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Dentro de muy poco, muy poquito, tendré que cambiar el título de estos ensayos, pues ya no podrán ser liberales; es decir, ya no podrán ser generosos por su virtud moral, no podrán apegarse a la verdad, porque ésta estará promulgada por la tiranía del Gobierno-Estado progresista y democrático con bonita (de momento, que todo se andará) Corona sancionadora.
Y, los buenos ciudadanos, a la hora de elegir culpable, tendrán también sus propias inclinaciones afectivas (no pidamos más), que para gustos hay colores.
Los liberales (ahora sí entiéndase el término en tono decimonónico, no clásico) y demócratas manifestarán que la sacralizada Constitución del 78 no se cumplió apropiadamente. Pero ¿qué más democrático y liberal que seguir contando los votos para obedecer la verdadera voluntad popular?, a la que ninguna norma podrá amordazar, faltaría más.
Los monárquicos argumentarán que el rey tiene las manos atadas, que, como un pelele cualquiera, solamente le sueltan la mano para firmar y sancionar cualquier aberración salida de los caprichosos representantes del pueblo.
Yo no sé si el rey tiene las manos y la voluntad sometidas a la legislación vigente, a la voluntad de la masa, pero, y eso es lo maravilloso, el honor personal y nacional son libres, y están por encima de toda discusión. Como diría Santa Teresa, a mi parecer, que soy un hombre (¿aún se puede decir esto?) muy antiguo.
Por otro lado también, como ya señalaron nuestros clásicos, nacionales y extranjeros, si una ley no hace justicia, si no se encamina a la perfección social, es una ley inicua contra la que debemos luchar, a la que debemos virilmente desobedecer. ¿Virilmente?, tengo miedo, ¿no será esta afirmación también condigna de castigo?
Sí, se consolida la vileza nacional con la aprobación de la Ley de Memoria Democrática: Ilegalizar el sistema franquista (léase con sumo desprecio y odio por favor); censo de víctimas y mapas de fosas (solamente de un lado, claro); resignificación (sic) de lo que ya tiene significado propio, el Valle de los Caídos; sanción de hasta 150.000 euros a la apología de la verdad, perdón, del franquismo; solamente casos hasta 1983, para incluir a todas las víctimas de la lucha por la democracia (lástima yo ya no entro como víctima, porque me casé en 1984).
Qué importante es el gesto, por eso deberíamos cuidarlo tanto, educarlo. Ya hablaba el maestro de mi padre D. Gregorio Marañón, de la magia del gesto, de aquella pulsión que evidencia el sentimiento o inclinación interior, y ordenado en la educación cabal de la persona, es forjador de espíritu y carácter. Por cierto, quizá dentro de poco solamente podamos mencionar sesgadamente a D. Gregorio, pues fue un traidor a la República; habrá que sentarlo en el banquillo de los acusados y dar severo ejemplo con él.
Sentí verdadera vergüenza personal y nacional, al ver el gesto del rey del Reino de España (antes nos conformábamos con el solo nombre de España) ante Biden, una burla a nuestra impar historia, a nuestro honor nacional, y un guiño a todo el macabro compromiso disolvente de la agenda 20-30, a la que el monarca pertenece, y cuyo feliz sometimiento manifiesta también luciendo su símbolo en la solapa.
Todo un escarnio el discurso de Biden, pero eso no nos debe ofender tanto como la actitud, el gesto, de su resignada y feliz majestad, representante y heredero de toda la grandeza de España. El presidente de EE.UU. expresa, en inglés, claro: «Algunos dicen que no seríamos un país independiente sin vosotros, chicos».
El rey de España, echa su cabeza hacia atrás y ríe, qué bromista el Biden este. Tenía razón cuando dijo inmediatamente antes de estas palabras: «Ahora, bajo la majestuosidad de este palacio, tenemos que compartir los mismos valores». Es claro que sí, la misma agenda. En una burlona, simple y corta manifestación, el desprecio a la monarquía (que podría interpretarse solamente como una majadería), a la grandiosa historia de España (claro, si no se compara con aquel vetusto país llamado Estados Unidos, que no sé que nombre es ese para una nación), y una condena al futuro de España y del mundo. Muy bien, Biden en su línea, el acompañante también.
Lástima que, de seguir así las cosas, ya no tendremos oportunidad de dar lecciones de verdadera historia, ni de dignidad, porque ésta habrá desaparecido, y de aquella solamente tendremos la oficial. España, un azucarillo en el café descafeinado del progresismo feroz.
Ahora, solamente nos queda el derecho y el deber de la sana rebeldía; todos los compatriotas honestos deberíamos juntarnos en el bar del chino facha (o en cualquiera de esos otros diseminados por nuestra triste Piel de Toro), y hablar a voz en cuello de la verdad ultrajada y prohibida, poner en nuestro pecho, nuestros coches, nuestras casas, los símbolos de la dignidad y la salvación de España, de aquellos que una vez se negaron al suicidio o el asesinato de patria.
A España la quieren enterrar bajo el estiércol repugnante del más despiadado, inmoral e inhumano progresismo, pero de las semillas enterradas en ese fétido estiércol, saldrán más fuertes que nunca los robles de España.
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