24/11/2024 18:10
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**Igual que el marxismo, el feminismo juega esencialmente con el victimismo, un sentimiento permanente en el ser humano y fácilmente explotable por la demagogia. Durante milenos, el “patriarcado” habría oprimido, explotado y apartado de toda creatividad a “la Mujer” (la transmisión de la vida y la crianza no son “creativas” a su juicio). La realidad histórica es que las mujeres de clase alta siempre han disfrutado de mejor posición, comodidades y derechos que los hombre de clase baja. Y que los oficios y posiciones a los que pueden acceder hoy no han caído del cielo, sino que han sido  desarrollados de manera casi exclusiva por varones, con enormes esfuerzos y a menudo sacrificios y  peligros, y en gran  medida por proteger a sus familias, es decir, a las mujeres y los niños. 
**Marxismo y feminismo. Las relaciones laborales siempre tienen un fuerte sesgo conflictivo. La  idea marxista de que la economía pudiera funcionar sin empresarios, sustituidos por los obreros o por el estado, es concebible y hasta cierto punto ha funcionado, aunque muy mal.   En cambio no es concebible que la vida humana “funcione”  sin  hombres o sin mujeres. La relación entre ambos sexos, aunque no exenta de conflicto, es fundamentalmente amorosa, pues de otro modo sería imposible la reproducción. El feminismo empeora mucho al marxismo, porque ve la relación como esencialmente de poder, por tanto conflictiva, y en su lógica llevaría a la extinción de la humanidad.
**La alianza feminista-homosexista, al igual que la obsesión por el aborto como signo distintivo de una igualdad ilusoria, conducen ciertamente a la abolición de la humanidad. Así como el marxismo conduce por lógica a sociedades totalitarias y prácticamente esclavistas, la evolución del feminismo es más radical:  obsesionado por la relación de poder entre los sexos, que finalmente entiende como inevitable opresión por parte del varón, empuja hacia  proyectos histéricos  como la  utilización de la ciencia para transformar la especie humana en otra cosa, sin hombres ni mujeres. (Donna Haraway, Manifiesto Cyborg) 
**El marxismo esclavizaba a los proletarios en nombre del Proletariado, y concentraba al máximo el poder en una ínfima minoría en nombre de “la Igualdad social”. Había en él un elemento de histeria. La histeria feminista aspira a ir más allá: no solo aspira a imponer la máxima opresión sobre  las mujeres (sobre lo que las caracteriza ante todo) en nombre de “la Mujer”, sino a  la extinción de la humanidad en nombre de “la Igualdad” de los sexos.

Autor

Pio Moa
Pio Moa
Nació en 1948, en Vigo. Participó en la oposición antifranquista dentro del PCE y el PCE(r)-Grapo. En 1977 fue expulsado de este último partido e inició un proceso de reflexión y crítica del marxismo. Ha escrito De un tiempo y de un país, sobre su experiencia como "revolucionario profesional" comunista.

En 1999 publicó Los orígenes de la guerra civil, que junto con Los personajes de la República vistos por ellos mismos El derrumbe de la República y la guerra civil conforman una trilogía que ha cambiado radicalmente las perspectivas sobre el primer tercio del siglo XX español. Continuó su labor con Los mitos de la guerra civil, Una historia chocante (sobre los nacionalismos periféricos), Años de hierro (sobre la época de 1939 a 1945), Viaje por la Vía de la Plata, Franco para antifranquistasLa quiebra de la historia progresista y otros títulos. En la actualidad colabora en ÑTV, Libertad DigitalEl Economista y Época.