22/11/2024 01:00
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Ya recorremos el año 2022 del calendario impuesto por el Papa Gregorio XIII en 1582. Ya estamos en la cuesta de enero y esta vez parece más empinada que nunca. En esta primera semana del segundo año de la nueva era nacida con el SARS-CoV-2, ni siquiera el Papa boloñés del siglo XVI, ni Nostradamus, George Orwell, Ray Bradbury, Francis Fukuyama, ni nosotros mismos hubiéramos podido imaginar un comienzo de año como este.

La frontera virtual del calendario nada influye en el cambio de los acontecimientos. Los hechos políticos y sociales de hoy, y que en el futuro serán Historia, siguen siendo guionizados por poderosos escritores, protagonizados por malos actores a sueldo, y las inmensas mayorías no dejan de ser espectadores. Eso sí, pasando primero rigurosamente por taquilla. Al cruzar esa frontera virtual del calendario después del mazapán y el roscón, nos damos cuenta que la película sigue siendo la misma.

Pasamos del 21 al 22 con el terror informativo mediático a pleno rendimiento: España líder en contagios en Europa, incidencia desbocada, aumento descontrolado de casos, contagio desbordado, el sistema sanitario colapsado y demás tópicos manidos en los titulares de los telediarios. El miedo, si en algún momento parecía disminuir, hoy vuelve a ser el protagonista indiscutible en las pantallas de televisión.

En España estamos promediando la legislatura. Recordemos que, en estos dos años distópicos, el gobierno impuso su hoja de ruta durante dos Estados de Alarma ilegales dictaminado por la justicia, sin control parlamentario y con el cierre del Congreso incluido.

Durante estos dos años han sido aprobados los Presupuestos Generales del Estado con los votos y las concesiones a los comunistas, separatistas y terroristas, la Ley de Eutanasia o de Muerte Digna, la Ley de Cambio Climático, la Ley de protección a la infancia frente a la violencia, bautizada como Ley Rhodes, la nueva Ley de Educación, la Reforma Laboral y de Pensiones, y todas ellas tituladas eufemísticamente de manera aceptable y normalizadas según el canon de la corrección política.

Junto a las ya aprobadas están a punto la Ley de Seguridad Ciudadana, la de Memoria Democrática o de Memoria Histórica Reload, la Ley Trans o de Libertad Sexual y la de Vivienda. Todas ellas de indudable carácter ideológico sectario. Pero no hay prisa, el periodo ordinario de sesiones comienza oficialmente en febrero, sus señorías deben reponerse de la resaca de la celebración de las fiestas.

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Lamentablemente hoy en España y Occidente todo es relativo salvo algunos dogmas de fe de lo políticamente correcto. Las mayorías ya no ejercen la soberanía y la autoridad, sino que callan, temen, o miran hacia otro lado. La tiranía de las minorías vocingleras y obedientes con el fanatismo del converso son los serviles peones del poder totalitario con rostro humano del globalismo. Mientras tanto aquí los precios básicos de la economía están disparados, la inflación ya es una realidad para los españoles que son líderes en paro en Europa.

Además de la calamitosa situación, ahora divididos, igual que en Argentina, por una nueva estúpida y falsa grieta, la que divide a Djokovic-Nadal, y la abierta entre los que se han vacunado y los que no, entre los que no lo dicen y lo han hecho o lo contrario y los que mienten en todas las ocasiones. El tenista de élite serbio, retenido en Australia por no presentar pasaporte COVID para jugar el abierto de tenis, ha sido comparado con Jesucristo y Espartaco. Las redes sociales estallaron y muchos han visto en Novac Djokovic a un héroe y líder del mundo libre. A Rafa Nadal le han llamado vendido al globalismo, traidor, miserable… Ni el serbio es un héroe, ni el español un traidor. El heroísmo es otra cosa y la traición también. Por lo visto, lo que no queda claro es si los efectos de Ómicron o de Pfizer han mellado también el cerebro las masas en las RRSS.  

Este inicio de año vuelvo a preguntarme de que sirven la política, los partidos y la democracia si no es para garantizar la justicia, la libertad, la soberanía, el orden y las leyes que lo sustenta, y si los tenemos y nos pasa nos lo merecemos…

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Afortunadamente nos queda la esperanza de que este pasado 6 de enero los Reyes Magos hayan dejado una buena provisión de carbón a los que sobradamente lo merecen, antes de que sea prohibido definitivamente por contaminante y no sostenible.

Autor

José Papparelli