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Hoy es el día del libro y, como dijo Umbral, “yo he venido a hablar de mi libro”. Sin embargo, para ser preciso no es este mi caso. No pretendo hablar de mi libro sino sobre mis ideas y lo hago con la urgencia de quien se ve preocupado por la violencia electoral inaceptable que se está viviendo en la campaña electoral de Madrid. Una violencia unidireccional que viene de la izquierda contra la derecha, específicamente contra VOX, pero que pasa por un centro derecha que lo ve sin inmutarse y sin tener la gallardía de decir que callar ante la violencia es matar la democracia. La violencia es una crónica de la muerte anunciada de la democracia. Ese ha sido el camino seguido en la treintena de países comunistas del mundo para llegar al poder. Si alguien tiene dudas de si la violencia es una metodología marxista ya decaída, que les pregunte a los millones de hermanos venezolanos que han huido del comunismo o a los europeos de Este que lo sufrieron durante cuarenta años en sus carnes.
La violencia hoy tiene un fundamento ideológico innegable: el marxismo. No fue compartida por otros pensadores de izquierdas y si no que se lo pregunten a Proudhon que le escribía a Marx “no nos convirtamos en los jefes de una nueva intolerancia”, o al anarquista Bakunin, que rechazaba la dictadura del proletariado, o al socialdemócrata Bernstein, a todos los cuales descalificó Marx sin el menor remilgo.
En mi libro “Historia del Comunismo. De Marx a Gorbachov, el camino rojo del Marxismo” hablo de todo ello. La violencia revolucionaria es una inequívoca propuesta de Marx y Engels en su Manifiesto de 1848 “Derrocar por la violencia el orden social existente” “acción despótica para eliminar la propiedad privada”. También escribió en 1852 “la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado” y lo ratificó después, en 1875, en su libro “Crítica del programa de Gotha” “Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria… que no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”. Sin embargo, Marx y Engels ocultaron su pensamiento, tanto es así que Engels solo publicó esa obra en 1891, dieciséis años más tarde, ya muerto Marx.
¿Es el marxismo defensor de la justicia social? No. ¿O es acaso justicia la sumisión totalitaria al partido comunista? “Bueno -pretenderán algunos- eso es solo una etapa previa para desposeer a los ricos y luego se creará un paraíso”. Una nueva mentira, evidentísima para los que hablamos español. Basta con preguntarles a nuestros hermanos cubanos que ya llevan 62 años en esa “transición hacia la libertad y el progreso”. Sin embargo, en España con una ceguera increíble, seguimos mediante la Memoria Histórica aplaudiendo el camino por el que nos hubiera llevado Largo Caballero, el Lenin español hacia el estalinismo. ¿Franco fue un dictador? Por supuesto que lo fue tras la trágica Guerra Civil y contra las guerrillas del maquis que duraron hasta 1950 y que aterrorizaron y mataron hasta ser derrotadas a finales de los cuarenta. Por cierto, el libro “Memoria Histórica, amenaza para la paz en Europa”, publicado por el grupo de Diputados Europeos Conservadores y Reformistas (ECR), tiene, como contenido, 15 excelentes artículos de diversos autores, uno de ellos de José Manuel Otero Novas, que fue ministro de Educación con Adolfo Suárez. En él, narra cómo fue asesinado su abuelo, con premeditación y alevosía, el 27 de enero de 1939, por un “guerrillero” en una acción sin carácter militar alguno sino meramente mafiosa e intimidatoria. Pues bien, cuando el asesino, José Luis Quintas, fue detenido en 1950, fue condenado a muerte, no sólo por eso sino también por cinco atracos con muertos, pero a continuación se le conmutó la pena por 30 años de cárcel de los que solo cumplió 19, debido a los indultos que se fueron promulgando por ese régimen franquista al que se tilda de sanguinario. La realidad es que la dictadura militar de Franco, tras tres años de Guerra Civil, dio lugar desde mediados de los cincuenta a un régimen autoritario, no totalitario como ocurre en los regímenes marxistas, que posibilitó el progreso económico y un gran reequilibrio social. Esa fue la razón por la cual, en las primeras elecciones democráticas, la derecha tuvo una clara mayoría absoluta. ¿Dónde fue mejor la situación económica y social, en la España tras 35 años de dictadura franquista o en los países de Europa del Este tras 40 años de totalitarismo comunista? La respuesta es obvia. Por otra parte, Franco murió en 1975 pero el Muro de Berlín persistió catorce años más, hasta 1989 y durante ese tiempo las democracias, tan críticas con el franquismo, callaban contra la opresión del comunismo en Europa del Este y consideraban a Ceaucescu como un progresista que caminaba hacia la libertad.
Hay quien insiste en que el marxismo no es criminal, sino que ha sido una versión distorsionada la que se ha implantado en la treintena de dictaduras comunistas que en el mundo han sido (y algunas quedan). Pues bien, si aplicamos el método científico de observación podemos constatar que esa treintena de regímenes han proclamado que su ideología era el marxismo y todas se han transformado en dictaduras comunistas. Por tanto, si de la misma semilla, el marxismo, siempre surge el mismo resultado, el comunismo, parece obvio que debemos decir que es en la semilla donde se halla la causa. También hay otro argumento complementario a señalar: ¿Cuántos países que hayan declarado que el marxismo es la filosofía que les inspira no han terminado constituyendo dictaduras comunistas? Ninguno. Por tanto, no nos engañemos. El genoma marxista da lugar al comunismo.
Por otra parte, si hablamos de resultados económicos el comunismo ha llevado a la ruina económica y esa fue una de las razones por las que Gorbachov inició su proceso de reformas que, inevitablemente, desembocaron en la caída del comunismo y en el reconocimiento de la propiedad privada, y del mercado para establecer los precios, y en la iniciativa privada. Algunos podrán decir que hoy subsiste un gran régimen comunista, China comunista, y tendrán razón. Desde principios de los ochenta China inició un proceso de reformas económicas que hacen que hoy, cada vez más, veamos un creciente número de turistas chinos y que además sepamos que muchos productos de alta calidad son producidos en China. Pero, señores marxistas, no se apresuren a aplaudir. ¿Por qué ha ocurrido eso? Pues sencillamente porque China ha tirado la Biblia marxista, El Capital, a la basura y lo ha sustituido por la propiedad privada, el mercado y la iniciativa privada. Ha resultado que el capital no era el enemigo de la sociedad humana. ¡Qué casualidad!
Por ello hay que denunciar al pensamiento marxista porque lleva al comunismo. Es tan retorcido que sigue engañando a muchos. Es mucho más hábil que el nazismo pues el libro de Hitler, Mi lucha, no contiene otra cosa más allá de una exaltación fanática de la raza germana y un odio, también fanático, al judaísmo al que considera creador del comunismo. Es un libro con escasa argumentación, que apela meramente a la emoción y que llevó a la nación alemana y a Europa a una trágica guerra. Sin embargo, el marxismo, se apoya no solamente en la emoción, sino que se reviste de un halo de filosofía racional que hace, que aún hoy, haya gente de buena voluntad que se sigue considerando marxista, aunque en realidad desconoce lo que dijeron Marx y Engels.
El siglo XXI necesita la Fraternidad y para ello tiene que deshacerse de la mentira y el engaño. Tiene como enemigo principal al marxismo. Por ello entendamos lo que dice, busquemos explicaciones claras en los textos marxistas y nos daremos cuenta de que es una ideología criminal. Como tal debe ser denunciada pues contribuye al odio y destruye la esperanza de que podamos construir un mundo de paz y progreso para la gran familia humana.
Autor
- Administrador Civil del Estado.
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