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Hace menos de un año atrás, en la era pre-covid19, un guía de turismo español me comentó un hecho curioso acerca de una conversación normal y aparentemente amigable que tuvo con una señora estadounidense que se encontraba de vacaciones en España.
La turista le preguntó que pensaba acerca del fenómeno de la inmigración y de los refugiados en Europa y en España. Un tanto sorprendido por su interés más allá de lo turístico, ya que normalmente las inquietudes suelen ser más acerca del paisaje, la historia, la gastronomía o los monumentos, el guía comentó con mucho tacto lo que pensaba acerca del tema.
Le contó el caos y descontrol al llegar a Europa de manera clandestina; el colapso y precariedad de los centros de acogida; el desarraigo sufrido en un país extraño para ellos y la falta de inserción social que impedía cualquier plan de futuro y bienestar genuino; el único recurso de ser mantenidos con el dinero del Estado o la salida de caer en la delincuencia o la explotación por parte de las mafias. Completó su opinión agregando que los españoles no son racistas, que son solidarios y humanos pero que el problema, si seguía por ese camino, era de difícil solución y que se convertiría en un camino sin salida y sin sentido.
Luego de oír atentamente la respuesta, muy alegremente y con una media sonrisa, la turista estadounidense le dijo. “No, you are wrong, it does make sense: replace you and your family because they also have rights.” (No, te equivocas, sí tiene sentido: reemplazarte a ti y a tu familia porque también tienen derechos”. El guía se quedó en shock y ahí acabó la conversación.
Cuando me lo contó, con una mezcla de indignación y espanto, le dije que no me sorprendía y que esa idea no era nueva ni descabellada por parte de una burguesa americana de pensamiento liberal progresista. Hace mucho tiempo ya que ese plan se puso en marcha y es exactamente eso, tal cual lo definió en una sola frase y con una palabra clave: replace you: reemplazarte.
Instantáneamente vino a mi cabeza el recuerdo del francés Dominique Venner y que ya lo venía advirtiendo a principios de la década pasada justamente con ese mismo concepto: reemplazo poblacional. Ya pasaron algo más de siete años cuando el polémico y audaz escritor e historiador decidió dejar como último testimonio de su pensamiento, la terrible acción de quitarse la vida en un sitio sagrado y emblemático para Europa y su Civilización, la Catedral de Notre Dame.
España no es un país racista ni xenófobo en absoluto, siempre acogió al extranjero de manera franca, humanitaria y cristiana. Los españoles han sido inmigrantes dejando sus semillas en todo el mundo. Sin embargo, hay quienes están intentando crear una imagen distorsionada acerca de ello que tarde o temprano terminará por hacer mucho daño.
Hace unos días hemos presenciado como un centenar de temporeros que se encontraban en cuarentena forzosa por alto riesgo de contagio a la población por el COVID-19, salieron a destruir todo lo que encontraron a su paso. Se habían confirmado 21 casos positivos entre los pobladores del asentamiento ilegal donde se encontraban viviendo.
Los inmigrantes decidieron saltarse las restricciones de movilidad sembrando el caos en las calles de Albacete al grito de “Españoles de mierda” o “Aquí mandamos nosotros”. Ahí están los testimonios y las imágenes en video. Los vecinos tuvieron que refugiarse como pudieron ante las amenazas, agresiones y piedras que les lanzaban. Los bares tuvieron que cerrar sus persianas para evitar mayores daños y perdidas. Para hacer frente a ello un par de policías locales y otro nacional. Más tarde la muchedumbre descontrolada llegó incluso a bloquear un furgón de la UPR de la Policía Nacional. Y además la fuga de los infectados y el contagio.
Recuerdo también los violentos disturbios sufridos en Francia durante mucho tiempo y sus consecuencias. Aquí en España nunca se llegó a algo parecido tampoco, ni siquiera lo de Albacete se puede comparar con lo sucedido allí. Pero cuidado con las señales y los avisos que no deberían ser pasados por alto o ignorados.
Mientras miramos el telediario o aprovechamos las libertades vacacionales en medio de la pandemia, no puedo dejar de pensar en la respuesta socarrona de la turista americana ni en el tremendo mensaje dejado por Venner con su propia vida. Los españoles y los europeos en general ya no saben quiénes ni que son. Sería oportuno empezar a hacerlo antes que otros lo hagan por nosotros.
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