22/11/2024 10:52
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Se llama Clay Clark. Es empresario estadounidense, consultor, escritor y fundador de Thrive15.com, interesante material educativo en línea, buen recurso para  miles de empresarios en 41 países. Clay Clark ha sido galardonado, desde hace tiempo, con numerosos premios otorgados por sus propios compañeros.

Gates y Epstein

El pasado 16 de julio en Newsmax, sitio web estadounidense de noticias y opinión fundado por Christopher Ruddy y producido por Newsmax Media, Clay se vistió por lo pies. Sobre Bill Gates, uno de los grandes puppetmaster de la falsa pandemia del coronavirus afirmó, que «no creo que debamos escuchar a un pedófilo sobre cómo tratar a nuestros hijos, no deberíamos estar escuchando a las personas que pasan tiempo con pedófilos, en lo que se refiere a nuestros hijos«.

Además de Gates se refirió a Anthony Fauci, el siniestro asesor vacunero de Trump. Podría haberse acordado del más repugnante de todos, Alan Dershowitz, picapleitos y gallifantes yanqui. Los tres, presuntamente, vinculados a la criminal trama pedófila del «suicidado» Jeffrey Epstein. A su isla de la pedofilia, ínsula pederasta VIP, arrecife de las Lolitas. Oficialmente, La Isla Pequeña Saint James, una de las Islas Vírgenes (curiosa elección) de Usa, ubicada en el extremo suroriental de la gran isla de St. Thomas, distrito de Saint Thomas Island.

Y en España, cuándo

Tres de una kilométrica lista de gente con mucho – muchísimo- poder en Yanquilandia. Y Clay Clark se vistió por los pies. Y lo expuso. ¿Algo parecido en España con nuestras degeneradas élites? Eso sí, al menos fíjense en la cara de la presentadora de la tele yanqui. Es de traca. En fin.

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Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.