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Así fue «La Revolución de los claveles» que acabó con la Dictadura en Portugal:

 

Uno de los hitos de aquellas concentraciones fue la marcha de las flores en Lisboa, caracterizada por una multitud pertrechada de claveles, la flor de temporada. Una camarera, Celeste Caeiro, que regresaba a casa cargada de las flores que iban a ser entregadas a los asistentes de un banquete para celebrar el primer aniversario del restaurante de autoservicio «Sir» en la calle Braamcamp, el cual fue suspendido por la situación; no pudo dar el cigarrillo que un soldado le pedía desde un tanque en la plaza del Rossio, justo al inicio del Largo do Carmo, donde los tanques de los sublevados aguardaban nuevas órdenes en una tensa espera desde la madrugada. Como la joven solo llevaba los manojos de claveles, le dio uno. El soldado lo puso en su cañón y los compañeros repitieron el gesto colocándolos en sus fusiles, como símbolo de que no deseaban disparar sus armas, extendiéndose la acción por toda la ciudad ​ y generando el nombre con que la revuelta pasaría a la historia.

 

 

 

… Y así puede ser «La Revolución de las escobas»  que acabe con el Dictador Sánchez y sus mariachis comunistas

 

       Les aseguro que aquí, tal como están las cosas, no hace falta que surja un líder ni un Partido, aquí bastaría con que un barrendero despedido y en el paro o la señora Doña Juana que ha tenido que cerrar su pensión porque se la han okupado, levantase su escoba en alto y se dirigiera a la Moncloagritando: !Basta ya¡ ¡FUERA BASURA¡… porque antes de llegar a Arguelles serían ya miles de escobas, y en toda España millones, y millones de garganta gritando:

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           ! FUERA BASURA ¡ !FUERA BASURA¡

            ¡ ESPAÑA…ESPAÑA…ESPAÑA ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

      Y así hasta que el Dictador Sánchez y sus asesores y sus independentistas y sus nacionalistas y sus etarras, y los de los ERES y demás ralea saliendo por la Puerta de atrás de la Moncloa, con bandera blanca y pidiendo Justicia: ¡Cándido, Cándido, mueve a tus jueces, mueve a tus jueces…esto es un atropeyo, un atropeyo¡¡…yo no puedo sentarme en un banquillo, porque los de las escobas me condenarían por traición a la Patria!

      AY, pero Don Cándido ya estaba llegando a París.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.