionales”. Aquel fallido secretario del PSOE de Castilla y León vuelve a pisar las mullidas alfombras en los aledaños del Gobierno, concretamente en la jefatura del gabinete de Presidencia. Todo un fracaso de político sin humildad, engreído, altivo con los suyos y “condenado por los sindicatos de clase” en su época en Castilla y León.

Juan Vicente Herrera Campo habrá dibujado una sincera sonrisa al ver a López en la antesala del presidente Sánchez. No dudo que habrá recordado aquel vano intento de “revitalización del socialismo castellano”. No digo “leonés” porque eso se lo encargo Zapatero a Miguel Ángel Martínez, quien fracasó de forma estruendosa. Una falsa revitalización que hizo agua desde el primer momento porque no había programa socialista, ni López supo formar equipos, ni siquiera reestructurar la herencia envenenada que le había dejado Ángel Villalba.

En mayo del año 2011, Juan Vicente Herrera le pegó un meneo a Óscar López que perdió las ganas de seguir al frente del PSOE. Castilla y León eran un feudo consagrado al Partido Popular e intentar medrar o pescar votos era misión imposible, incluso ahora con el incendiario y nada prestigiado, Alfonso Fernández Mañueco. Sépase que la última victoria de Luis Tudanca sólo fue un guiño mal calculado del electorado. La prueba es que el socialismo castellano y leonés sigue siendo un gazapo desnortado, sin líder, aunque sí con un simple secretario regional, Tudanca, quien sueña con cerrar las maletas que tiene hechas desde tiempo inmemorial, sin ser capaz de reconocer que Sánchez no quiere más fracasados ni gaznápiros a su alrededor.

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No está de más contar que el nuevo director del Gabinete de Presidencia, Óscar López, no aterrizó por voluntad propia sino porque Ángel Villalba juró en Arameo delante de Rodríguez Zapatero y exigió salir de Castilla y León. No podía seguir haciendo el ridículo en el día a día. Villalba se convirtió en un experto en cosechar derrotas ante Herrera Campo y el PP. No avanzó el socialismo porque tras un pescozón recibía otro más fuerte. Incluso, ni siquiera tuvo la dignidad necesaria en sus acusaciones al siempre admirado exalcalde, Francisco Javier León de la Riva. Tranquilos, también lo contaremos,

Si un político sembró de enemigos y odio las tierras del Conde Ansúrez, Rodrigo Díaz de Vivar, Teresa de Ávila, Padilla, Bravo, Maldonado, Alfonsos, Garcías, Ordoños, Sanchos, Ramiros, Bermudo, Juana de Castilla, Juan II y el Conde de Benavente…ese fue el falso líder y peor siervo para Castilla y para León, Óscar López; un madrileño con complejo de falso segoviano, chulesco con sus iguales, engreído para las fuerzas políticas de la comunidad y despreciable para sus compañeras de ideología. Un personaje que no dejó de tratar de aldeanos a sus propios compañeros de partido, no merece el pan que come y menos aún el agua que bebe. ¿Entienden ahora por qué Pedro Sánchez tiene que estar sangrando en abundancia para recurrir a quien fue su amigo del alma, aunque votó a Pachi López contra a Pedro Sánchez? Sin visión política y sin trabajo metódico ayudará a que el fracaso del ‘Doctor’ sea sonoro y no muy lejano. Al tiempo.

Experto en comunicación, presuntamente, nunca lo demostró ni siquiera en sus años radiofónicos. Llegó para poner orden en Castilla y León obligado, pero acabó marchándose deprisa, corriendo y con el rabo entre las piernas. Ángel Villalba no podía soportar ser ‘pataleado’ por tercera vez por el ínclito, Juan Vicente Herrera, un verdadero ‘animal político’, un encantador de todo, hasta de serpientes y un comunicador fuera de lo común. Pensó Rodríguez Zapatero que sería fácilmente vapuleado por Óscar, pero nunca más lejos de la realidad.

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Aún recuerdo cómo, cuando éste que escribe gestionaba la educación de personas adultas en la Dirección Provincial de Educación de Valladolid, el PSOE rogó encarecidamente un puesto como profesor para Ángel Villalba (tenía su plaza en León y lo habían liberado para presidir el partido) y… ¡Maldito el momento en que se le adjudicó una plaza vacante en el centro de EPA de Muro! Quejas y más quejas del alumnado y faltas casi diarias a su trabajo como docente. Además, el guardaespaldas personal llegaba a diario dando patadas a las papeleras, como si en ellas pensara encontrar goma2, amonal, amosal o qué se yo qué caramelos explosivos. Pero eso lo contaré con detalle para demostrar la nula catadura moral de esta gente.

Hasta Francisco Javier León de la Riva fue acusado por Villalba por un tema de vivienda sociales descubriéndose, posteriormente, que un retoño femenino de Villalba ocupaba una vivienda similar. También lo trocearemos para que se entienda. Y en esas, Villalba pidió salir corriendo y aquí nos mandaron ‘manu militari’ al hoy director del gabinete de Presidencia. Ya verán lo que nos vamos a reír porque el tal Óscar López acabó tirando del rabo de Rodríguez Zapatero y del cinto del insigne,  admirado y honrado, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Autor

Jesús Salamanca Alonso