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La ciudad de Santiago de Compostela amaneció en la mañana del jueves 19 de junio de 1947 con un sol espléndido, en contraste con la lluvia que había caído en días anteriores, Durante toda la mañana fue incesante la llegada de forasteros a la ciudad, con objeto de sumarse al recibimiento de Compostela a la esposa del Presidente de la república Argentina, General Juan Domingo Perón. Las principales calles, por las cuales había de circular la comitiva oficial, se encontraban magníficamente adornadas con banderas de las dos naciones.

En Compostela, para recibir a la egregia visitante se encontraban el capitán general de la Octava Región Militar, Teniente General Salvador Mújica; capitán general del Departamento Marítimo de El Ferrol del Caudillo Almirante Moreu; alcaldes de todas las ciudades de Galicia; gobernadores civiles y presidentes de las diputaciones de las cuatro provincias gallegas.

A las  once de la mañana comenzaron a partir en dirección al aeródromo de Labacolla, una gran cantidad  de automóviles, así como un gran número de autobuses y camiones, completamente abarrotados de público.

La ciudad ofrecía un aspecto impresionante, En todas partes, y especialmente en la Plaza de España, donde había de tributarse el recibimiento oficial a doña María Eva Duarte de Perón, se situaron miles de personas.

El alcalde de Santiago,  Joaquín Sarmiento, en el bando dirigido a los santiagueses, anunciándoles la visita da la esposa del general Perón, exponía que doña María Eva Duarte de Perón era embajadora de la gloriosa República Argentina, hija predilecta de España, y traía un saludo para todas las madres gallegas de los cientos de miles de celtas que en tierras del Plata crearon para la común grandeza los altos ideales en que se compenetraban y abrazaban las gloriosas naciones argentina y española.

A las 12’55 de la mañana el avión en que viajaba la esposa del Presidente Perón y tres aparatos más en los que venían personalidades y miembros de su séquito, tomaron tierra en el aeródromo de Labacolla. Les daba escolta de honor una escuadrilla formada por seis aviones de caza del Ejercito del Aire, que había despegado del aeródromo de Guitiriz (Lugo).

La esposa del Presidente argentino descendió del aparato y fue saludada, en primer lugar, por la esposa del ministro de Marina, que le hizo entrega de un ramo de flores. Seguidamente fue cumplimentada por el ministro de Marina, almirante Regalado, que ostentaba la representación del Jefe del Estado; capitán general de la VIII Región, capitán general del Departamento Marítimo de El Ferrol del Caudillo, los cuatro gobernadores civiles de las provincias gallegas, presidentes de las Diputaciones y otras autoridades de Galicia

María Eva Duarte de Perón, que llegó acompañada del ministro del Aire, general González Gallarza; del subsecretario de Educación Popular, Luis Ortiz Muñoz, y de otras personalidades, fue recibida con una gran salva de aplausos por la enorme multitud que en centenares de automóviles, había acudido al aeropuerto a recibirla.

La esposa del Presidente argentino pasó revista a una compañía de Aviación, que le rindió los honores de ordenanza, y después descansó breves momentos en el salón del pabellón de oficiales del propio aeropuerto,

Momentos después de descender del avión, María Eva Duarte de Perón depositó un telegrama en la estación de radio del aeropuerto, dirigido a la esposa del alcalde de Santiago de Compostela, transmitiéndole un saludo para toda la ciudad de Santiago.

A la una y cuarto de la tarde, se organizó en el aeropuerto la caravana de automóviles, para dirigirse a la ciudad.

En la Cruz de San Pedro, en las afueras de la ciudad, se hallaba esperando a la ilustre dama visitante, el Ayuntamiento de Santiago en corporación, bajo mazas, presidido por el alcaide Sarmiento.

Al llegar el automóvil que conducía a la esposa del general Perón a dicho lugar, descendió ésta del coche, acompañada por los ministros del Aire y Marina, y fue cumplimentada por el alcalde, que le dio la bienvenida en nombre de la ciudad. Una batería de Artillería de la guarnición le rindió honores.

En dicho lugar, se había congregado un enorme gentío, que tributó a Eva Duarte de Perón un emocionado recibimiento, mientras se disparaban cohetes y el público gritaba de forma incesante gritos de ¡Franco!, ¡Perón!

La esposa del Presidente de la Argentina pasó seguidamente a un coche descubierto, en el cual se dirigió al Palacio Municipal, acompañada por el alcalde Sarmiento.

En todo el trayecto por la ciudad, las manifestaciones de entusiasmo hacia Evita fueron ininterrumpidas. Al llegar a la Plaza de España, el entusiasmo se desbordó materialmente. La gran plaza estaba completamente abarrotada de público, ofreciendo un aspecto similar al de los grandes días de las fiestas del Apóstol Santiago.

En los balcones del Palacio Municipal,  del Hospital de los Reyes Católicos, del Museo de la Catedral y del Colegio de San Jerónimo, cuatro joyas arquitectónicas enclavadas en esa Plaza de España, también conocida como del Obradoiro, se apiñaba numerosísimo público. La entrada de María Eva Duarte de Perón en la Plaza fue verdaderamente apoteósica.

Seguidamente, pasó al salón de sesiones del Palacio Municipal, en el que tuvo lugar, en su honor, una brillante recepción. El alcalde pronunció unas palabras de ofrenda de los regalos que hacía el Ayuntamiento a la esposa del general Perón; palabras dirigidas, asimismo, al Presidente de la República Argentina, al que Santiago de Compostela había concedido la Medalla de oro de la ciudad, la cual fue entregada en ese acto a su ilustre esposa.

Eva Duarte de Perón dio las gracias personalmente por los obsequios y distinciones. Después, inauguró con su firma el Libro de Oro de la Ciudad, y en este momento, la multitud, congregada en la Plaza de España, reclamó la presencia de Eva Duarte de Perón, la cual se asomó a uno de los balcones del edificio.

En el momento de aparecer ante el público, se desbordó el entusiasmo de la multitud, agitándose pañuelos y gritándose constantemente ¡Franco, Perón!, con vivas a España y a la Argentina.

Uno de los obsequios ofrecidos por el Ayuntamiento a la ilustre dama fue  un álbum policromado, con pastas de cuero repujado. Contenía un magnífico pergamino, con objetos de rica policromía, todo ello de puro estilo bizantino, con detalles que hacían recordar los bellos códices. En ese álbum figuraban cuarenta fotografías de gran calidad de los monumentos más destacados de la ciudad.

En el pergamino se leía la siguiente dedicatoria: “Desde Pelagio el eremita, Alfonso X, Rodrigo Díaz de Vivar, San Vicente Ferrer, Santa Isabel, Reina de Portugal y Santa Brígida, Gonzalo de Córdoba el Gran Capitán, los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, Luis VII de Francia, Felipe el Hermoso, Carlos I, Felipe II y Felipe III de España; Juan II de Portugal, Juan de Briena, Rey de Jerusalén y Emperador de Constantinopla; el glorioso Caudillo Franco, salvador de la Patria, el linaje más escogido del orbe, la flor y nata de la Humanidad, han desfilado por estas calles a postrarse ante el héroe Santo, esencia suprema de los valores espirituales de la raza y guía e inspiración de su invencible grandeza. Hoy venís, vos, señora, a poner nueva fecha, fasto y grandeza en nuestros anales, que vivimos teniendo a flor de labios las palabras del poeta: “Mujer, poesía eres tú”. Quisiéramos disponer de la más hermosa estrella del firmamento para ofrecérosla como broche, que se embellecería sobre vuestro generoso pecho, en el que lleváis el cariño y la emoción de todos los corazones españoles. Santiago de Compostela, 18 de junio de 1947.”

El Ayuntamiento le dedicó también otro obsequio, consistente en un azabache tallado, representando la figura del Apóstol, que se venera en el altar mayor de la Catedral, orlado con una cenefa de oro, con atributos de esmalte y brillantes. Esa medalla iba encerrada en un estuche de piel, con las Iniciales de María Eva Duarte de Perón, en oro y esmalte, y los colores de la Argentina.

Terminado este acto, María Eva Duarte de Perón se trasladó a la Plaza de España, en la que se organizó, a las dos de la tarde, la solemne procesión para la entronización de la imagen de la Virgen de Lujan, en la basílica de Santiago.

Dicha imagen fue bendecida por el cardenal arzobispo de Buenos Aires, monseñor Santiago Luis Copello, el 17 de diciembre de 1946, y se la regalaba a la Catedral de Compostela el padre Del Río, sacerdote santiagués residente en la República Argentina, en cuyo país era el adelantado mayor de la Archicofradía del Apóstol Santiago. La imagen había sido adquirida por suscripción popular entre los católicos argentinos. El padre Del Río recibió del cardenal primado de la Argentina, como único donativo permitido, cincuenta pesos argentinos.

Eva Duarte de Perón, planta un árbol simbólico en la explanada de la Residencia de Estudiantes de Santiago de Compostela.

Organizada la procesión, esta se encamino a la basílica. Marchaba en primer término el pendón de la Archicofradía del Apóstol Santiago, que llevaba su presidente. A continuación iba el padre Del Rio, que portaba la pequeña Imagen de la Virgen de Lujan, dándole escolta señoras y señoritas hermanas mayores de la Archicofradía, ataviadas con la clásica mantilla española. A continuación seguía la esposa del general Perón, que llevaba a su derecha al ministro de Marina y a su izquierda al del Aire. El resto de la comitiva lo integraban las demás autoridades.

La Banda Municipal acompañó al cortejo. Cubrían carrera, desde el Ayuntamiento a la Catedral, los caballeros alumnos y oficiales de la Milicia Universitaria del distrito de Santiago, que habían aplazado su salida para el campamento de Monte la Reina con motivo de la visita de la esposa del general Perón.

En la entrada principal a la basílica, esperaban a la señora de Perón el obispo auxiliar de Santiago, doctor Souto Vizoso, revestido de pontifical, y el Cabildo catedralicio, cuyos canónigos lucían el traje de capellanes de honor.

El obispo dio la bienvenida al templo a la ilustre dama y seguidamente se formó la procesión capitular, que se dirigió por la nave de la Soledad al altar mayor.

A ambos lados de esta nave, formando la carrera, se hallaban antiguas alumnos y alumnas de los colegios de la ciudad y un numeroso grupo de damas de la Archicofradía del Apóstol. La Catedral estaba completamente llena de fieles y su aspecto era brillantísimo. La capilla mayor, engalanada, estaba iluminada espléndidamente.

Al llegar al altar mayor, María Eva Duarte de Perón se postró ante la imagen del Apóstol, y después de orar breves momentos, se sentó en uno de los sillones de uno de los tronos de la capilla, donde fue saludada por el obispo auxiliar con unas breves  palabras.

A continuación se postró nuevamente ante el altar mayor, y el prelado le impuso la Medalla de Hermana Mayor de la Archicofradía del Glorioso Apóstol Santiago, actuando de padrino en esta ceremonia el ministro de Marina, almirante Regalado.

Después, la esposa del Presidente argentino recibió del Cabildo de la Catedral, una artística placa de plata dorada, con un motivo en relieve del Santo Adalid, el amigo del Señor, el  Apóstol Santiago, reproduciendo la imagen que se venera en el altar mayor.

Hizo la ofrenda, en nombre del Cabildo, el doctor Portela Pazos, que invocó del Apóstol la paz y la concordia entre los pueblos.

La esposa del presidente Perón agradeció el obsequio. Después se reorganizó la procesión con el fin de efectuar la entronización de la imagen de la Virgen de Lujan en la capilla de San Andrés Apóstol, donde, a las dos y media de la tarde, quedaba instalada la imagen de la Patrona de la Argentina.

La capilla estaba engalanada con reposteros, Banderas de España y Argentina y espléndidamente iluminada. En el acto de la entronización ofició de pontifical el doctor Souto Vizoso.  Después de rezarse una Salve ante la imagen de la Virgen, por la prosperidad de España y la Argentina,  Eva Duarte abandonó la capilla, pasando nuevamente a la nave principal de la catedral, con el fin de presenciar el funcionamiento del “Botafumeiro”, que causó a la distinguida dama una impresión notabilísima, haciendo verdaderos elogios de la suntuosidad y grandeza del templo.

Durante esos momentos, se dejaron oír las clásicas chirimías, que evocan el antiguo canto de los peregrinos, acerca de los cuales el deán de la basílica dio amplias explicaciones a la esposa del general Perón.

Por último, el gentío congregado en el templo entonó el himno al Apóstol Santiago, y María Eva Duarte de Perón abrazó la imagen del Santo Patrón de las Españas, ceremonia que también efectuaron las autoridades y personalidades que le acompañaban.

A continuación Eva Duarte abandonó el templo por la puerta de las Platerías. Eran las tres menos cuarto de la tarde, cuando la esposa del Presidente argentino subió al automóvil que había de conducirla al hotel Compostela.

En este momento, la Plaza de las Platerías estaba completamente llena de público, que hizo objeto de muestras de entusiasmo apoteósico a la distinguida dama argentina.

En coche descubierto, y acompañada del alcalde y seguida por los ministros y demás personalidades que marchaban en otros vehículos, se dirigió por la Rúa del Villar y otras calles hasta él hotel donde se hospedaba.

El paso de la comitiva dio lugar a muestras de entusiasmo de los santiagueses, que vitorearon incesantemente a  Eva Duarte, a la Argentina, a España, a Franco y a Perón.

Ante el hotel, otra gran masa de público esperaba la llegada de la esposa del presidente Perón, que tuvo que corresponder a las aclamaciones de la multitud.

A las tres de la tarde, Eva Duarte de Perón fue obsequiada con una comida en el Hotel Compostela. Asistieron los ministros del Aire y de Marina, los capitanes generales de la Región y del Departamento Marítimo, alcaldes y gobernadores civiles de las cuatro provincias gallegas, numerosas damas y personalidades.

Al terminar el almuerzo, la masa coral gallega de “Educación y Descanso”, de Santiago, interpretó, en el comedor, varias composiciones regionales. Después, en el salón del hotel, los coros de la Sección Femenina de La Coruña y de Santiago interpretaron diversas danzas y canciones folklóricas. Seguidamente, María Eva Duarte de Perón se retiró a descansar durante dos horas.

A las siete y media de la tarde abandonó el hotel y en automóvil descubierto, acompañada del alcalde de la ciudad, se dirigió a la explanada de la Residencia de Estudiantes, en donde le rindió honores una batería del regimiento de Artillería de guarnición en la plaza.

Durante todo el trayecto la muchedumbre que se había congregado para presenciar el paso de la Ilustre dama vitoreó a España y a la Argentina,  a Franco y a Perón. La esposa del Presidente argentino efectuó la plantación de un árbol simbólico en la explanada de la Residencia de Estudiantes, a cuyo acto asistieron todas las autoridades y jerarquías que se encontraban en Compostela. Después pasó revista a las fuerzas que le rindieron honores.

La banda de música interpretó los himnos nacionales de la Argentina y España y al final de los mismos, que el público escuchó con gran emoción, la muchedumbre allí congregada prorrumpió en vítores y aclamaciones.

Eva Duarte de Perón se despidió de las autoridades y personalidades y emprendió el viaje a Pontevedra. En el momento de la partida se dispararon salvas por la artillería. La ovación con que fue despedida la esposa del Presidente argentino fue clamorosa. La comitiva inició su marcha a las ocho en punto de la tarde.

Entre los regalos recibidos por María Eva Duarte de Perón figuraba una artística mantelería de encajes de Camariñas, que había sido ofrecida por los productores de la provincia de Pontevedra.

A las diez y media en punto de la noche, María Eva Duarte de Perón llegaba  a Vigo  y ante la estatua de García Barbón, fue cumplimentada por el alcalde, obispo de Tuy -Vigo, comandante de Marina y otras autoridades. Ovaciones cerradas y entusiásticas, vivas a España, la Argentina y sus respectivos Jefes de Estado, acogieron la presencia de la esposa del Presidente de la Argentina.

En su trayecto desde Santiago a Pontevedra y Vigo, el entusiasmo de los gallegos fue extraordinario y  en muchísimos lugares se formaron aglomeraciones de vecinos que impidieron la marcha normal de la caravana. Ese deseo unánime de Galicia de expresar su cariño a la ilustre dama dio lugar al retraso de dos horas registrado en su llegada a Vigo,

Ante la estatua de García Barbón, lugar donde fue cumplimentada la ilustre dama, el entusiasmo del público alcanzó límites insospechados. Después de los saludos de rigor, reanudó su marcha la comitiva, dirigiéndose a la Plaza del Capitán Carrasco, donde María Eva Duarte de Perón se apeó del coche. La acompañaban los ministros de Marina y Aire, almirante Regalado y general González Gallarza, respectivamente.

Ahí fue saludada por la plana mayor de las fuerzas de Tierra y Mar, al frente de las cuales figuraba el gobernador militar. Acto seguido, la distinguida dama pasó revista a una compañía del regimiento de Infantería Murcia número 42, que le rindió honores, mientras la banda de música interpretaba los himnos nacionales de España y de la Argentina. Finalizada la revista, María Eva Duarte de Perón se dirigió al Ayuntamiento, en cuya puerta principal fue recibida por la Corporación bajo mazas y con él pendón de la ciudad.

En los salones de la Casa Consistorial se celebró poco después una recepción, en la que desfilaron ante la esposa del general Perón representaciones militares, civiles, eclesiásticas, consulares, culturales, deportivas y otras diversas.

El alcalde pronunció un breve discurso de bienvenida y rogó a la Ilustre dama que transmitiera al Presidente de la República Argentina los sentimientos de admiración y cariño que Galicia sentía por la nación hermana. María Eva Duarte de Perón contestó con palabras de agradecimiento, que todos los presentes acogieron con una cerrada ovación y vítores a las dos naciones y a sus respectivos jefes de Estado.

Seguidamente, María Eva Duarte de Perón, se asomó al balcón del Ayuntamiento para corresponder a las muestras de cariño que Incesantemente le dedicó el pueblo vigués. A las once de la noche, María Eva Duarte de Perón, acompañada por el alcalde de la ciudad y séquito, se trasladó al Palacio Municipal de CastreIos, donde se alojaría durante su estancia en Vigo. Allí cenó en la intimidad.

Después de pernoctar en el Pazo de Cástrelos, al día siguiente, María Eva Duarte de Perón emprendió viaje en automóvil a Marín, saliendo  de su residencia a media mañana con objeto de asistir a la jura de la Bandera y entrega de despachos de las nuevas promociones la Armada, que acababan de concluir sus estudios en la Escuela Naval Militar. 

Desde primeras horas la animación en Marín era extraordinaria, cerrando el comercio sus puertas, ante la visita de María Eva Duarte de Perón. Toda la Avenida de Orense, magníficamente engalanada con banderas y gallardetes de los colores argentinos y nacionales, ofrecía un brillantísimo aspecto. 

Un inmenso gentío se había situado en las inmediaciones de la Escuela Naval y dentro del recinto, así como todas las autoridades de la localidad, presididas por el comandante director de la Escuela y el alcalde de Marín. 

A las 1215 llegó en automóvil, procedente de Vigo, María Eva Duarte de Perón, acompañada de los ministros de Marina, almirante Regalado, y del Aire, teniente general González Gallarza; capitán general de la VIII Región, Teniente General Mújica: gobernadores civiles de las cuatro provincias gallegas, y otras autoridades y personalidades de la región, así como el séquito de la ilustre dama argentina. 

Fue recibida por el capitán general del Departamento Marítimo de El Ferrol de Caudillo, almirante Moreu, director de la Escuela Naval, alcaide de la localidad, Comandante Naval de Baleares, con sus respectivas esposas. 

La señora del almirante Moreu entregó a María Eva Duarte un gran ramo de flores, con cintas de los colores españoles y argentinos, mientras el público prorrumpió en estruendosas ovaciones y vítores a la Argentina y a Perón, a España y a Franco.

 

María Eva Duarte de Perón en la Escuela Naval Militar de Marín en la ría de Pontevedra. 

En el momento de la entrada en la Escuela, las baterías de la Escuela y los buques surtos en la dársena militar hicieron las salvas de ordenanza. Al sonar el primer cañonazo se izó la bandera argentina, que fue arriada una vez que finalizaron las salvas de ordenanza. Los buques se hallaban engalanados y empavesados. 

Eva Duarte de Perón, acompañada de los ministros, capitanes generales de la VIII Región y del Departamento Marítimo de El Ferrol del Caudillo pasó revista a las fuerzas que le rindieron honores, en la Avenida del Generalísimo. 

Estas fuerzas estaban integradas por caballeros alumnos y marinería, al mando del subdirector de la Escuela Naval, capitán de fragata señor Cervera. Finalizada la revista,  Eva Duarte y sus acompañantes se trasladaron a la plaza de aulas Don Álvaro de Bazán, donde se había levantado una monumental tribuna, en la que se hallaba situado un altar, magníficamente adornado, estilo  renacimiento, con alegorías del descubrimiento de América y atributos de la Marina. En el centro del altar, destacaba la imagen de la Virgen del Carmen, Patrona de la Armada. 

A ambos lados se habían colocado sitiales, que fueron ocupados del lado del Evangelio, por María Eva Duarte de Perón y la esposa del ministro de Marina, y el del lado de la epístola, por los ministros de Marina y del Aire, y el embajador de la Argentina en España. 

También ocuparon lugares preferentes el capitán general del Departamento Marítimo de El Ferrol del Caudillo; capitán general de la VIII región Militar; gobernadores de las cuatro provincias gallegas; almirantes Díaz Rivera, Bastarreche y Pastor; cónsul de la Argentina y otras personalidades. 

Ofició la misa el obispo auxiliar de Santiago de Compostela, doctor Souto Vizoso, asistido por dos sacerdotes y dos caballeros alumnos. Daba guardia de honor en el altar una escuadra de alumnos de la Escuela Naval, con armas. 

Durante la ceremonia, la banda de música de la Escuela Naval interpretó piezas escogidas, alternando con diversas partituras cantadas por los caballeros alumnos de la Escuela. Finalizó el acto con el canto de la Salve Marinera por todos los alumnos. 

Después de la Misa se celebró la jura de la Bandera. Tomó el juramento a los caballeros alumnos, el director de la Escuela, Capitán de navío-comandante Molins, quien pronunció una vibrante alocución, recordando a aquéllos que con la palabra empeñada contraían el más firme compromiso al entrar en la Marina de guerra por la puerta de honor. “Asiste a este acto “—añadió— “la mejor representación de una de nuestras más queridas hijas de Hispanoamérica, Doña María Eva Duarte de Perón, esposa del Presidente de la República Argentina, que será gentil portadora de este mensaje y de este homenaje que dirigimos a la maravillosa nación hermana. He aquí, señora, a un grupo de muchachos españoles que, a las órdenes del Caudillo Franco, ha jurado defender la Religión y la Patria. Son los mismos juramentos que los hermanos argentinos formulan de estar dispuestos a defender bajo las órdenes del general Perón.” Finalizó con vivas a la Argentina y a España, a Franco y a Perón, que fueron entusiásticamente contestados. 

 

Jura de Bandera de caballeros alumnos de la Escuela Naval Militar de Marín, presidida por Eva Duarte de Perón, primera dama argentina. Foto EFE.

Terminado el acto, la ilustre dama argentina y sus acompañantes salieron a la Avenida del Generalísimo, donde  María Eva Duarte de Perón ocupó un estrado especial para presenciar el desfile de las fuerzas, que resultó muy brillante. En dicho estrado daban guardia de honor cuatro caballeros guardiamarinas, al mando del caballero alumno Cristóbal Colón de Carvajal y Maroto, duque de Veragua, descendiente del descubridor del Nuevo Mundo.

Durante el desfile, la gran muchedumbre que invadía toda la avenida y calles adyacentes de la Escuela, ovacionaron clamorosamente a la distinguida dama argentina, así como a España, a la Argentina, a Perón, a Franco y a la Armada española.

Concluido el desfile, María Eva Duarte de Perón y acompañantes se trasladaron al comedor de alumnos de la Escuela Naval, en donde la ilustre dama argentina fue obsequiada con un aperitivo.

Después pasaron al salón de actos de la Escuela, en donde fue ofrecida, por el ministro de Marina, a la ilustre viajera, ministros y séquito, una comida de gala.

Concluida la comida de gala,  María Eva Duarte de Perón se dirigió, en compañía de los ministros de Marina y Aire, capitán general de la Región, ayudante del Jefe del Estado y gobernadores civil y militar, así como de otras personalidades, al muelle de la Escuela, donde embarcó a bordo del yate “Azor”, para realizar una excursión por la ría.

A las cinco y media de la tarde regresó al puerto el yate “Azor”. Eva Duarte se despidió de las autoridades y personalidades de Marina y subió al automóvil para dirigirse a Vigo.

A la salida de la Escuela, la Guardia del centro rindió los honores correspondientes y las baterías dispararon las salvas de ordenanza

Muchas personas, que se hallaban en las inmediaciones de la escuela naval, ovacionaron a la ilustre viajera y vitorearon con gran entusiasmo a la Argentina, a España y a los jefes de ambas naciones.

Desde primeras horas de la tarde comenzó la llegada a Vigo de grandes contingentes de productores de toda Galicia que, utilizando automóviles, trenes y vapores, venían de los más apartados rincones para tomar parte en la concentración sindical regional de productores y empresarios en honor de Eva Duarte de Perón.

Hacia el puerto pesquero del Berbés afluían coches adornados con banderas argentinas y españolas, repletos de trabajadores. La inmensa explanada de los muelles ofrecía un espectáculo impresionante. Se encontraba adornada con multitud de banderas de las dos naciones. El tiempo, magnífico, contribuía a la brillantez del acto.

María Eva Duarte de Perón en Vigo

Por la bahía y dársenas próximas evolucionaban, en número incalculable, toda clase de embarcaciones pesqueras y deportivas, que desde hacía tres días se hallaban ancladas en el puerto, para que las dotaciones pudieran testimoniar su afecto y cariño a la primera dama argentina.

A las seis y diez estalló una gran ovación en el recinto, al aproximarse la esposa del presidente argentino. Los gritos de ¡Franco! y ¡Perón! se confundieron con los vivas a España y a la Argentina, todo ello entremezclado con las sirenas de los buques. Los pesqueros, suprimida la gran parada marítima, en vista de que Eva Duarte de Perón no regresó de Marín a bordo del yate “Azor”, como estaba previsto en el programa, enfilaban rápidamente por la entrada de la dársena.

La caravana que procedía de la Escuela Naval Militar de Marín la formaban, con la esposa del Presidente argentino, los ministros de Marina y Aire, capitán general de la región, gobernador civil y demás autoridades de la provincia.

A duras penas pudo la ilustre dama y séquito llegar hasta el puesto señalado en el estrado presidencial, ya que las setenta mil personas concentradas no cesaban de aclamarla, y vitorearla. Estas eran portadoras de numerosas pancartas en las que se leían frases alusivas a la Argentina y a España, a Franco y a Perón.

En el momento de iniciarse el acto, atracaba a los muelles de Vigo el vapor “Monte Amboto”, en viaje desde Bilbao a Buenos Aires, y la tripulación y los pasajeros contemplaron desde cubierta el magnífico espectáculo.

En primer lugar María Eva Duarte de Perón recibió al pleno del Patronato de la Casa del Pescador y a continuación a las comisiones de pescadores y cofradías marineras. Las niñas de las escuelas de la Fundación recitaron poesías y entonaron canciones gallegas en honor de la ilustre dama argentina, a la que entregaron como recuerdo una canastilla de las que el Instituto Social de la Marina distribuía a las esposas de los pescadores.

Un marinero pronunció unas emocionadas palabras de salutación a la esposa del Presidente argentino. A continuación el  delegado provincial de Sindicatos pronunció un discurso de bienvenida y al final del mismo hizo entrega a doña María Eva Duarte de Perón de un pergamino dedicado por los productores gallegos a los trabajadores de la nación argentina.

Después, el jefe nacional del Sindicato de Pesca y director del Instituto Social de la Marina, marqués de Valterra, hizo entrega a María Eva Duarte de una dorna gallega en miniatura y le presentó centenares de telegramas de adhesión, recibidos de las Cofradías de pescadores y Sindicatos de pesca de toda España. Ei marqués de Valterra prenunció unas palabras de afectuoso saludo de las clases marineras españolas a los trabajadores argentinos.

A continuación, representantes del campo gallego presentaron a la ilustre dama una miniatura sobre artística bandeja, representando a dos campesinos gallegos y conteniendo diversos productos del campo de Galicia, adornados con lazos de los colores nacionales de los dos países,

María  Eva Duarte de Perón besó emocionada a los niños, hijos de campesinos, que le hicieron entrega de esta ofrenda.

Seguidamente Eva Duarte pronunció unas breves y elocuentes palabras que fueron acogidas por los productores con una clamorosa y prolongada ovación. Los productores entonaron varios himnos,

Después, la comitiva se puso en marcha de nuevo, renovándose los vítores y aclamaciones que no cesaron hasta que la esposa del Presidente argentino hizo su entrada en el Palacio Municipal de Cástrelos. En el salón de fiestas del Casino de Vigo se celebró esa  noche la cena de gala con que el Ayuntamiento obsequió a la esposa del Presidente de la Argentina, que terminó a la una de la madrugada.

La señora dé Perón, ministros y personalidades se trasladaron posteriormente al edificio del Real Club Náutico, y desde la terraza del misino presenciaron una fiesta folklórica, organizada en honor de la esposa del Presidente Perón, seguida de otra fiesta en los Salones del mencionado Club.

A las doce y media, de la mañana del sábado 21 de junio,  María Eva Duarte de Perón recibió el saludo de despedida, en nombre de la ciudad, del alcalde de Vigo, que había acudido a Cástrelos para cumplimentarla y reiterante una vez más el sincero entusiasmo de Vigo por haberla podido recibir como huésped de honor. A la una menos cuarto tuvo lugar en Cástrelos la despedida oficial, poniéndose en marcha, seguidamente, la comitiva hada Pontevedra, para continuar hasta el palacio de Lourlzán, situado entre Pontevedra y Marín, donde se detuvo para almorzar.

A la una y media de la tarde llegaba Eva Duarte de Perón al palacio de Lourlzán al objeto de descansar breves momentos antes de proseguir su viaje a Santiago. La Diputación Provincial de Pontevedra le ofreció un almuerzo en dicha residencia, al que asistieron los ministros dé Marina y Aire, autoridades y séquito.

1947 Eva Duarte de Perón posa con unas damas gallegas.

A las cinco de la tarde cruzó por Santiago de Compostela procedente de Vigo y Pontevedra, la esposa del Presidente de la Argentina, general Perón, a la que acompañaba, en el automóvil, el ministro del Aire.  En las calles del trayecto se había congregado numeroso público. El desfile de la comitiva por las avenidas de la ciudad se hizo a marcha lenta, lo que permitió que María Eva Duarte de Perón fuese, una vez más, entusiásticamente aclamada. La caravana automovilística pasó sin detenerse con dirección al aeropuerto de Labacolla.

En este lugar se encontraban el almirante Moreu y otras personalidades y autoridades que se hablan adelantado para aguardarla. A pesar de que el paso de la ilustre dama argentina no se anunció hasta una hora antes, un enorme gentío se había congregado en el aeropuerto, y le  hizo objeto de nuevas muestras de afecto y simpatía con aplausos y vítores entusiásticos.  María Eva Duarte de Perón llegó a Labacolla a las cinco y cuarto de la tarde. Después de saludar a las autoridades pasó revista, en unión del ministro del Aire, a una compañía de fuerzas de Aviación, que le rindieron honores de ordenanza, mientras una banda de cornetas y tambores interpretaba el himno Nacional. Al mismo tiempo, la multitud no cesaba en sus aclamaciones a Franco, a Perón, a la Argentina y a España.

Al despedirse María Eva Duarte de Perón del ministro de Marina, almirante Regalado, le manifestó: “Señor, muchas gracias. Hágalo constar así al Caudillo. Marcho muy encantada de Galicia, donde he vivido unas horas muy emocionantes”

A continuación se despidió del alcalde de Compostela, que le hizo entrega de un mensaje de la ciudad para el general Perón, así como una pila de plata para agua bendita, en miniatura, y una imagen de la Virgen del Rosario, Patrona de La Coruña también en miniatura, esta en nombre del alcalde de La Coruña, Alfonso  Molina. Al mismo tiempo le ofrendó un ramo de flores con el ruego de que lo depositase a los pies de la Virgen del Pilar como homenaje espiritual de Santiago de Compostela a Zaragoza. Seguidamente, la esposa del Presidente argentino subió al avión en unión del ministro del Aire; conde de Foxá y señora, y de su hermano, Juan Duarte. La concurrencia le aclamó en ese intante con entusiasmo. A las seis menos veinte el avión que pilotaba el comandante Ansaldo, despegó  y tomó rumbo a Zaragoza, donde a Eva Duarte de Perón le esperaban otros multitudinarios y vibrantes actos.

Eva Duarte de Perón recorrería  España durante 18 días, visitando Villa Cisneros, Madrid, donde fue recibida por el Generalísimo Franco, que le impuso la Gran Cruz de Isabel La Católica; Medina del Campo, Ávila, Segovia y la granja de San Ildefonso,  Toledo, Granada, Sevilla, Huelva, Santiago de Compostela, Marín (Pontevedra), Vigo, Zaragoza y Barcelona. Aquella visita de la primera dama argentina supuso para España el reconocimiento y colaboración de una Nación tan importante como Argentina, -en unos instantes en que España sufría un injusto y canallesco bloqueo internacional-, el iniciar una nueva época a fin de sobrevivir al arbitrario embargo. El gobierno del General Perón envió trigo tan necesario para el sustento de los españoles; defendió a  España en la Naciones Unidas, exigiendo el fin del bloqueo; acreditó su embajador en Madrid. Con ello el régimen español, a pesar de ser excluido del Plan Marshall, quedaría legitimado internacionalmente y preparado, -a principios de la década de los cincuenta se firmarían los convenios de colaboración con los Estados Unidos-, para iniciar su camino de despegue económico que le llevaría a convertirse a finales d los años sesenta en la décima potencia industrial del mundo. Fue sin duda una ayuda vital.   

P/D Aquel Caballero Guardiamarina llamado Cristóbal Colon de Carvajal y Maroto, Duque de Veragua, descendiente del almirante descubridor de las Indias, Cristóbal Colon, que realizó la guardia de honor a Eva Duarte en su visita a la Escuela Naval Militar de Marín,  siendo Vicealmirante de la Armada, sería asesinado en Madrid el 6 de febrero de 1986, por un comando  de ETA compuesto por José Luis Aracama Mendía alias “Makario” y José Luis Urrusolo Sistiaga alias “»el hombre de las mil caras», que ametrallarían y lanzarían una granada de mano  al vehículo oficial en el que viajaba el Vicealmirante Colon, falleciendo también en el atentado  el chófer del mismo, Manuel Trigo Muñoz y resultando herido de gravedad el capitán de corbeta ayudante Antonio Rodríguez-Toubes Núñez. Ni perdón ni olvido.

 

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Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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