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Para mí que Niño Errejón no lo pasó bien en su etapa escolar, y hasta puede que fuera menospreciado y ridiculizado. Pere hete aquí que al muchacho le dio por hacer Ciencias Políticas, que es carrera fácil de aprobar. Ya saben ustedes, parciales, repescas de parciales, repescas de repescas y trabajito al uso. Lo sabemos de sobra. Y hete aquí, que nada más llegar cayó gracioso a la tropa levantisca y le aceptaron, comenzando a ser uno de los suyos.  

    Triunfante y lleno de orgullo, incluso henchido de una emoción que nunca antes había experimentado, Niño Errejón comenzó a cambiar de ideas. Lo que sus padres le enseñaron estaba caduco, según le decía el macho alfa del grupo-chusma, Pablo Manuel Iglesias, pero sobre todo era fascista. Entonces Niño Errejón cambio de modelo, mato a su padre y revivió al padre del jefe: un luchador por la democracia y las libertades en el grupo marxista-terrorista FRAP.

    Ahora bien, Niño Errejón siempre fue el más cauto de los tres. Frente al macho Alfa, un matón sin porte que quería pegar a todo el mundo, y al macarra del Otro, un desquiciado que lo único que pretende es ser famoso, Errejón era otra cosa porque proviene de una familia cuyos padres le enseñaron a creer en Dios y a amar a España. Caso distinto de los de               Pablo Manuel Iglesias, que es por lo que ha salido como ha salido. 

    Niño Errejón, el tercero, porque no hay dos sin tres, del Trio de la Desvergüenza, no es un estratega, es un táctico. Tal, que vio su oportunidad de desmarcarse de lo que ya intuía como chusma -sus antiguos compañeros de Podemos- en la cueva de Más Madrid, que por aquel entonces dirigía, administraba y organizaba la sin par anciana cachonda, comúnmente llamada la Carmena, a la que Niño Errejón reía toda las gracias y se encargaba de llevarla del brazo. 

    Desmarcado de lo que no quería ser, Niño Errejón comenzó a hablar de la “patria”, aunque todavía con la boca pequeña, pues hasta a él le suena a impostación, que es lo que le recuerda el señor Abascal cada vez que se la oye decir. Con todo, para mí que es un primer paso en el cambio que intuyo dará de aquí a no mucho. Esto es, que será un convertido, alguien distinto de lo que era.   

    Siendo esto lo que imagino, y con las debidas salvedades que toda comparación merece, se uniría a la honrosa legión de convertidos que en España son. En la que no falta un ex terroristas marxista, Pío Moa, al que se tuvo que haber dado garrote o tenerle 30 años en la trena, que cargos había, y suficientes. Un líder de la comunicación radiofónica, azote impenitente de la izquierda y ojito derecho de las gentes de orden, Federico, que tuvo una juventud frustrada y frustrante por su enanez, ocurrida durante el desarrollo embrionario, o como consecuencia de un defecto hereditario, de la que le echó la culpa a Franco, que es por lo que se hizo comunista de su rama más radical, la maoísta. A un presidente de una ínsula Baratería, payaso de profesión y condición, Alberto Boadella, que terminó vendiendo toda su biografía anterior por un teatro en Madrid. Y al sin par Hermann Tertsch, siendo lo de este hombre digno de estudio, que lo consiguió todo primero en el sector cercano a ETA, luego en el PCE, más tarde en el PSOE y ahora engañando a los votantes de VOX. Y aunque bien sabemos que hay más, para mí que estos son los más significativos. Y eso que creíamos que nadie podía llegar más alto ni más lejos que Jorge Verstrynge. Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras. Leemos en el Cartar de Mío Cid. 

    La explicación de estos cambios tan espectaculares, siendo que todos  ellos cuando cambian son ya mayorcitos, está en el hecho cierto y comprobado que se posicionan, abandonan a sus compañeras de catre o chorbas por las pijas del CEU, tienen hijos y hete aquí que donde dije digo, ahora digo Diego.  A todos estos pájaros no se les debería dejar hablar hasta no conseguir la suficiente dignidad para hacerlo. Y mucho menos destrozar España, sabiendo que luego acaban donde acaban: dando lecciones, fusilando textos que encuentran en las librerías de viejo y arengando a las buenas gentes de orden que nunca se enteran de nada. 

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    España se nos muestra cada vez más patética. Entre estos convertidos a los que algunos ponen en la lista de Pablo de Tarso, que ya les vale, y los uniformados que se ponen machitos cuando se jubilan, los patriotas estamos apañados. Será porque nos lo merecemos, o porque está en los “signos de los tiempos”. No tengo todavía muy clara esta disquisición. Por lo que me da por ponerme en plan castizo, “mear y no echar gota”. O mejor aún, salir de España para no sufrir. 

     Ahora bien, no nos quedemos con la paja, no admitamos que la chusma que fue o la de ahora tiene la fuerza suficiente para destruir España, seríamos unos analfabetos. La amenaza a los valores que ha generado este sistema procede del conjunto de la nación por su pusilanimidad y por la ignorancia histórica que la alimenta.    

Autor

Pablo Gasco de la Rocha