24/11/2024 08:50
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Son miles los libros que se han escrito sobre lo que sucedió el 18 de julio de 1936 y sus consecuencias posteriores. No esperen aprender nada de cuanto escribo en estas líneas. No soy historiador ni siquiera por aproximación. Todo cuanto sé de lo que aconteció ese día no es producto de la lectura, que también, sino del relato directo y cercano de quienes lo vivieron en sus carnes: mis padres y mis dos abuelas. Y no sólo desde la subjetividad lógica de quienes formaron parte en su mayoría del bando nacional. También de quienes estuvieron en el bando republicano o más bien rojo por llamar a las cosas por su nombre. En muchas familias hubo personas en ambos bandos. En la mía también.

Que el alzamiento militar se produjo ante lo que era una situación política insostenible es algo más que obvio salvo para los adoctrinados en la mentira sectaria  dominante de nuestros días.

Que el alzamiento se produjo, y precipitó, además, porque la revolución marxista estaba absolutamente preparada para ser desatada ese mismo verano. Algo que historiadores de prestigio han dejado bien claro: el propio Komitern preparaba la revolución socialista en España bajo la dirección de Largo Caballero.

En cualquier caso fuera lo que fuese no debería ser más que objeto de estudio por historiadores toda vez que son sucesos acaecidos hace más de ochenta años; sin embargo y por mor de los intereses políticos de nuestro actual Gobierno, más comunista que socialista, son hechos que están presentes en nuestros días. Han sido socialistas como Zapatero o Sánchez, merced también a la incompetencia y abulia relativista de Rajoy, quienes con sus leyes sectarias nos han abocado a repensar porqué más de media España se alzó en armas contra quienes, entonces , como les gustaría a estos sectarios de hoy, pretendieron convertir España en una nación comunista a merced del todopoderoso Stalin.

Hoy las circunstancias no son afortunadamente las mismas que las de entonces – en esencia porque hubo un gobernante llamado Francisco Franco que transformó socialmente España al crear una clase media, entonces inexistente, que constituye hoy el principal valladar ante cualquier revolución – pero empiezan a ser muy parecidas en muchos aspectos : los desaforados ataques contra la institución monárquica – con argumentos  nada desdeñables y con peso ciertamente real en muchos casos -, los enfrentamientos partidistas donde priman más los intereses de los partidos que el de los españoles, las divisiones regionales alentadas desde el poder al amparo de las ansias de tanto aldeano andante con ansias de virreinatos taifales y la mediocridad de la mayoría de los dirigentes políticos actuales nos hacen retroceder 80 años en nuestra historia como si se tratase de un “deja vu”.

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Por supuesto que todo obedece a una estrategia social comunista de libro pero ¡ ojo ! en estos momentos, también, y sobre todo, a la necesidad de tapar que han habido casi 50000 muertos, muchos de ellos debidos a la negligencia e incompetencia de los actuales dirigentes socialcomunistas. Primero los esconden – lo que no se ve no existe – y luego desvían la opinión pública hacia otros asuntos para que no se hable de esta enorme desgracia. 

Pese a todo, y aunque a muchos les gustaría lo contrario, no se dan las circunstancias para que hoy pudiera producirse algo parecido a lo que sucedió entonces. No se dan de momento ¡ ojo ! mientras no se rompa la unidad nacional ni se instale por vías “gramscianas” un gobierno bolivariano como Iglesias y sus colegas desearían. Decía antes que la clase media creada por el franquismo era el principal valladar para cualquier tipo de revolución y esto lo saben muy bien los ansiosos de la trifulca; consecuentemente asistimos a un progresivo deterioro y empobrecimiento calculado de la población, sabiamente organizado, para eliminar paulatinamente ese valladar social de la clase media y crear un voto creciente subvencionado y dependiente.

 

Más todo esto no obsta para que desde esta tribuna de la FNFF recordemos con orgullo y admiración a tantos miles de españoles, jóvenes en su mayoría, que no dudaron en 1936 dar sus vidas por la causa de la España cristiana y unida. Aquella fue para mí una generación irrepetible y cuyo esfuerzo y su victoria en la guerra propiciaron luego en la paz la mayor transformación social y económica de toda su historia. ¿Qué fuerza superior fue la que empujó a aquellos jóvenes de entonces a esa empresa titánica? Sin duda un espíritu nacional que veo hoy dormido pero que tiene que despertar. No puede haber desaparecido. Sí, hoy no hay líderes como los que levantaron al requeté o a los falangistas en 1936 ni líderes carismáticos en el Ejercito como los endurecidos africanistas de entonces pero tampoco los había en 1808 y entonces el pueblo sí que resucitó y vaya que lo hizo.

No, que nadie me malentienda. Yo no propago la necesidad de un nuevo alzamiento tal como fue el de entonces. De ninguna de las maneras. Líbreme Dios de proponer algo así. Si algo hemos aprendido de nuestra historia y de aquellos días es que algo tan terrible no puede volver a suceder. NUNCA. Jamás derramamiento de sangre entre hermanos otra vez. Tan convencido estoy de esto como de que es inadmisible lo que estamos viendo continuamente en nuestra patria en estos momentos. Y es que no todos piensan igual : hay unos que si han matado – y si no siguen haciéndolo es porque ya han obtenido en buena parte lo que buscaban – y que son considerados como héroes por algunos en las vascongadas y donde otros en Cataluña se instalan en un golpe de estado permanente con absoluta impunidad ante la pasividad de quienes tienen la responsabilidad de evitarlo; esta es la perspectiva desde la que yo veo los sucesos de julio de 1936. Es necesario aprender de la historia. Todos. Ojalá unos cesaran en sus actividades revolucionarias queriendo imponernos al resto de la sociedad sus postulados a la fuerza, al amparo de esta mal llamada democracia, y otros despertaran del letargo relativista moral en el que se han instalado y que nos ha llevado a donde estamos. Me temo que ambos casos no constituyen más que una ilusión, una quimera, y se avecinan malos momentos si cabe aún más peligrosos que los presentes.

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Hoy en julio de 2020 es necesario un nuevo alzamiento moral que restaure la verdad frente a la mentira imperante en nuestra sociedad y que nos aúne frente a la diversidad impuesta acabando con la degradación presente que nos ahoga, un alzamiento que nos devuelva el sentido universal de nuestra cultura y de nuestra historia. Todo cuanto se nos está negando hoy.

 

Nuestro ejemplo son y serán los hombres y mujeres que en aquellos días presentían en sus entrañas el amanecer en la alegría siguiendo las palabras proféticas de José Antonio de que su sitio estaba al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo y en lo alto las estrellas.

Sí, contemplamos su gesta con orgullo. Nada ni nadie podrá impedirnos la defensa de lo que significó su sacrificio y si muchos la han olvidado nosotros no.

Por Dios, la patria y la justicia:

VIVA ESPAÑA

ARRIBA ESPAÑA

Autor

General Chicharro
General Chicharro