21/11/2024 23:38
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Frecuentamos un aciago teatrillo de narcótica golfería pseudocientífica, suculento gansterismo intelectual, valleinclanesco esperpento pespunteado con trazas lovecraftianas. Mediante una total y descarnada ausencia de cualquier escrúpulo moral se sirven del engaño masivo para ir apuntalando el coronacircus o estafavirus o satancircus. Coronapollas, mejor. El putiferio paracientífico circundante transmuta concluyentemente en ramera del poder (bio)político.

La indemostrada existencia del virus

En ese sentido es dable recordar cuantas veces haga falta que todo el mundillo científico está trabajando con una secuencia genética que no se ha demostrado aún que pertenezca a un nuevo coronavirus. Ciencia ecuánime y objetiva, diga que sí. Recordemos, otra vez. Toda esta paranoia se sustenta en cimiento turbadoramente endeble. A Novel Coronavirus from Patients with Pneumonia in China, 2019. Realizado por el equipo del doctor Zhu, se presenta dicho estudio sin realizar el trabajo en condiciones científicas rigurosas. Admitido por ellos, violaron los cuatro Postulados de Koch, clave. Ejemplo, postulado número 2. El agente debe ser cultivado en un cultivo axénico puro aislado del cuerpo del animal. Éste y los otros tres, contravenidos.

Grotesca carnavalada, los cuates del doctor Zhu nunca mostraron evidencia alguna que demostrase que se usaron células epiteliales de las vías respiratorias humanas para aislar el virus. Y, aún, algo más alarmante y cochambroso. Ni siquiera existen los más leves indicios de que las presuntas partículas virales se hayan aislado/purificado, exponiendo este dato, clave otra vez, que no se ha comprobado el origen viral del ARN. Lo dicho, sin aislamiento y purificación, no puede haber secuenciación genética.

Todavía, medio año después, seguimos aguardando. El estudio en cuestión postuló la existencia de un nuevo coronavirus. El SARS- Cov-2. Postular no es demostrar. Fin del asunto. El virus jamás fue aislado. Sin su aislamiento, no puede demostrarse su propia existencia. Luego, lo que todos padecemos. El horror. La bola de nieve imparable, la indetenible retroalimentación. Tras la primera gran trola, el resto idéntico, cada vez más agigantado.

Tests, fallando como escopetas de feria

Todos los kits de diagnóstico citados en la web de la Organización Mafiosa de la Salud para detectar el nuevo bicharraco se basan en la secuencia proporcionada por Na Zhu y cía, cuando este equipo, como dijimos, no ha demostrado la existencia del virus presuntamente divisado en los tests. En ese sentido, repitamos de nuevo, los tests o las pruebas que se están utilizando actualmente para diagnosticar el SARS- CoV-2 carecen de contenido y rigor científico. Tanto los falsarios PCR como los test de anticuerpos: dos putos fraudes.

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PCR, pruebas insuficientemente concluyentes. PCR, diversidad metodológica que limita todavía más su credibilidad. Test distintos, resultados distintos. Patético. En ese sentido, su descubridor, Kary Banks Mullis, renegó en su día absolutamente del uso que se hace de ellos. PCR, pruebas diagnósticas cuantitativas, jamás cualitativas. Pruebas que huyen, como el Lute de los maderos, de la necesaria especificidad requerida. ¿Se entiendo el abismal matiz?

Los PCR y sus abundantísimos falsos positivos, rozando el 60% de media. Los PCR pueden estar reaccionando a otros virus (coronavirus o no) o variadas fuentes genéticas. Una pregunta inocente. ¿Cómo es posible afirmar, sin ruborizarse, que los PCR detectan el genoma vírico por el hecho de haber localizado una minúscula cantidad (aprox. 1%) de las letras, unas treinta mil, que formarían el SARS-CoV-2?

Hormigueemos. A la hora de diseñar tests -y sus consiguientes instrucciones de uso – se pueden forzar las condiciones de temperatura y concentración. Manipular, vamos. Manipular porque poco importa la ciencia. Solo su utilización política. Planetaria, en esta ocasión. Realpolitik. Más «contagiados», más muertos, más enajenación. El hoy, el mañana. Pretexto sanitario, liberticidio y ruina reales.

Mentira y miedo, el cóctel perfecto

Un presunto virus, SARS-CoV-2, que provoca una supuesta enfermedad bautizada como Covid-19. Todo presunciones. Se coctelean los dos mejores ingredientes: mentira y miedo. Nada más que otra epidemia de gripe, la tasa de mortalidad a la que debe prestarse auténtica atención son todas aquellas muertes que se han producido durante el secuestro domiciliario. Defunciones: paro crónico y hambrunas en occidente.

La genuina epidemia: caja tonta y redes sociales. Han lavado el cerebro de poblaciones completas. Lo que resulta de ellas es miedo, ansiedad e impedimento de analizar gélida y sosegadamente estadísticas reales. Se han dado los ingredientes ideales para una histeria colectiva monstruosa. Pánico, medidas draconianas, más pánico. Ida de olla definitiva. Si la población no estuviera en este psicótico estado emocional podría coscarse y ver que esto no es más que otra epidemia de gripe. Quince por ciento mayor a la epidemia de fiebre común de 2017, bastante chunga por cierto. Mentira desvelada. De hecho, gripes estacionales las ha habido peores. A nadie le preocuparon aquellos muertos. ¿Diez días de luto? Risas. Tan solo existen insuperables demencia y ceguera de masas.

Injustificable injusticia

La mortalidad como consecuencia del SARS-CoV-2, cifra imaginaria, dado que simplemente se modificó la etiqueta de causa de muerte. Padecimientos cardiacos y pulmonares, tumores metastásicos, demencias, leucemias. Y tantas. Pero, al final, todo es coronavirus. No tienen ni el sutil detalle de distinguir entre mortalidad y letalidad. O, refinado valor de las preposiciones, entre muertos de coronavirus y muertos por coronavirus. Y, como dijimos antes, la cantidad de casos registrados también es falsa porque la cifra depende de la cantidad de los irrisorios y tramposos tests. Cuanta más gente se los haga, más infecciones se lograrán. Perfecto para la bola de nieve. Y para que nos vuelvan a arrestar en nuestros hogares cuando les pete.

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Nada – nada- puede justificar la destrucción de la vida de la gente. Lo vivido. Pero lo han hecho. Y tantos aplaudieron. Y la derecha nacional, parlamentaria y extraparlamentaria: más tests, más muertos, más mascarillas, más vacunas obligatorias. Con su erráticas y repugnante oposición, atiborran infinitamente a la burra globalista. Sánchez, macabra marioneta de la pollina. Atizan a Cum Fraude y al hijo del terrorista, pero sorben el chumi de la siniestra acémila globalista. Con su patética oposición, su “querida” España, de nación a rebaño. Gracias.

Amar al opresor, odiar al oprimido

Mientras arde Usa, tras otra salvajada policial contra los negratas, recuerdo el prodigioso inicio de Malcolm X de Spike Lee. Renegar de todo. Cuando tu patria ya no es tu patria. Y tus compatriotas, entes muy ajenos a ti. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.