21/11/2024 23:00
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El año 1980 se había iniciado con el asesinato del antiguo miembro de Fuerza Nueva Jesús García García, ocurrido en Baracaldo el día cinco de enero, tras la delación del periodista Xavier Vinader en la publicación macarril de Interviú, revista que le publicaba las chifladuras del citado periodista sobre la extrema derecha, sin calibrar las consecuencias ¿o sí? Fue una canallada tremenda que llevó también a la muerte dos semanas después a un pontevedrés, Alfredo Ramos Vázquez, sin militancia política conocida y sin que el referido libelo de Ediciones Z  le publicara una carta de rectificación que bien pudo salvarle la vida(1). Dos días más tarde, en Vergara, la sangre inocente brotaría igualmente del cuerpo inerte del simpatizante Luis Domínguez, íntimo amigo de Luis Berasategui, asesinado por ETA unos meses antes como ya hemos referido en el capítulo precedente. Ese mismo día, pero en la capital bilbaína, dos terroristas lanzaron un cóctel molotov contra el estanco del hermano de un directivo provincial de Fuerza Nueva. Y días antes, el jefe provincial de Guipúzcoa fue objeto de un intento de asesinato el 22 de enero de 1980, entrando los terroristas en el domicilio del fuerzanovista. El 29 de enero, pero en la prisión provincial de Valladolid, unos reclusos anarquistas estuvieron a punto de linchar a tres fuerzanuevistas internos…

Mientras tanto, la violencia persecutoria también iba a afectar a los miembros del sindicado fuerzanuevista Fuerza Nacional del Trabajo, que por entonces ya se hallaba operativo en todo el territorio nacional. No en vano, el 24 de enero de 1980, el automóvil del dirigente nacional, el falangista José Antonio Assiego, fue interceptado y tiroteado por dos hombre y una mujer, en las proximidades de Antequera, huyendo a continuación los terroristas hacia Sevilla. Los disparos alcanzaron a Assiego en un brazo, por lo que necesitó ser intervenido quirúrgicamente.

Con todo, la persecución contra FN va a sufrir una variedad muy notable en el mes siguiente, con ocasión del asesinato de Yolanda González. La citada era una estudiante de un centro de formación profesional de Madrid. Fue muerta por dos afiliados de FN el primer día de febrero, en complicidad con los servicios de policía y la denominada “guerra sucia” contra el terrorismo vasco. Los dos partícipes en el crimen formaban parte del Batallón Vasco Español, algo que, para la prensa progresista y la izquierda, les pareció entonces irrelevante o anecdótico, fijándose únicamente en la afiliación política de los responsables. Y es que la militancia fuerzanovista de los homicidas venía como a corroborar por  fin la “violencia” de los  hombres de Fuerza Nueva, estrategia difamatoria que venían propalando desde 1977 tanto la prensa antipiñarista como el progresismo político, entre falsedades, medias verdades  e inexactitudes(2). Con todo, ha de saberse que este crimen es el único acontecimiento conocido en que militantes en activo de FN fueron condenados por delitos de sangre… Pocos periodistas se dieron cuenta que tal característica era más bien una particularidad accidental del asesinato; pues lo verdaderamente importante y escandaloso era la pertenencia de ambos delincuentes al Batallón Vasco Español(3), que constituye el primer capítulo del libro sangriento del GAL.

Los hombres y mujeres de Fuerza Nueva siempre se quejaron de la infiltración de los servicios de información en sus filas, como si fuera una manía persecutoria; pero en aquella ocasión lamentable, no se trataba de ninguna obsesión, hasta el punto de que unos de los condenados por dicho crimen ha prestado su colaboración técnica para los instrumentos policiales del Estado hasta fechas recientes, si hemos de creer la prensa de izquierdas, cuya credibilidad, en esta materia tan polémica, es por cierto escasa.

Con todo, hay flecos de este asesinato que no han quedado definitivamente aclarados: la relación real o inexistente con el independentismo armado vascongado de la asesinada; si se trató o no de un crimen pasional; y, sobre todo, quiénes eran los jefes del comando ejecutor y la logística empleada en el crimen(4).

Conocido el asesinato y la identidad de los detenidos, la organización piñarista facilitó a la prensa la siguiente nota informativa:

1) Fuerza Nueva jamás ha ocultado la verdad de los hechos y siempre ha llamado  a las cosas por su nombre.

2) Emilio (…) y Ignacio (…), las dos personas detenidas y mencionadas en el comunicado, son efectivamente afiliados a Fuerza Nueva.

3) Resulta que Fuerza Nueva, como cualquier otra organización, no puede hacerse responsable de la presunta acción personal cometida por sus afiliados ni tampoco puede ser considerada como instigadora de un hecho absolutamente ajeno a su acción política y a todas luces reprobable.

4) Nuestra agrupación hace también público que investigará hasta sus últimas consecuencias quién o quiénes están operando en la sombra para conseguir el desprestigio de Fuerza Nueva ante los españoles de buena voluntad(5).

Así las cosas, el diez de febrero iba a producirse otro hecho desgraciado. El sindicato Fuerza Nacional del Trabajo (FNT) había obtenido autorización para celebrar su primer acto público en la capital de España, en un cine del barrio proletario de Vallecas. El acto fue suspendido in extremis por la autoridad gubernativa, lo que no fue óbice para que los asistentes que desconocían la cancelación del Gobierno Civil acudieran al cine y fueran recibidos por grupos hostiles de ideología contraria, quienes les insultaron, les lanzaron piedras y hasta les dispararon. Como consecuencia del enfrentamiento referido moriría un transeúnte de ideas anarquistas por arma de fuego, sin saberse con certeza de dónde había procedido el disparo. Un suceso lamentable, pero ajeno al partido de Fuerza Nueva como tal; pues la responsabilidad, de haberla, le recaería en todo caso al sindicato FNT, que gozaba de personalidad jurídica independiente desde tiempo atrás(6).

La izquierda pidió públicamente la ilegalización de Fuerza Nueva, pero el Gobierno parecía no contemplar dicha posibilidad. Mientras tanto, la persecución continuó contra los fuerzanovistas, incluso de forma más drástica, durante todo aquel año. De hecho, los asaltos y atentados contra las sedes de la organización de FN fueron incrementándose, superando los registros anteriores: Valladolid (enero, mayo y junio), Avilés, Vitoria, Bilbao (febrero y mayo), Granada, Puebla de Farnals, Madrid, Cieza, Pozuelo de Alarcón, Salamanca, Escacena del Campo, Alcira, Málaga, Dos Hermanas, Las Palmas (junio y agosto), Blanca, Vélez-Málaga, Benalmádena, La Coruña, Teruel, Zaragoza, Logroño y Algeciras. No en vano, el 20 de junio, caería asesinado en el municipio de Sestao el activista de Fuerza Nueva Julio Santiago Expósito, a manos de pistoleros etarras; y el siete de octubre, Carlos García, un modesto falangista con residencia en Eibar.

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Por lo que a heridos respecta, Piñar describe en sus memorias hasta trece agresiones distintas contra varios militantes de Fuerza Nueva; concretamente, en las siguientes localidades de la geografía nacional: Valencia, Alcázar de San Juan (en dos ocasiones), Campo de Gibraltar, Bilbao, Madrid (tres veces), Granollers, Granada, Ávila, Santiago de Calatrava y Motril. Las heridas fueron causadas con cuchillos, navajas, palos, botellas y demás objetos contundentes, estando a punto de ser linchado en la capital abulense dos miembros de Fuerza Joven, entre ellos el jefe regional Baldomero González. Por su relevancia, hemos de comentar los ataques perpetrados contra mujeres de FN, coincidiendo con el revuelo producido por el asesinato de Yolanda González. Pues bien, en la Universidad de Valencia, dos estudiantes universitarias de FN y por tanto activistas estudiantiles fueron amenazadas de muerte a principios de febrero, con intención de desnudarlas previamente. Afortunadamente, no se cumplieron tales amenazas, pero al día siguiente, las dos hermanas fueron agredidas por unos brutos izquierdistas, causándoles varias lesiones. Un mes después, otras dos mujeres de FN fueron agredidas en la calle Infantas de Madrid por portar insignias patrióticas en sus solapas; y lo mismo ocurriría a finales de junio en la ciudad de Granada con otra militante de la organización. Más preocupante fueron las heridas infligidas a una joven de FJ en el incidente referido de Ávila: necesitó diecisiete puntos de sutura.

Por lo demás, como agresores directos en ciertos ataques aparecen determinados alcaldes y ediles socialistas; al menos en los sucesos de Alcázar de San Juan y en la localidad jiennense de Santiago de Calatrava, territorios arrasados por sus ascendientes ideológicos durante la última guerra civil, mediante la comisión de crímenes verdaderamente espeluznantes.

Fuera de las sedes de la agrupación piñarista, el político madrileño contabiliza en sus memorias hasta una veintena de agresiones y ataques durante el año 1980. Algunos fueron meros disturbios, producidos por enfrentamientos entre facciones políticas antagónicas, pero las más de las veces se trataban de ataques dirigidos o planificados contra individuos y pequeños grupos de activistas de Fuerza Nueva. Las localidades, donde ocurrieron tales incidentes, y las fechas fueron las que siguen: Sevilla (enero y febrero), Zaragoza (febrero), Málaga (ídem), Valladolid (febrero y junio), Bilbao (febrero), Badajoz (mayo), San Sebastián (ídem), Madrid (ídem), Barcelona (ídem), Sabadell (ídem), Cuenca (junio), Corcubión (junio) y Córdoba (noviembre). Los sucesos más graves consistieron en el intento de asesinato del jefe fuerzanovista de Vizcaya por parte de la banda terrorista ETA y las acciones de terrorismo callejero de Valladolid, con incendio de la caseta de la Feria del Libro de la editorial de Fuerza Nueva, el apaleamiento del hijo del presidente provincial de FN y la rotura vandálica del automóvil de su propiedad. Se atentaría, además, contra el establecimiento mercantil del delegado fuerzanovista de Cuenca y se agrediría brutalmente a unos chicos madrileños de FJ mientras colocaban unos carteles en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense; y, en un barrio de Valencia, se provocaría un incendio en una discoteca frecuentada por jóvenes piñaristas, mediante la colocación de un artefacto explosivo. Por su parte, en la localidad guipuzcoana de Eibar, caería asesinado el inspector de policía José Javier Moreno Castro, hijo de un militante de FN, cuando se hallaba en un bar con su novia.

Casuísticamente, la violencia contra Fuerza Nueva decrecería tras el verano de 1980, pero lo ocurrido hasta entonces afectaría de forma negativa a la organización cara a las futuras convocatorias electorales. De hecho, el voto conservador era –y  es- muy reacio a dar su confianza a opciones poco consolidadas o generadoras de convulsiones político-sociales; no así el electorado de izquierda, mucho más fiel y menos crítico con los errores de sus partidos representativos.  La base de votantes que buscaba FN era tanto el segmento social de Alianza Popular como los restos sociológicos de la Falange; pero estos sectores sociales eran difíciles de convencer por el carácter conservador y acomodaticio del derechismo patrio y por la excesiva ortodoxia ideológica del falangismo.

El ejemplo electoral de junio de 1977, en la circunscripción de Barcelona, puede aclarar lo que intentamos explicar. Así, en las elecciones al Senado, donde no tiene tanta importancia el voto útil para el votante tradicional de derechas, los tres representantes de la coalición en que se hallaba Fuerza Nueva (Alianza Nacional 18 de Julio) obtendrían más de 300.000 votos; pero, en septiembre de dicho año, una bomba colocada por la Triple A en la redacción de la revista satírica El Papus, causaría un muerto y varios heridos, tragedia muy comentada por la prensa catalanista y progresista de Cataluña durante largo tiempo, y que agitó el espantapájaros del terror fascista en el imaginario colectivo. Pues bien, en las elecciones de marzo de 1979, la coalición Unión Nacional únicamente obtuvo en la provincia 77.351 sufragios válidos para el Senado, frente a los 304.309 del año 1977. Ítem más, en las elecciones generales de octubre de 1982, el resultado fue incluso peor: Fuerza Nueva cosecharía en el Senado solo 31.353 votos positivos… Qué duda cabe que los hechos luctuosos de febrero de 1980 generaron descrédito ante la opinión pública y disminuyeron las posibilidades de la opción electoral que pretendió encarnar Fuerza Nueva.

En cualquier caso, la relativa calma permitió que la agrupación de FN se organizase mejor, participando con éxito en numerosos actos multitudinarios, como testimonia de modo fehaciente la concentración otoñal del 20-N, celebrada en la capital de España.

La persecución contra FN, por parte de la izquierda radical, reverdeció con el inicio del año 1981. Así, durante los dos primeros meses, se produjeron los siguientes incidentes que paso a detallar sin solución de continuidad. En el mes de enero, fueron atacados los centros sociales de Fuerza Nueva en la localidad conquense de Mota del Cuervo y en la ciudad de Sevilla, precisamente en la calle Virgen del Refugio, recibiendo la sede andaluza la peor parte, pues fue objeto de un atentado que provocó un aparatoso  incendio, destruyéndose prácticamente todo el mobiliario. En el mismo mes, se atentó de nuevo en la capital pucelana contra el presidente de FN de Valladolid, Luis Alfonso Cid, poniéndole una carga explosiva en su automóvil que terminaría explotando durante la madrugada. Y, en el mes de febrero, un militante de Guadix, Antonio Luis Pérez, fue víctima de un grave atentado en su taller de pirotecnia, lo que provocó un incendio de consideración que arruinó la industria del mencionado fuerzanovista granadino; pocos días más tarde, la militante madrileña de Fuerza Nacional del Trabajo, María del Carmen Palomares, fue brutalmente agredida en el complejo hospitalario La Paz por ocho individuos -entre los cuales se hallaba algún médico-, por colocar propaganda en el tablón de anuncios de dicho hospital, y eso que era miembro del comité de empresa.

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(1) Vinader sería condenado por la Audiencia Nacional a siete años de prisión por dicha imprudencia temeraria; huiría seguidamente a Francia para no cumplir la condena, siendo indultado por el gobierno socialista en 1984.

(2) Blas Piñar había denunciado en diciembre de 1979 una campaña de hostigamiento y difamación contra la organización, indicando que estaba dirigida por “fuerzas que están luchando en estos momentos contra nosotros, tratando de sacarnos fuera de la ley” (Diario de Burgos, [14.12.1979], p. 19). Pocas semanas después, el editorial de Fuerza Nueva, en su número 687, era mucho más explícito: “La furia y el energumenismo de que han dado muestras personajillos y prensa, gentes de todo jaez y condición, en la orquestada campaña contra Fuerza Nueva, bien sea con motivo de un proceso aireado como si fuera histórico [juicio del ‘caso Atocha’] o con motivo de un crimen [homicidio de Yolanda González], jaleado más que si se tratara de una matanza u holocausto nacional, tienen una explicación, una causa, unas razones o, mejor, unas sinrazones (…) no se les ha ocurrido sino inventar un fantasma: el terrorismo de ultraderecha. Lo que no existe, como saben muy bien la CIA, el Intelligence Service e incluso la KGB. La Moncloa, a través de sus amanuenses y serviles, quiere inculcar en las gentes, de dentro de España y de fuera de ella, la idea de que es más de temer una reacción de extrema derecha que el peligro real de sovietización de la Patria (…) Y esas son las razones o sinrazones de la campaña montada contra nosotros” (Fuerza Nueva, [08.03.1980], p. 5). No obstante, la distorsión terminaría llegando a la CIA, pues un informe norteamericano de 1983 describía a Yolanda González como una estudiante universitaria, cuando ni siquiera había principiado el bachillerato…; estimando además que ETA era un movimiento político de izquierdas… y que la Triple A y el Batallón Vasco Español se nutrían principalmente de activistas de FN…, siendo Fuerza Joven el brazo armado del partido de Piñar… y que subsistía FET y de las JONS…, sugiriendo una purga del funcionariado procedente del franquismo. Este informe deslavazado (07.07.1983) chocaba frontalmente con la curiosidad que las multitudinarias manifestaciones del 20-N habían suscitado en la Administración Reagan y en la prensa del continente americano.

(3) El general Sáenz de Santamaría confesaría al periodista Diego Carcedo lo que sigue: “Las organizaciones antiterroristas (una de ellas el Batallón Vasco Español) contaba con cierto respaldo oficioso y remontaba sus orígenes al CESED, el servicio  de información que el almirante Carrero Blanco mantenía a su vera en la Presidencia del Gobierno (…) El Batallón Vasco Español  (…) contaba con algunos oficiales y suboficiales y poseía armas procedentes del Ejército, y sus movimientos, mal coordinados, gozaban de total impunidad (…) La tutela de sus atentados la tenían los agentes del CESED o de la Guardia Civil con dinero y manos libres para actuar al margen de la ley”. Fuente: Sáenz de Santamaría; el general que cambió de bando, Temas de Hoy, Madrid, pp. 141 y 142.

(4) “Por mi parte  estoy de acuerdo con el diputado socialista señor Barranco en que hay que tirar de más hilos. Puede que en el caso de Yolanda González haya razones pasionales, pero desde luego no faltan las implicaciones políticas…”. Texto del periodista Joaquín Aguirre Bellver publicado en El Alcázar el diez de abril de 1980.

(5) ABC, Madrid, (12.02.1980), p. 4.

(6) El sindicato Fuerza Nacional del Trabajo tiene su origen en Asturias, allá por finales de 1977, como informa Patria en Pie, el boletín de FJ de Asturias y León. En el verano de 1978, queda constituido como asociación profesional en la provincia de Oviedo, con principios y estatutos propios. La transformación de este sindicato provincial en un sindicato de ámbito nacional se produce en 1979.

 

 

Fuentes:

ABC, Madrid-Sevilla (1980-1981); Diario de Burgos (1979-1980); El Alcázar (1979-1981); Fuerza Nueva (1979-1981); El Imparcial, Madrid (1979); La Vanguardia, Barcelona (1979-1980).                                       

Archivo Linz de la Transición española.

Archivos y testimonios personales (1977-2017).

Boletines informativos de Fuerza Joven (1977).

García Vázquez, I. (2012): Víctimas del Silencio, Glyphos Publicaciones, Madrid.

Información electoral, Ministerio del Interior.

Pascual, A. M. y Rilo, T. (2019): Cherid; un sicario en las cloacas del Estado, El Garaje Ediciones, Madrid.

Piñar, B. (2003): Bandera Discutida, FN Editorial, Madrid.

Piñar, B. (2004): Así Sucedió, FN Editorial, Madrid.

VV.AA. (1980): La manifestación más grande jamás contada, Dyrsa, Madrid.

                

Autor

José Piñeiro Maceiras