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Llegados al punto en que nos hallamos, es decir, con un Gobierno descaradamente totalitario, antidemocrático y que marcha directo a culminar sus ansias de implantar en España una dictadura marxista, hoy de corte bolivariano, con la ayuda hipócrita y cobarde de una oposición mediocre, timorata y estúpida; cuando tienen que ser civiles indefensos, paisanos, el pueblo llano, quienes, presentando rostro a la impunidad y opresión, se echen a la calle por la libertad, la dignidad y la justicia; clama al cielo observar la actitud de las FF.AA. y de las policiales, éstas últimas de todo tipo.

Las FF.AA., sumidas, como siempre, en un silencio sepulcral, en una inhibición absoluta, tapan sus vergüenzas con ese postureo patético que sólo ellos se creen ya. Las fuerzas policiales, reprimiendo brutal e ilegalmente al pueblo, intentan lavar su cara profiriendo quejas afeminadas de que “se están pasando líneas rojas”… que hace ya décadas que se traspasaron. Ambas, FF.AA. y policiales, escudándose, en definitiva, en un concepto maniqueo y mezquino, cobarde e increíble, de la disciplina y la obediencia debidas, se han convertido en colaboradores necesarios y esenciales de la imposición de esa dictadura marxista; y como tal degenerada.

Ante todo, España, su unidad, libertad y dignidad. Ante todo, el pueblo español libre. La Constitución en vigor… por ahora, bien que por todos vulnerada y aún a pesar de graves defectos, contempla en varios de sus artículos, especialmente en el 8º en lo que a las FF.AA. se refiere, la obligación inexcusable de actuar constitucionalmente, si llegara el caso, como las evidencias demuestran que ha llegado, para evitar que incluso los designados a dirigirnos hagan de su capa un sayo, de nuestra patria un cortijo y de todos nosotros esclavos.

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Cuando la disciplina y la obediencia debidas se tergiversan, se vuelven traición. Cuando se esgrimen como excusa para no cumplir con las obligaciones y responsabilidades esenciales inherentes a dichas instituciones, las convierten en cómplices activos de los males que nos agitan y aún más de los gravísimos que se atisban en el horizonte cercano, porque nadie dude que hay una parte del pueblo español que no se va a dejar someter al totalitarismo anacrónico y criminal, degenerado y disolvente, que se nos está imponiendo.

Si dichas instituciones, si quienes las forman, no cumplen con sus sagrados deberes para con la patria, la nación, para con España, para con el pueblo español, llegado el momento habrá que exigirles responsabilidades. Que entonces no vengan con lo de la disciplina y la obediencia, porque todos sabemos que habrá sido traición.

Autor

Francisco Bendala Ayuso