23/11/2024 00:33
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¿Declararnos derrotados? Eso es lo que quieren la prensa mentirosa, los arrogantes de los medios sociales y los demócratas mafiosos que protagonizaron el fraude. Ellos pusieron la corona de la victoria sobre la cabeza errática de Joe Biden con el propósito de que nosotros aceptáramos la derrota y nos fuéramos a casa. Pero yo no puedo aceptar una victoria basada en estrechos márgenes. No puedo aceptar una victoria donde no se han contado todos los votos. No puedo aceptar una victoria con estados como Wisconsin, Georgia, y probablemente Arizona y Pennsylvania que están contando de nuevo los votos. Y no puedo aceptar una victoria plagada por la creciente evidencia de irregularidades y hasta de fraudes flagrantes en ciudades como Milwaukee, Detroit y Philadelphia.

Ahora bien, tampoco voy a sembrar falsas esperanzas que si no se hacen realidad debiliten nuestra voluntad para una lucha que será larga y despiadada. Ni jamás me dejare derrotar por las mentiras y los fraudes de una gente para quienes el logro del poder absoluto justifica el uso de cualquier medio por despreciable que éste pueda ser. De ninguna manera. Como dije en mi artículo de la semana pasada estamos en medio de una guerra por la supervivencia de América y las guerras se hacen para ganarlas o no se hacen. Si no peleamos sin miedo sin descanso y sin cuartel corremos el riesgo de ser derrotados.

A mayor abundamiento, el fraude electoral en los Estados Unidos no es algo nuevo. Ya lo hemos sufrido en otros tiempos. Entre otros ejemplos, Lyndon Johnson, el futuro campeón del estado benefactor de la «Gran Sociedad», ganó su primera elección al Senado del estado de Texas en 1948 por medio de un fraude electoral. En 1960. John Kennedy ganó la presidencia de los Estados Unidos gracias a un fraude electoral perpetrado en la ciudad de Chicago por el alcalde Richard Daley.

A pesar de que la prevención del fraude electoral debería de ser una de las prioridades de cualquier elección, las leyes y procedimientos electorales de muchos estados estimulan y facilitan el fraude en unas más que en otras. Hay muchas situaciones que tienen que ser remediadas. Por ejemplo, una de ellas es el llamado «ballot harvesting» o cosecha de boletas en español. Este es un procedimiento por el cual activistas políticos recopilan boletas de los votantes y las llevan a los colegios electorales.

Otra de las amenazas a la integridad de los procesos electorales es el ejercicio del voto por personas que no son ciudadanos de este país. Esta situación es facilitada por la extensión de licencias de conducir a residentes ilegales. Un  caso en cuestión es el del estado de Nueva York. La votación anticipada y las boletas ausentes también ponen en peligro la integridad de los procesos electorales. Asimismo, los cambios acelerados en las leyes electorales de los estados causadas por la pandemia del coronavirus también han aumentado los riesgos a la integridad de las elecciones.

Otro riesgo son los muertos que votan. Por ejemplo, la Fundación Legal para el Interés Público descubrió que cerca de 350,000 muertos estaban todavía en las listas de votantes de 40 estados y más de 50,000 ciudadanos habían votado dos veces. Al mismo tiempo, muchos funcionarios electorales en Detroit y Philadelphia habían impedido que los encargados de supervisar las elecciones entraran a los colegios. Y digno de preocupación es el hecho de que, a diferencia de elecciones anteriores, estas elecciones de 2020 no fueron decididas al final de esa noche.

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Ahora bien, la emisión de carnets de identificación de votantes sería un gran paso hacia la solución de muchos de estos problemas. Además, los estados deberían de dar prioridad a procedimientos seguros y transparentes como es la votación en persona en los colegios electorales.

Al mismo tiempo, algo de lo que tenemos que estar seguros es de que todas las boletas legalmente emitidas sean contadas. Porque las elecciones en América son los cimientos de esta república. El voto es el derecho más importante de un ciudadano americano. Si la integridad de las elecciones es cuestionada, el voto no tiene valor alguno y la democracia desaparece.

No olvidemos que en el año 2,000, Al Gore sometió a este país a la tortura de 37 días de recuentos y prolongado alegatos legales sobre inseguridad de boletas en el estado de la Florida. Creo que Donald Trump merece la misma oportunidad de presentar su caso por fraude y de asegurarse de que las reglas que gobiernan el conteo de los votos sean legales. En aquel momento, George W. Bush ganó la presidencia por el estrecho margen de 537 votos.

Por otra parte, los juicios de destitución, la falsa conspiración con Rusia, la «resistencia» y la parcialidad de la prensa son pruebas de que Donald Trump ha sido perseguido con un odio sin precedentes en la historia política de este país. Durante casi cuatro años hemos sido testigos de intentos de destruirlo por parte de las instituciones más poderosas de los Estados Unidos y hasta de la misma burocracia federal. Lo demuestra el hecho de que el 95 por ciento de los residentes del Distrito de Columbia voto por Joe Biden.

Sin embargo, ahora nos dicen que no se permite cuestionar las irregularidades de las elecciones. Que todo fue perfecto, transparente y de acuerdo a la ley. Pero hay una cosa segura: los medios de información no determinan quién fue el ganador. Esa es la razón por la cual tenemos leyes y tribunales.

Con los resultados obtenidos en estas elecciones de 2020, se ha hecho evidente que el fraude de votación se ha convertido ahora más que nunca en una amenaza clara y total al sistema electoral de esta república. Las legislaturas estatales deben de investigar toda posible actividad fraudulenta, llevar a cabo sesiones especiales y poner en vigor fuertes reformas que garanticen la confianza en estas elecciones de 2020 y en los resultados de futuros procesos electorales.

El Artículo I, Sección 4 y el Artículo II, Sección 1, de la constitución de los Estados Unidos otorga a las legislaturas estatales una autoridad primaria sobre las elecciones federales. Ante el caos de estas elecciones, es hora de que los legisladores estatales ejerzan esta autoridad. Sobre todo cuando los medios de información masiva se han arrogado el derecho de determinar el resultado de las elecciones.

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Por ejemplo, la Cadena Fox News, hasta ahora considerada un medio conservador, ha empezado a girar hacia la izquierda en estas últimas elecciones. Utilizaron un procedimiento conocido como «algoritmo»− basado en encuestas de salida de urna− que nada tiene que ver con el conteo de votos−para determinar los ganadores de las elecciones en diferentes estados. Se negaron a declarar a Trump ganador en Florida, Ohio, North Carolina & Texas a pesar de que él estaba delante cuando cerraron las urnas, Sin embargo, declararon a Biden ganador en Virginia y Arizona antes de que cerraran las urnas.

Y como para que nadie albergue dudas, Fox News suspendió el show de Jenine Pirro el sábado pasado a causa de su supuesto apoyo al Presidente Trump en estas elecciones de 2020. Estos son tres strikes contra Fox News: 1) Atribuir Arizona a Biden, 2) conceder el triunfo a Biden y 3) suspender el show de Jenine Pirro. Los televidentes conservadores y los partidario de Donald Trump deben de castigar severamente a Fox News por este acto de traición en un momento de tanta trascendencia.

En conclusión, los demócratas podrían estar en la situación del pobre en cuya casa la alegría dura muy poco. Esta elección no ha terminado: Donald Trump se prepara para hacer frente al fraude y desafiar a Joe Biden. Ningún ganador ha sido declarado, y desde el 4 de noviembre hasta la fecha se han modificado los resultados y el candidato demócrata parece próximo a declararse ganador, en medio de incontables irregularidades y pruebas de fraude electoral.

Mientras tanto, el equipo legal del Presidente ha solicitado recuentos, ha judicializado las elecciones en múltiples Estados y se encuentra recopilando evidencias del fraude, surge una pregunta: ¿qué sucede si la justicia no se expide a tiempo, y no hay un ganador definido antes de los plazos estipulados legalmente? Para responder esta interrogante, lo primero que se debe tener en cuenta es que el tiempo está del lado del Presidente Trump. La bomba de tiempo la tienen los demócratas. Y es que, si los casos de fraude son múltiples y no están suficientemente resueltos en un plazo breve y perentorio, Donald Trump va a ser reelecto.

Ahora bien, gane o pierda, Donald Trump no es un fenómenos transitorio. Es un ídolo de multitudes que le gritan a todo pulmón: «Nosotros te amamos». Eso no se lo dijeron ni siguiera a Ronald Reagan, el hombre que puso de moda el conservadurismo en los Estados Unidos. En el 2024 Donald Trump podría aspirar de nuevo. Si decide no hacerlo, el republicano que tenga su apoyo será el postulado por el partido con una alta probabilidad de ganar la presidencia.

Autor

REDACCIÓN